Capítulo LXIV. Somos Una (Parte 1)

114 14 0
                                    

Por sorpresa y sin esperarlo, Gina la rodeaba por detrás con ambos brazos, abrazando su vientre. Sintió que ella estaba empapada, y sin albornoz pero tampoco desnuda, iba con algo puesto.

Entonces, todo tuvo sentido para Ángela, y sonríe divertida.

―Buena jugada, Gina Lara. ―halagó sin girarse a mirarla―. Has conseguido engañarme.

―Lo siento. Era parte de la sorpresa que tenía para ti esta noche.

―¿Sorpresa? ¿Qué sorpresa?

Gina no respondió, lo que hizo fue voltear a la vampira para tenerla cara a cara.

Ángela quedo asombrada por lo que vio. Ante ella veía a una Gina vestida de forma provocadora y sexy con un conjunto de ropa interior de encaje rojo intenso y medias con ligueros, descalza y con su pelo húmedo y ondulado. La miró de arriba abajo sin poder creerlo todavía.

Cuando volvió a mirarla a la cara, pudo ver que ella temblaba levemente avergonzada. Se mordía el labio de los nerviosa que estaba, y eso excitó aún más a Ángela, que deseaba mordérselo.

―Gina... tu...

Antes de poder seguir hablando, Gina no dudó y la empujo sobre la cama para acto seguido subirse sobre ella, rodear su cintura con los muslos y agarrar sus manos por encima de la cabeza.

Ángela no se resistió. Miró a Gina sorprendida al principio, y poco a poco con excitación y satisfacción. Pudo notar que Gina aún temblaba, pero ella la miraba decidida a los ojos.

―Esta noche... empezaré yo ―dijo Gina, directa y firme.

―¿De verdad?

―¿Crees que no me atrevo?

Antes de que pudiera decirle nada, Ángela pudo ver por sí misma como Gina no tardó en bajar las manos hasta alcanzar el lazo de la cinta del albornoz, que rozaba su entre pierna, deshacerlo y así poder abrir de par en par la prenda y ver a Ángela en todo su esplendor.

Cuando le cayó el albornoz de los hombros hasta los codos apoyados al colchón, Ángela se excitó gratamente, y más al ver la cara que se le puso a Gina al ver sus pechos desnudos ante si.

Gina miró embobada el cuerpo desnudo de Ángela que tenía bajo el suyo, atrapado entre sus piernas. No tardó en recordar su plan de seducción y se centró en cumplirlo a pesar de que su corazón latía con fuerza bajo su pecho mientras extendía sus manos hasta Ángela y empezar a acariciar su piel suave y lisa, empezando por sus brazos, subiendo y bajando hasta pasar a su cuello, y fue justo con ese gesto que Ángela se estremeció de gozo, y eso a Gina la excitó también.

―Te tiemblan las manos, amor.

Gina vio que ella tenía razón. La excitación y los nervios hacían que le temblaran.

―No importa.

Gina intentó apartar sus miedos y reservas y desplazó sus manos del cuello de Ángela hasta sus pechos, pero antes de poder hacerlo, Ángela la agarró por las caderas para colocarla bien sentada a horcajadas sobre sus muslos y después echarse de espaldas sobre el colchón.

―No pares ahora. Sigue ―animó la morena de ojos azul claro.

Gina sentía que no estaba avanzando en absoluto, así que no dudo más y paso a algo más atrevido. Con ambas manos agarró los pechos de Ángela, apretó con el dedo indice y pulgar los pezones que no tardaron en ponerse duros, y con esa sensación se inclinó sobre ellos y empezó a lamerlos, a chuparlos y a morderlos suavemente con los dientes.

Las atenciones de Gina estaban surtiendo efecto en la vampira, y Gina pudo confirmarlo cuando está gimió en voz alta al mismo tiempo en que sentía sus manos agarrarla por la cabeza, enredando los dedos en su melena dorada con desesperación y su cuerpo temblaba excitado. Eso la excitó más y las dudas e inseguridades desaparecieron. Siguió con sus atenciones en los pechos y fue más allá, abriéndose paso entre las piernas de Ángela y así acariciarla por su sexo.

Academía Carmesí (Carmesí I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora