Capítulo 24 - Parte 2 : Discúlpame.

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Me acerco a Nomar. Él se pone de pie y, por más increíble que parezca, ésta vez su altura y postura amenazante no logran amedrentarme.

— ¿Qué haces aquí? —pregunto. El veneno y la cólera fluyen por mi tono de voz de manera natural.

— ¿Por qué lo besaste? —cuestiona. El tono de su voz ronca me hace ver que está molesto.

Oh no, tú no tienes el más mínimo derecho a estar molesto.

— Te pregunté ¿¡Qué mierdas haces aquí!? —la rudeza con la que suelto la pregunta me sorprende.

Él suspira, intentando controlarse, y sí, más le vale que se controle aunque yo no me voy a controlar.

— Vine a disculparme —responde tranquilo—. Pero resulta que cuando llego me encuentro con la escenita que tenías con el idiota de tu novio.

Suelto una risa carente de humor.

— Ahora resulta que no puedo besarme o bailar con mi novio —digo con ironía y enfatizo las palabras «mí y novio»—. Pues mira, me sabe muy a mierda lo que tú opines o pienses. Yo hago lo que me da la regalada gana y no tengo que darle explicaciones a nadie ¿sabes? NADIE —lo último lo grito con una fuerza que hace que mi garganta arda— y dentro de esos nadie estás tú, así que no me exijas respuestas porque no te voy a dar ninguna.

— Pues ¿Sabes qué? No te creo.

Vuelvo a reírme de manera burlona.

— ¿Qué no me crees? ¿Qué puedo hacer lo que me da la gana con mi novio o que no te voy a dar explicaciones de nada? —cuestiono, fingiendo curiosidad.

— Ninguna de los dos.

Ruedo los ojos.

— Pues no me interesa. No me interesa que no me creas, no me interesa que hayas venido sólo a disculparte, ¿sabes? ¡No me interesa! Puedes meterte tus disculpas por donde te entren porque no las quiero y también puedes irte por allá —señalo la puerta— directo a la mierda.

Sí, estoy alterada pero no importa, es la única manera de que lo que realmente quiero decir fluya de manera natural. Nomar me va a escuchar, si él quería herirme pues yo quiero hacerlo el doble.

— No me quiero ir, ni a la mierda, ni de aquí. Así que prepárate porque me vas a escuchar...

— ¿Escuchar qué? —lo interrumpo de manera brusca— ¿Cómo quieres volverme nada con tus jodidas palabras? Pues no, no quiero escucharte. Tú me vas a escuchar a mí.

Ríe de manera burlesca. La burla en su risa me dan ganas de matarlo a golpes.

— Y bien...¿qué me quieres decir? Estoy más que ansioso por escucharte decirme la misma mierda, que me aleje, que te deje en paz ¿para qué? ¿para terminar besándonos en cuanto termine esta puta conversación? No lo creo, Natalie.

Respiro hondo. Esta discusión se va a salir de control.

— No te voy a besar —le aseguro con una sonrisa maliciosa—, ni tú a mí, porque te aseguro que si te atreves a acercarte dos pasos más te juro que llamaré a seguridad para que te saque como todo un delincuente.

— Ay, qué miedo —finge temblar, yo aprieto mis puños con fuerza.

— Quiero que te largues.

Él sonríe, triunfal.

— ¿Y qué te hace creer que me voy a ir?

Sonrío.

— Nada, aun no sé cómo te vas a largar, solo quiero que lo hagas.

Estrella Fugaz © [Completa ✔] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora