Capítulo LVI. Decisiones Irrevocables

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Tras lo presenciado en el comedor, Sarah se negó a volver a aquella casa llena de esos monstruos chupasangre y manipuladores de inocentes. Sabiendo que Gina no usaría su habitación durante las vacaciones, se instaló de forma temporal allí.

En esos momento esperaba el regreso de James, quien se había vuelto a la mansión para saber qué estaba pasando ahora con Gina; si finalmente se había juntado con ese Dorian o no.

Sarah tenía las manos entrelazadas entre sí delante de su rostro, rezando para que sus deseos se cumpliera y Gina no hubiera cometido la locura que James le había insinuado tras ver lo que ese vampiro ―que además era el prometido de Ángela, ¡que barbarie!― estaba haciendo con ella.

Tras caminar de un lado a otro muy nerviosa, haciéndosele eterna la espera, finalmente se abrió la puerta dando paso a James.

―¡Ya era hora! ―gruñó Sarah cabreada―. ¡¿Por qué has tardado tanto?!

―Relájate y deja de gritarme ―dijo James, molesto por la impaciencia de su amante―. Debía asegurarme de confirmar mis sospechas.

Esas palabras palidecieron a Sarah. ―¿Y es así?

James miró a la chica, y por un momento sintió hasta pena por ella. Solo un poco.

―Me temo que no te va a gustar lo que te voy a decir ―Sarah dio unos pasos atrás, ladeando la cabeza―. Tu querida Gina en estos momentos se está encamando no solo con Ángela, ahora también con Dorian. Voluntariamente.

―No... ¡Estás mintiendo! ¡Gina no es así! ―dijo Sarah sin querer creerle. Estaba alterada, a punto de llorar―. Gina no puede...

Sarah acabó cayendo sentada en la cama más cercana, que era la suya. Se puso a llorar.

―Creelo, nena ―insistió James, sentándose a su lado―. Esa chica hace lo que sea por mi hermana. Con tal de quedarse a su lado y amarla a cualquier precio ―le pasó el brazo por detrás de los hombros y la acercó a su pecho―. Olvidate de ella. Hazme caso.

―¡No! ―ella apartando bruscamente su brazo y se puso en pie, cabreada―. ¡Esto no tiene que ser así! ¡Ella está siendo controlada, estoy segura! Debo sacarla de esa casa. De esta academia.

James vio que la chica estaba alcanzando el nivel de obsesión y locura. Eso era bueno.

―Muy bien. Como quieras. Es tu entierro.

Sarah se volvió de cara a él cuando esté se puso en pie. ―¿Cuál es el plan ahora?

―El plan tendrá que modificarse un poco, me temo ―dijo él, pensativo. Entonces la miró―. ¿Sigues dispuesta a todo para llevarte a tu chica lejos?

―Por supuesto ―aseguró Sarah―. Incluso estoy dispuesta a acabar con esa vampira.

―No tendremos que llegar a eso. Y no lo harás ―dijo él, amenazando. Sarah tragó saliva―. Bien. En ese caso... Sí te diré que para lograr separarlas, habrá que hacer sufrir a tu chica un poco.

No sabía cuánto tiempo llevaban allí, pero poco le importaba eso a Gina. Solo quería seguir sintiendo ese placer que sentía por todo el cuerpo y el alma cada vez que estaba con Ángela. Y si para ello tenía que perder la virginidad con su hermano mayor y prometido y tener relaciones sexuales con él a partir de esa noche, así lo haría. Aunque no por ello estaba menos nerviosa.

Mientras Dorian se iba quitando la ropa sin ninguna prisa aparente, Gina estaba en brazos de Ángela, quien la estaba relajando y preparando para el momento. La vampira estaba sentada en la cama con las piernas abiertas, dejando sitio a las caderas de Gina, que estaba sentada de espaldas a ella, besándola en los labios con la cabeza vuelta hacia ella mientras sentía las manos de Ángela sobre su cuerpo; una en uno de sus senos, y la otra en su vagina, humedeciéndola.

Academía Carmesí (Carmesí I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora