Capítulo 3

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El caos se había apoderado de su oficina, llevaba una vida de lo más ordenada posible, pero siempre suceden cosas inesperadas, y ese día era uno de ellos.

-Su oficina era un total y auténtico desastre el teléfono donde solía estar su antigua secretaria no paraba de sonar, tenía varias juntas programadas para ese día pero gracias a su poca experiencia llevando el control de su agenda casi la mayoría había perdido. Las pocas juntas a las que había podido asistir no fueron tan satisfactorias, necesitaba cuanto antes una secretaria.

-Definitivamente necesitaba ayuda, Hizo una llamada al piso de Recursos Humanos...

Fernando: Jaime estás ocupado?

Jaime: Señor Colunga que bueno escucharlo, pues tengo algunos pendientes fuera de la oficina, necesita algo?

Fernando: Si, que me envíes a tu secretaria, mientras contrato a una nueva, está oficina es un caos y no puedo yo solo con todos los pendientes.

-Jaime: Enseguida señor, algo más que necesite?

Fernando: Si, que te des prisa que el teléfono no para de sonar.

-Jaime le envío a Fernando a su eficiente secretaria Susana, ella llegó a la oficina del jefe.

-Susana: Señor Colunga puedo pasar?

Fernando: Pasa

Susana: Dígame Señor que puedo hacer por usted?

Fernando: Necesito que te hagas cargo temporalmente del puesto que era de Martina, atiende todas las llamadas, encárgate de mi agenda y ver que citas tengo pendientes para hoy, hazte cargo de las aspirantes al puesto que lleguen, yo mismo las entrevistaré y cuando llegue alguna la haces pasar a mi oficina estaré aquí al pendiente.

-Susana iba tomando nota de las indicaciones de Fernando, rápidamente fue a ocupar el puesto vacío de allá afuera. Susana como buena secretaria había tomado el control del desastre de oficina que había encontrado, la agenda del jefe no era tan ocupada como pensaba la mayoría de juntas las había tenido en la mañana, y para la tarde solamente había estado resolviendo los pendientes en su oficina.

-Las aspirantes al puesto de secretaria comenzaron a llegar a Colunga Inc. Mujeres jóvenes y decididas a quedarse con el puesto fueron llegando a la oficina del exigente jefe, pero para la desgracia de cada una ninguna era apta para las exigencias de Fernando.

-Estaba algo irritado haciendo entrevistas todo el día y no encontrar a nadie que cumpliera sus expectativas, nadie podía reemplazar a Martina una mujer que le dedicó 10 años de sus conocimientos y aprendizajes y que por azares del destino lo había dejado abandonado cuando más la necesitaba.

No sabía qué hacer, debía encontrar cuanto antes a alguien que lo ayudará o de lo contrario iba a enloquecer estaba seguro que nunca iba a encontrar a alguien tan eficiente como Martina, al menos eso pensaba.

Aburrido y decepcionado apagó la computadora y se levantó de su escritorio iba a regresar a casa a pensar y distraerse un rato del día tan espantoso que había tenido, quito su saco del respaldo de la silla y se lo empezó a colocar de nuevo cuando escuchó que alguien llamaba, no estaba seguro si contestar o no, pero ya lo había hecho.

Fernando: Dime Susana...

Susana: Tengo aquí a una señorita interesada en el puesto, quiere que la haga pasar?

No sabía si era bueno recibir a otra candidata, pero debía arriesgarse.

Fernando: Está bien, hazla pasar...

De nuevo volvió a prender la computadora pero no se quito su saco, concentrado en la computadora cuando escuchó que tocaron la puerta.

Fernando: Adelante

Susana: Adelante señorita...

Despegó la mirada cuando se dió cuenta que habían cerrado la puerta, la vio parada frente a su escritorio, decir que quedó impactado frente a semejante belleza fue poco, quedó en estado inmóvil al verla parada frente a él se veía tímida era parecida a un noble corderito que se esconde de la fiera al acecho.

No salía del transe que se encontraba era como si hubiera caído en un estado hipnótico por una mujer, cabello dorado como los rayos del sol, vestida con ese traje ejecutivo saco blanco falda azul, que le llegaba arriba de las rodillas, tacones que la hacían lucir mucho más elegante de lo que ya estaba, y ese perfume que desde donde él se encontraba podía adivinar a que olía jazmines o quizá era lavanda, de cualquier modo era un olor sumamente afrodisíaco y delicioso.

--Rayos!!?!

--Pero que demonios le ocurría?!?

--Aterrizó de su nube, se supone que el es un hombre casado y solo debe tener ojos y pensar de esa manera en su esposa no en otras mujeres. Reaccionó y se aclaró la garganta...

--Fernando: Tome asiento señorita, llego justo a tiempo, antes de que usted llegará iba para mi casa. Permítame su hoja de vida y sus recomendaciones. Fernando leyó detenidamente la información plasmada en aquellos papeles...

--Lucero Hogaza

--Soltera

--25 años

--Graduada de Relaciones Internacionales en la Universidad de Harvard, con honores a sus buenos promedios domina el inglés francés, italiano, árabe.

--Trabajó en las empresas más importantes en el mundo de los negocios, que dominaba a la perfección por cierto.

--Trabajó en los despachos contables de más prestigio en el país.

--Mientras más leía sobre ella más se convencía de una cosa, ERA LA INDICADA...

--Fernando: Señorita Hogaza tiene un amplio currículum, excelente y apto para lo que yo necesito pero lamento no haberme presentarme como era debido. Me llamo Fernando Colunga -estrechandole la mano en señal de saludo a lo que ella correspondió.

Lucero: Tanto gusto Señor Colunga...

Fernando aún no aterrizaba de la nube a la que lo había llevado aquella mujer la miraba fijamente a lo que ella notaba aquellas miradas y solamente sentía subir el calor a sus mejillas de lo ruborizada que estaba a lo que Fernando se dió cuenta y trato de disimularlo.

Fernando: Bien Señorita Hogaza cuándo puede comenzar a trabajar.

Ahora la que se encontraba en estado inmóvil era Lucero.

Lucero: Disculpe Señor creo que no le entendí bien, puede repetirme lo que me acaba de decir.

-Fernando no pudo evitar una sonrisa ante tal pregunta.

Fernando: Que a partir de este momento es mi nueva secretaria, cuándo puede comenzar a trabajar?

-La cara de felicidad de Lucero era evidente, se dibujó una sonrisa en su rostro y sus ojos se iluminaron tal cual un par de luceros.

Lucero: Mil gracias- se levantó de golpe de la silla y comenzó a dar vueltas por toda la oficina, si por ella fuese hubiera salido a gritarle a todo el mundo que por fin había conseguido trabajo.

Fernando veía atentamente cada una de sus reacciones,divina,delicada,capaz de conquistar el corazón de cualquier persona.

Lucero: Discúlpeme señor la emoción se apoderó de mí.

Fernando: No tiene por qué disculparse, vaya al octavo piso con el Gerente de Recursos Humanos a firmar su contrato y la espero mañana a primera hora.

Lucero: Aquí me tendrá señor, de nuevo gracias.

Lucero salió de aquella oficina mientras Fernando la observaba irse, definitivamente había encontrado lo que tanto buscó...

RELACIONES PROHIBIDAS ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora