☆ 25 ☆

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Luego de aquel suceso, Mateo cortó con todo tipo de comunicación que tenía con Valentín, lo evitaba cada vez que el ojiazul intentaba hablar con él. Pasaron de esa manera por un par de días, hasta que Palacios no soportó la continua insistencia del mayor, por lo que terminó por acceder hablar con el rubio.

Pero nada salió como el ojiazul pudo haberse esperado, el morocho no le permitió defenderse o argumentar algo, dejándole en claro que se alejará de él y que ya no quiere que se entrometa más en su vida.

Oliva se sentía fatal ante el rechazo y descontento del rizado, era más que notable que las cosas habían dado un paso hacia atrás demasiado grande, todos esos avances positivos que logró junto con Manuel se fueron al caño por un mínimo error.

Vainstein también se sentía mal por lo ocurrido y no dejaba de recriminarse una y otra vez, que si tal vez hubiera mantenido su distancia, posiblemente la situación hubiera sido un poco diferente.

Pero ese sentido de preocupación que le hizo ir hasta la enfermería y quedarse hasta que el morocho despertara terminó por ganarle, desatando un caos que ni el mismo Manuel pudo haberse esperado.

Ahora estaban como en un principio, o capaz peor de cómo habían empezado, ambos alejados del morocho, sin saber cómo se sentía y esto los preocupaba demasiado. Sumándole que sospechaban que la directora no se quedaría de brazos cruzados después de lo ocurrido en la enfermería.

Ellos sabían que las cosas aún no habían terminado y que era posible que empeoraran, pero sin ninguna información de por medio no podían asegurar nada, por lo que Valentín comenzó a investigar cada movimiento sospechoso que ella hacía, Manuel esta vez decidió no ser partícipe.

Vainstein tenía miedo de cagarla una vez más, así que dejó que el ojiazul se encargara de todo, recibiendo de vez en cuando algún tipo de información que éste lograba recolectar, la cual de por sí era poca, pero les servía para prepararse para lo que podría venirse.

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La campana del colegio sonó, dando el final del receso, la mayoría corría hacia los salones para no quedarse afuera, mientras que otros lo hacían de manera más calmada y ordenada, a Manuel le importaba poco si llegaba a tiempo o no.

Sus ánimos no eran lo mejores y no quería entrar a clases, pero no tenía de otra, si no lo hacía podría ganarse un problema más, y sinceramente estaba harto de tener problemas. En su casa las cosas parecieron mejorar un poco, pero no lo suficiente para tener una carga emocional menos, así que el castaño reunió toda la fuerza de voluntad que tenía y entró al salón.

Cómo de costumbre, el aula estaba llena de ruido y movimiento, al parecer a la mayoría le importaba un comino que dentro de unos minutos iba a llegar un profesor que se encontraría con semejante desorden, pero Vainstein sabía que ese no era su problema, por lo que pasó de largo hasta llegar a su asiento.

Sin querer volteó en dirección a Mateo, quien se encontraba en el fondo del salón, normalmente este se sentaba en el centro. Pero la maestra de literatura, cansada de las interrupciones que el morocho hacia, lo mandó a ese lugar como un castigo, prohibiéndole que se moviera de ahí.

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