Un suspiro salió de los labios de Lalisa a primera hora de la mañana, cerrando los ojos con fuerza y moviendoae en la cama agarrando con todas sus fuerzas las sábanas.
Sus ojos se abrieron segundos después sonriendo al ver al contrario de espaldas a ella aún tumbado en la cama.
Hacía años que nadie la tocaba así, hacia tanto tiempo que no le daban una muestra de afecto que ahora confundía el placer con el amor. Pero ¿estaba realmente arrepentida?
Se levantó de la cama a duras penas y se tapó con la primera bata que encontró esta fabricada con finas telas de seda blancas. Tiempo más tarde, ya vestida la puerta del dormitorio se cerró y bajó por todo el palcio hasta sus grandes y preciosos jardines, solo para ella.
Su hija jugaba con una de las nodrizas en la esquina derecha y parecía no ser consciente de nada, sin embargo a ella misma le dolía no poder criarla aunque pasara bastante tiempo con ella.
Antes de poder contemplar el día y pedir su taza de té el peli blanco apareció por la puerta y la invitó a pasear, aceptando al instante. Había sido tan cariñoso con ell y tan gentil que casi no había diferencia entre Jungkook y él, ¿sería por eso por lo que se había dejado llevar?
Tiempo después de la invitación ambos seguían caminando por unos de los jardines más apartados, los cuales si seguías caminando te llevaban a una pequeña cuesta con un rio y allí se sentaron, comenzando a hablar de sus temores.—¿Entonces temeis a la oscuridad? — Min Yoongi se inclinó hacia delante alcanzando varios hierbajos y arrancandolos, esperando una respuesta. Lisa en cambio pensaba, no, no temía a la oscuridad, temía que eso llegara con la soledad.
—No exactamente. — se excusó, echandose hacia atrás, dejando sus manos en su vientre.
—Temo que llegue con la soledad...—Para mi la oscuridad es algo inexistente
—Debeis tener mucha suerte, ¿no?
Lisa apoyó su cabeza en la hierba, suspirando y miró el cielo, aquel día su color era un azul celeste que pocas veces había visto ese invierno.
—Teneis razón, tuve suerte de que me alumbrarais con vuestra presencia.
Una sonrisa apareció en el rostro de Lalisa sin pensarselo dos veces, siendo antes de lo esperado cuando sus labios volvieron a juntarse. La mano de Lisa acarició su mejilla por décima vez en el día y el peli blanco se dejó apoyar en el suelo, separando sus labios ligeramente de los suyos.
—¿Disfrutais de mi compañía?
—¿Quién no lo haría? — "mi madre" Pensó, pero Lalisa sonrió, prestandole otro de sus besos y este volvió a sumergirse en sus labios.
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—Ojalá no os tuvierais que ir...— un susurro se escapó de los labios de la rubia, la cuál aún seguía echado mientras observaba al otro.
—Ojalá pudiera secuestraros— bromeó el peli blanco y se colocó su abrigo, esperando a que la otra de levantara. Esa misma tarde partía a los Estados Unidos otra vez y quien sabía si regresaría, eso estaba en manos de Dios.
—¿De veras debeis iros? — Min asintió, colocando una ligera sonrisa en sus labios y se inclinó ligeramente hacia ella cogiendo su mano.
—Y debo irme ya.— afirmó.
—Os estimaré...
—Y yo a vos.
Ambos caminaron hacia la puerta del pequeño palacio, observando como un caballo era traido por uno de los chicos y él se subía en él, observandolo puntualmente vió como todo dentro de ella se descolocaba lentamente. Habían sido los mejores dos días de su vida, unos días en los que se había olvidado hasta de quien debía ser y ahora que él se había ido era hora de recuperar la compostura y de reaccionar.
¿Qué había hecho?Oh dios.
¿Acaso era pecado amar? No, no era pecado el amar sino el traicionar.
¿Y cómo se suponía que debía pagar por ello?Una vez él ya se había ido, su corazón reaccionaba ante sus hechos, recordando aquella noche en la que su propio marido había conseguido ser la mejor persona del mundo, aunque siempre lo era, su actitud, su carácter y su gran sonrisa, una que aunque no siempre estaba presente era una de las más bonitas que había visto. Y era el padre de su hija.
Y entonces se dió cuenta, de que Min Yoongi era igual que Jungkook.
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+16|| 𝗠𝗔𝗥𝗜𝗘 𝗔𝗡𝗧𝗢𝗜𝗡𝗘𝗧𝗧𝗘 <<마리 앙투아네트>> [LISKOOK] ✔️
FanfictionEl rey ha muerto, viva Jungkook XVI. La mano de Lisa encontró la de Jungkook en un arrebato de confusión y se reflejó en su cara, observando a todas las personas que aunque una vez se arrodillaban ante ellos, más tarde serían sus condenantes. •Comp...