☆ 18 ☆

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Decir que Manuel se sentía mal por lo que había hecho era poco. 

Decir que quería arrojarse desde la ventana de su cuarto, sin importarle si se quebraba algún hueso, también era poco. 

Decir que en verdad era un completo hijo de puta sin corazón ni sentimientos, que engañó y trató de una manera tan cruel y despiadada a Mateo. 

 ¡Bingo! 

Pues es exactamente como Manuel se sentía. Como un completo ser despiadado que dañó a un nene como lo era el morocho, la carga emocional que sentía lo estaba destruyendo, matándolo y consumiéndolo lentamente por dentro.

Después de que Palacios se fuera y rompiera en pedazos el trabajo de literatura, Vainstein no salió más de su habitación, saltándose la cena, preocupando a su madre quien insistía en que abriera la puerta para platicar un poco y resolver lo que le pasaba, pero no lo hizo.

No quería ver a nadie, no tenía el valor de ver a sus padres a la cara y fingir que todo estaba "bien", que no había hecho nada malo.

Pero no todo quedaba ahí, aquella voz que le gritaba "Mentiroso" y "Farsante", cuando fue a visitar al morocho había regresado, regreso siendo esta vez sus ataques mas crueles con  palabras muchas más hirientes y Manuel juraba que en cualquier momento terminaria por perder la poca cordura que le quedaba. 

Y si esto fuera  poco hoy mismo tendría que reincorporarse al colegio y a decir verdad, no se sentía nada bien, no sentía capaz de regresar y hacerse el boludo, como si no que nunca hizo nada y que era el mismo de siempre. 

Porque ya no podía ser el mismo. 

○.○.○

-Buenos días. - saludó en un susurro Manuel entrando a la cocina, donde estaban su madre y su hermana. 

-Buenos días. - le contestó su madre, Ania no correspondió al saludo, solo se dedicó a observar de manera despectiva a su hermano mayor. -¿Ania no piensas saludar? 

-Buenos días, Manuel. - dijo ella de mala gana y con una notable indiferencia.

La cual no pasó desapercibida por Manuel, quien conocía a la perfección a su hermana y sabia cuando esta se encontraba molesta, tratando de no tomarle importancia tomó su lugar en la mesa en espera a que su madre le sirviera el desayuno.  

Nadie dijo nada alrededor de cinco minutos, el ambiente era tenso y pesado, lo cual comenzaba a desesperar a Manuel, quien aún no se atrevía a levantar la mirada. 

-Manuel, quisiera saber qué fue lo que pasó ayer. - habló Catherine con un tono serio pero tranquilo. -¿Por qué no bajastes a cenar ayer? ¿Y por qué Mateo salió corriendo de tu cuarto? - preguntó cruzada de brazos esperando alguna respuesta del castaño. 

Quien tragó grueso al escuchar aquellas preguntas, Manuel comenzó a jugar con sus dedos de manera torpe, tratando de ocultar su creciente nerviosismo. 

-Y-yo l-lo y-yo l-lo. - quiso decir, pero no fue capaz de completar la oración, desesperando a su madre y enfandando más a Ania, quien le interrumpió para confrontarlo. 

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