Capítulo 24 - Parte 1: Bien, exploté.

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Me quedo petrificada, más que petrificada, absorta. ¿QUÉ MIERDAS HACE NOMAR AQUÍ?

Bien, me alteré.

La gente mira el desastre a los pies de Nomar. Rápidamente un mesero se acerca y comienza a recoger los trozos del suelo. No dudo en acercarme a ayudar.

— Ay Dios, ven, déjame y te ayudo —me agacho un poco y comienzo a recoger los trozos grandes.

— No señorita, no es necesario, yo puedo —asegura el chico mientras coloca los trozos de cristal dentro de una bolsa.

— No, yo te ayudo —insisto.

Él no se queja más, por lo que terminamos rápidamente.

Segundos después llega una señora con una escoba y termina de recoger los fragmentos de cristal más pequeños.

Me pongo de pie y él está ahí frente a mí. Le dedico la mirada más dura posible y luego me doy vuelta para ir donde Mikhail.

No pienso hablarle, no me importa qué coño esté de haciendo aquí, mientras no me moleste ni a mí, ni a Mikhail, simplemente lo ignoraré.

Cuando llego a donde Mikhail, tiene la mandíbula apretada y me mira como si estuviera esperando alguna explicación.

— ¿Qué hace aquí? —pregunta serio. Está molesto, lo noto por su mirada fría y su postura rígida.

— No lo sé —admito.

— Está aquí por ti.

Ruedo los ojos.

— Sí, lo sé, pero yo no lo traje si es lo que estás queriendo decir —lo acuso un poco alterada.

Él me da una sonrisa curva, ya no queda rastro en su rostro de frialdad y molestia, ya desapareció.

— Sé que no lo trajiste, Natalie — me hace saber lamiendo sus labios—. Siempre estás a la defensiva ¿lo sabes?

Me caigo de hombros.

— A veces —acepto. Suelta una carcajada.

— A veces todo el tiempo —reitera.

— Sí, lo que quieras.

— ¿Qué hacemos con él? No quiero un escándalo aquí, están mis padres, nuestros amigos más cercanos. De verdad no quiero una pelea.

Bien, ¿Qué debo hacer? La única persona dentro de esta casa que puede hacer que se vaya soy yo, y yo no quiero dirigirle la palabra, ni siquiera quiero verlo a la cara.

Pero...eso es muy egoísta ¿no?

Debo pensar en Mikhail y que esta es su casa y debo respetarla.

Es tan difícil verlo después de lo que dijo. La verdad es que tenía planeado no verlo sino hasta el lunes en el colegio, eso me daba tiempo de hacer un escudo o algo para cuando lo viera no me afectara tanto, pero no, él decide hacer acto de presencia después de dos horas de apuñalarme el corazón.

Suspiro, aceptando que lo mejor será que hable con él.

Me aprieto las manos.

— Debo hablar con él.

— No.

Lo miro, luce firme ante su «no» rotundo.

— ¿Cómo qué «no»? —pregunto confundida.

— Debe ser duro para ti y no quiero exponerte a eso. Podemos decirle a los de seguridad, ellos lo sacarán.

Le sonrío, este chico es un jodido amor. Es perfección. Dios bendecirá a la chica que sea su esposa y madre de sus hijos. Si es así conmigo sin estar enamorado, no me lo imagino cuando lo esté.

Estrella Fugaz © [Completa ✔] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora