Ya era de noche, una muy clara con las estrellas y la luna brillando con todo su esplendor. Fuera de la academia, en los dormitorios, sola y vigilando que nadie la siguiera, iba Gina de camino a casa de Ángela, recordando perfectamente el camino hacia allá. No tardó en ver la enorme mansión por las luces que salían por todas las ventanas. Había más gente viviendo allí. Ignorando eso se acercó hasta llegar a la puerta. Allí picó con insistencia hasta que le abrió el mayordomo Jon.
-Lady Gina, vaya sorpresa verla aquí a estas horas -dijo el mayordomo sin mostrar sorpresa en su rostro-. No tengo entendido que viniera a visitarnos.
-No, es verdad, no le he avisado a Ángela que venía -aseguró ella jadeando cansada de correr-. Nadie sabe que estoy aquí... Vengo a ver a Ángela, por favor, ¿podría decirle que me encuentro aquí?
-Lo siento mucho, pero Lady Ángela no desea ver a nadie hoy.
Con eso Jon estuvo por cerrar la puerta, pero Gina lo detuvo por muy poco trancando la puerta con las manos en el umbral, impidiendo que se cerrará en sus narices.
-¡Espere!, ¡Por favor dígale que soy yo! ¡Seguro que querrá verme, se lo suplico! -rogaba ella desesperada manteniendo la puerta entreabierta- ¡Necesito verla, por favor! ¡Déjeme pasar y verla!
-¿Qué está pasando aquí? -dijo una tercera voz dentro de la casa, una voz de mujer mayor y autoritaria.
Jon se giró y Gina pudo ver por la puerta que se trataba de una mujer mayor pero hermosa, de largo cabello negro y ojos azules; por esa apariencia y ese nivel de similitud, Gina dedujo que debía ser la madre de Ángela, la que estuvo a punto de conocer aquella noche. En verdad era como ver a Ángela, pero un poco mayor, y más sabia y madura. Gina no pudo evitar ruborizarse cuando esa mujer la miró.
-Jon, ¿Quién es esta joven y que hace aquí a estas horas? -preguntó Angelina mirando a Gina.
-Es una amiga de su hija, señora. Se llama Gina Lara -informó obediente el mayordomo-; estuvo hace una semana aquí, dice que desea ver a Ángela con urgencia. Ya le he dicho que no era posible, pero...
-¡Por favor, se lo ruego! ¡Déjeme ver a Ángela, aunque sea un momento! -suplicaba de nuevo Gina- ¡Necesito verla ahora!
-¿Es necesario verla ahora y no mañana? -preguntó Angelina sorprendida de la insistencia de la humana- Mi hija no está para ver a nadie en este momento.
-Estoy segura que ella querrá verme si sabe que estoy aquí. Por favor al menos dígaselo.
-¿Por qué deseas tanto verla ahora? ¿Quién eres tú para mi hija? -preguntó Angelina mirándola a los ojos fijamente.
Esa pregunta sorprendió a la rubia, pero no tardó en entender el juego. La madre de Ángela debía ser también vampiresa, y por ello la ponía a prueba para dejarla ver a Ángela o no. Gina lo pensó bien... En el fondo no estaba segura de lo que era para Ángela, pero decidió decir lo que sentía dentro suyo y sin dudar.
-Presiento que algo malo le ocurre, y quiero ayudarla en lo que pueda -respondió decidida y directa-. Yo... soy alguien importante para Ángela, eso soy.
Con esas palabras Angelina pudo confirmar sus sospechas. Esa humana de cabello dorado y ojos azules era la chica que su esposo mencionó anteriormente, la que haría cambiar a Ángela a la que era antes, es decir a su adorable y angelical hija. Entonces, con un gesto de cabeza, le indicó a Jon que la dejara entrar. Este así lo hizo y la rubia entró enseguida agradecida por dejar que pasara.
-Puedes ir a ver a mi hija solo si ella quiere... De no ser así te irás enseguida y sin rechistar. -le indicó Angelina seriamente.
-Entendido. Muchas gracias.
Gina se apresuró a ver a Ángela, pero sin correr por la casa, no quiso ser maleducada delante de la madre de Ángela. Al verla desaparecer por el pasillo, Angelina regresó a sus cosas mientras Jon se retiraba de allí en silencio como hacía siempre. En esos momentos, Gina ya estaba ante la puerta de la habitación de Ángela a punto de picar a la puerta con el puño en alto. Para sorpresa de ella, la puerta se abrió cuando estaba por darle, pero no se dejó impresionar y entró con valentía. La puerta se cerró.
-Me sorprende volver a verte en mi casa.
Ángela estaba de espaldas a ella y a la puerta, se encontraba apoyada en la ventana con los brazos cruzados y una pierna curvada tras la otra. Gina vio que iba vestida con el uniforme, como siempre la había visto hasta que vino a su casa por primera vez. Reconocía que el uniforme; la camisa blanca, la falda roja/negra a cuadros y los botines negros le quedaban muy bien a la morena. A pesar de la poca luz, Gina pudo ver que la larga melena de la vampira no estaba del todo liso como era acostumbrado que lo llevara, sino que lo tenía ondulado.
-¿Y bien? -preguntó la morena de golpe. -¿A qué has venido aquí? ¿Acaso... ya tienes la respuesta que quiero escuchar?
-Eh... No. -contestó Gina algo tímida, pero intentó mantenerse firme. -He venido... a por respuestas y explicaciones.
-¿Respuestas y explicaciones? -repitió Ángela sorprendida, Gina dio un disimulado brincó de espanto- Je, que gracioso. Je, je, je...
-¡¿Te parece gracioso esto?!, ¡Para mí no lo es! -exclamó Gina molesta y avergonzada-. ¡No me iré de aquí hasta saber toda la verdad de este asunto!
-¿No te irás hasta saberlo, dices? -preguntó Ángela, Gina se estremeció al escucharla hablar así-. ¿De verdad quieres saberlo todo acerca de mí y mi raza? ¿De verdad quieres meterte en este mundo de tinieblas donde no podrás salir una vez lo sepas?
-¡Si, lo quiero saber todo! ¡De principio a fin con todo detalle! -dijo Gina segura de lo que quería.
-¿Por qué?
-Bueno, yo... esto...
-Je, no sabes lo que dices -se burló la morena irónica. Gina se enojó-. Deberías volver y olvidarlo todo, olvidarme a mí también.
-¡No puedo hacer eso, ahora no!
-Tsk... ¡Eres una puta tozuda!
Gina se asustó por oírla hablar así, entonces la morena se dio la vuelta a ella para andar y cogerla del brazo, después la obligó a sentarse en una butaca de terciopelo rojo bajito donde la arrinconó apoyando las manos en los brazos del mueble para evitar que se escapara de ella. Ambas se miraron a los ojos, Gina ruborizada por tenerla tan cerca, y Ángela seria y sin emoción.
-Á... Ángela...
-Te diré todo lo que quieres saber. Sin pelos en la lengua, si eso es lo que quieres -aceptó ella-. Si con eso hago que dejes de hacerte la lista conmigo pensando que me conoces y que puedes venir aquí y hacerte la valiente, entonces está bien, te contaré absolutamente todo, mi deliciosa rubia, así me dejaras de joder.
-No me das miedo, por muy vampira que seas. -aseguró Gina mirándola decidida y valiente.
-¿Ni siquiera si te cuento lo que en verdad pasó la noche en que caíste enferma? -preguntó Ángela vacilante.
-¿Lo que en verdad pasó? ¿Qué... quieres decir?
-Ju, por tu expresión diría que has tenido visiones extrañas de aquella noche, ¿no es así?
-¡¿Qué?! ¡Pues claro que no! -negó ella sonrojada desviando la mirada- No sé de qué estás hablando...
-Vuelves a mentir.
Ángela cogió la barbilla de la rubia, y sin dudarlo dos veces la besó en los labios de forma apasionada, dejando a Gina de piedra. Avergonzada y sintiendo que le estaba gustando, Gina intentó rechazarla y apartarla, pero no pudo, Ángela profundizó el beso. Gina se puso nerviosa con el corazón latiendo con mucha, mucha fuerza, pero lo que pasó entonces la paralizó. Las imágenes que tuvo ese día volvieron, pero esta vez las vio con más claridad y entendimiento. Reconocía esas escenas como un recuerdo perdido.
Lo que vio la dejó sorprendida y petrificada, pero lo entendió todo con ese recuerdo escondido en su mente. En verdad hizo el amor con Ángela, y ella había actuado voluntariamente, portándose de una forma irreconocible para ella misma. No podía creer que en verdad se hubiese comportado de esa forma aquella noche y no haberse acordado de ello hasta ahora con ese beso que activó sistemáticamente su memoria.
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Academía Carmesí (Carmesí I)
VampireLibro 1 de la trilogía Carmesí. La Academia Carmesí es un centro donde solo son admitidos los estudiantes más inteligentes y atractivos de sus respectivos países. Lo que algunos no saben es que coinciden con vampiros que desean la coexistencia entre...