☆ 02 ☆

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—¡¡¡Palacios preste atención!!!. — reprochó por tercera  ocasión la profesora de Literatura al morocho.

La primera hora que  correspondía a Historia había llegado a su fin dando paso a la clase  de Literatura. 

Algunos comenzaron a reírse de Mateo por ser reprendido por la maestra. Pero este en vez de hacer algo con respecto a las burlas solo se limitó a bajar la mirada susurrando a la vez un "Lo siento" un tanto inaudible.

—Porque siempre es lo mismo con usted. — volvió a quejarse la mujer de avanzada edad, regresando al escritorio.

Mientras ella hacía esto, unos chicos comenzaron a lanzar bolas de papel en dirección a  Mateo golpeando su rostro.

—Detenganse. — pidió  pero sus súplicas fueron ignoradas —Enserio paren.

—Y si no lo hacemos ¿Que nos vas hacer?. — dijo uno de los pibes en tono amenazador —A caso se lo dirás a la maestra de nuevo; recuerda que no te creyó  la vez anterior que nos acusastes.

—Quien lo haría. — le siguio el otro  —Si sólo es un tonto que se la pasa de despistado haciendo enojar a los profesores. — finalizó con una sonrisa de superioridad al ver que sus palabras habían tenido un efecto sobre Palacios.

Ambos rieron al notar como los ojos del morocho se cristalisaban mordiendo a la vez sus labios tratando de contener el un sollozo que tenia atorado en su garganta.
¿Porque lo trataban de esa manera?
se preguntaba internamente.

Todos observaban la escena con emociones contrarias, unos con pena  porque está situación parecia repetirse todos los días y otros con burla pero nadie se atrevía a ser nada.

La maestra estaba distraía revisando unos documentos para darse cuenta de lo que sucedía

—Parece que la nena quiere llorar. — volvieron a mofarse de él.

Mateo hacia todo lo posible para no llorar pero estaba a punto de llegar a su límite, cerro sus ojos tratando de controlarse pero esto pareció motivar a sus "compañeros".

—Ya déjenlo en paz. — intervino Manuel llevándose más de una mirada de sorpresa ya que el no solía hablar durante las clases solo para contestar las preguntas que hacian los maestros.

—¿Disculpa?. — comentó uno de ellos con incredulidad.

—Que lo dejen tranquilo. — dijo de manera seria.

Manuel aun seguía cabreado por lo sucedido  en la mañana y tener que soportar "esto" empeoraba su mal humor.

Los chicos se miraron al mismo tiempo, sabían que no podían hacerle nada a Vainstein por ser el preferido de los maestros así que decidieron detener sus  ataques hacia Corrazina; pero juraron  que encontrarían el momento perfecto para vengarse de ambos.

Mateo observo a su "salvador" y estaba a punto de decir algo cuando fue interrumpido por Vainstein.

—No agradezcas solo trata de mantenerte callado. — sugirió Manuel sin desviar su mirada del frente.

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