Tomo asiento en las escaleras de la entrada principal de la imponente casa de los Gadaff. No tengo ánimos de escuchar la música del interior de la casa y mucho menos de encontrarme a Mikhail así que ¿Qué mejor lugar que aquí?
Suspiro intentado calmar el leve temblor en mis manos. De la nada comienzo a sentir ansiedad.
La puerta se abre detrás de mí haciendo que me sobresalte. Del interior de la casa salen una muy arreglada Isabella junto con sus amigas también relucientes.
— Oh, Nat ¿Qué estás haciendo? Hay muchísimo frío aquí afuera —Isabella, quien está enfundada en un vestido corto de encajes blancos, se aproxima hacia mí.
— Lo mismo digo. ¿A dónde van? —pregunto, para desviar el tema.
— Esperaremos al taxi —Venecia se tumba a mi lado quitando mechones de cabello largo de su cara.
Asiento, mirando las luces que adornan la hermosa fuente principal.
— Oímos lo que pasó dentro —la otra amiga de Isabella habla, haciéndome girar la cabeza hacia ella. Me sonríe con confianza—. Oh, mierda, lo olvidé. Soy Alessia.
— Un placer —le extiendo la mano, ella la toma—. Soy Natalie.
— La novia del menor de los Gadaff —Venecia chasquea la lengua para luego reírse.
La miro de reojo y ella sigue riendo. Decido ignorarla.
— Te está buscando —me informa Isabella, posándose frente a mí.
— No quiero hablar con él ahora.
Alessia sonríe.
— Buena elección, creo que si Marco se acostara con otra yo misma le patearía las bolas hasta dejarlo sin ellas.
Eso atrae una carcajada de parte de todas. Quizá no es tan delicada como aparenta su lindísimo rostro.
Tiene el cabello de un castaño oscuro y los ojos levemente achinados, su blanco rostro está salpicado de pecas que le dan un toque tierno. Además, sonríe y se ve delicadísima.
— Los hombres mienten —sentencia Venecia en un resoplido—. Todos.
— No todos —objeta Isabella, mirando de reojo a su amiga—. No la oigan, está ebria.
Venecia rueda los ojos, fastidiada.
— ¡Qué no estoy borracha!
— Estoy de acuerdo con Isabella. No todos mienten —Alessia apoya a su otra amiga haciendo que Venecia resople de nuevo.
— Eso dicen porque un hombre no les ha roto el corazón —asegura Venecia mientras se abraza a si misma por el frío.
— O tal vez tú lo dices porque aún no consigues a esa persona especial —decido opinar, esperando alguna mala reacción de su parte, pero no, solo me sonríe.
— Touché.
Nos mantenemos en silencio después de eso hasta que es roto por la risa contagiosa de Venecia.
— Estaba rememorando el momento en el cual le lanzaste la Coca Cola a Enmy —vuelve a carcajearse, haciendo que nos unamos a ella—. Yo que tú le hubiese vaciado toda la estantería de licores en la puta cabeza. Se lo merecía por egocéntrica.
Alessia asiente.
— Creo que tus palabras fueron geniales. La pusiste en su lugar.
— Y eso que sentí que faltaban más.
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Estrella Fugaz © [Completa ✔]
Novela JuvenilEstoy sentada en la cafetería junto a Rachell y María quienes hablan de lo deliciosa y apetitosa que está la hamburguesa que sirvieron en el almuerzo de hoy, intentan incluirme en la conversación pero me es imposible prestarles atención, no puedo de...