Capítulo 1: Estúpido enamoramiento.

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¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

Me remuevo sobre la cama frustrada a un nivel máximo.

¿Por qué, señor Jesucristo, mi madre me tiene que levantar mientras estoy tomando una siesta en pleno fin de semana?

No, no y no. Me niego a levantarme.

Bufo una vez más y, aunque me contradigo a mi misma, me incorporo.

— ¡Son las seis de la tarde, Natalie Blake!

Sí, para mí las seis de la tarde un sábado y mientras tomo una siesta es hora sagrada.

¿Qué puedo decir? En vez de ser un humano creo que debí ser un oso: flojo y siempre con sueño.

No digo que dormir es algo que me apasione pero si disfruto del placer que es hacerlo cuando tengo sueño.

— ¡Quiero dormir!

No puedo evitar quejarme mientras me estiro aún en la cama.

— No, señorita. Llevas durmiendo demasiado ya.

Mi madre entra a la habitación como perro por su casa y abre mis cortinas. La mediana luz solar se filtra por toda la habitación haciéndome cerrar los ojos con fuerza. A pesar de ser las seis de la tarde hace un sol del demonio.

— ¡Buenas tardes, señora Bethany! —la chirriante voz de mi ardiente pero muy idiota vecino llega a mis oídos.

— Buenas tardes, West cariño.

Apuesto lo que sea a que mi madre sonríe como si su vida dependiera de ello. Abro un ojo para mirarla y si, es justo como lo dije.

Enciende la luz del cuarto, acción que conlleva a que yo apriete mi mandíbula con irritación.

— Te necesito despierta en una hora, Natalie. Levántate ya —me da una nalgada por encima del edredón, luego oigo la puerta cerrarse tras ella salir.

Me pongo de pie muy irritada, como oí a mi mamá saludar a West me asomo por la ventana con fisgoneo, mis ojos van al punto exacto en donde seguro él debe estar: la ventana de su habitación.

Mi molesto vecino, el cual casualmente también es mi mejor amigo, está sin camisa y sudado por el ejercicio que seguro practica, ya que pertenece al equipo de fútbol del colegio siempre está haciendo actividades físicas que beneficien sus capacidades dentro del campo. Gracias al esfuerzo que conlleva ejercitarse el cabello se le adhiere a la frente debido al sudor. Parece una regadera.

Qué asco.

West parece darse cuenta de mi presencia gracias a que no disimulo al estar detrás de mi ventana mirándolo como toda una loca. Me escanea con disimulo y luego sonríe.

— Búscate una vida y deja de espiar por mi ventana —bromeo mientras me acerco más a la ventana y cierro las cortinas.

— ¿Te recuerdo quien espiaba a quién?

Ruedo los ojos al recodar la etapa de mi adolescencia en la cual me gustó el asqueroso neardental que ahora no es más que un idiota agradable.

— Fue hace dos años. Supéralo de una vez.

Comienzo a ordenar mi cama desordenada y a ordenar el cuarto desordenado en sí. Se puede decir que soy una floja maniática con el desorden, sí, raro pero algo de lo cual no me quejo.

En medio de la limpieza, mi desastrosa y preciosísima perrita puddle aparece de debajo de mi cama.

— Aquí estás, traviesa —la señalo sintiendo como en mi rostro se dibuja una sonrisa. Mi bolita de pelos color blanco menea la cola con efusividad—. ¿Quién es una perrita hermosa?

Estrella Fugaz © [Completa ✔] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora