Las horas pasan y casi sin darme cuenta te hecho de menos.
Mis manos buscan en mi ahora nuevo vestido el consuelo que debería encontrar en tí.
¿Por qué te siento más lejos que nunca?Cada vez que mi cabeza se apoya en los frios ladrillos que hacen una pared que nos separa siento que acabaré ahogandome, cortando mis alas y el acceso hasta ti. Porque no podré subir entonces el cielo como tú lo harás y los niños me echarán de menos.
Nuestros niños. La familia que tanto ahnelabamos se hizo realidad y acabó separandonos. Mi preciosa niña rubia de ojos color avellana divaga sola a saber dios por donde mientras que nuestro pequeño ests solo e indefenso ante los monstruos que se meten debajo de su cama todas las noches para atormentarle.
Ni siquiera puedo contener la primera lágrima.
Sale casi sin avisar y mi pecho se encoge, apretando cada vez más fuerte mis dedos sobre la tela de mi vestido.
Ni siquiera pude decirle que le amaba.
Tus besos vuelven a mi mente y ahora puedo sentirme algo más tranquila, pero no estoy sola.
Alguien más me hace compañía, pero quiero que se vaya. Después de dos días sin coger tu mano siento que me pierdo la poca cordura que me quedaba y respiro hondo para tener el control.
Pero alguien se acerca a donde estoy y siento como la puerta se abre, haciendome levantar la cabeza.Vienen a traerme la comida.
Una que ni siquiera llego a probar.
El miedo era tan profundo que temía probar la comida por miedo a que quisieran matarme, aunque tú me prometiste que nadie me haría daño, pero supongo que las promesas no duran para siempre. Y a pesar de haber tratado de ser feliz no puedo conseguirlo si te apartan de mi lado.
Mi voz comienza a endurecerse cuando se acercan a mi y muevo mis brazos para protegerme de cualquier cosa, pero solo me dejan a mi lado una pequeña manta.
Entonces flaqueo.—Necesito ver a mi marido — susurrro, en un intento de que me oiga, pero en vez de concederme el permiso, se rie de mi, de nosotros, y entonces todo se vuelve oscuro.
—Lo siento, pero su marido no puede ver a nadie — su respuesta fue tan firme que mi corazón se paró por segundos, pensando que quizás me habias dejado, que te habias ido.
—Por favor — rogué hasta que la siguiente lágrima salió y me apoyé en la pared que nos separaba.
El chico ni siquiera se dio la vuelta, simplemente suspiró, arrastrando la silla hasta el medio de la pequeña habitación y yo me encogí.—Sientate aqui— las voces volvieron a mi cabeza, cuando tú me lo pedias era mejor, más amable, más tierno, ahora las voces se vuelven oscuras, como por arte de magia tu desapareces. —Vamos, sientate aqui, no muerdo. — sí que muerdes.
No quiero hacerlo. —Por favor— ruego casi envolviendome en mi misma.
Él ni siquiera duda en hacer notar el golpe.
—Vamos, ahora.
Sus ordenes llegan a mis odios más claras de lo que me gustaría, y por eso con mi cuerpo sobrecogido me levanto poco a poco de la cama y camino hacia ahi, sentandome tratando de mantener la calma por ti.
—Creo que ambos sabemos donde estamos. — comenzó, y yo me encojo pensando en tu mano cogiendo la mia.
—No volverás a verlo aunque sea lo último que haga. — mi cabeza cae hacia delante segundos después, casi sin aire circulando por mis venas los pulmones se encharcan de tristeza.Tus besos sobre mis labios.
Tus manos sobre las mias.
—Pero siempre podemos pasarlo bien tú y yo, ¿a que sí, preciosa? — su voz comenzó a reducirse y sus manos pasaron por mi pelo en un intento suave de hacerme tranquilizar, pero mis sentidos cantan peligro y las lágrimas comienzan a salir, esperando a que tu regreses.
Debería de haber sido yo, y no tú.
Cuando nuestros sentidos se encuentran y mis lágrimas forman el lago que nos reune de nuevo siento por fin una conexión. Y aunque sus manos pasarn delicadamente por mi cara trato de pensar que son tus caricias y no las suyas, pero me derrumbo igualmente hacia una oscuridad de la que solo tú puedes sacarme.
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+16|| 𝗠𝗔𝗥𝗜𝗘 𝗔𝗡𝗧𝗢𝗜𝗡𝗘𝗧𝗧𝗘 <<마리 앙투아네트>> [LISKOOK] ✔️
FanfictionEl rey ha muerto, viva Jungkook XVI. La mano de Lisa encontró la de Jungkook en un arrebato de confusión y se reflejó en su cara, observando a todas las personas que aunque una vez se arrodillaban ante ellos, más tarde serían sus condenantes. •Comp...