—Mamá tengo hambre— protestó la pequeña, echandose hacia atrás en el asiento y Lisa suspiró, mirando hacia la ventana.
Estaba tan cansada que ni siquiera era capaz de contestar a su propia hija, haciendo que Jungkook levantara la cabeza y le extendiera una chocolatina a la niña. Esta sonrió enormemente y le dió las gracias a su padre para comenzar a comer, mientras que el pequeño se escurría de su asiento para levantarse y Jungkook lo reñía, volviendo a sentarlo.
Lisa alzó su mano hasta el cristal y deslizó sus dedos sobre este.
Iba a extrañar la liz del día de Francia, pero a cambio volvería con su familia, con sus hermanos y a poder vivir una vida tranquila y sin miedos junto a Jungkook y sus hijos.
¿Por qué no podía haber sido así desde el principio?
Tenía que haber alguna solución para todo aquello, pero si la había ellos ya no la aplicarían.
Ahora, los cuatro trataban de escapar de su país, el que Dios había elegido para que ellos lo cuidaran por él. Pero había roto su promesa, y Lisa sabía que irían al infierno por ello, que Dios les castigaría y su final feliz se tornaría negro.—Lisa, tienes que comer algo— La rubia dejó caer su mano sobre su vestido y giró la cabeza para mirar al castaño.
—No me apetece, Kookie— susurró.
Jungkook partió un trozo de pan para extenderselo, haciendo que lo mirara.—Vamos Lili, aún quedan un par de horas hasta la frontera.
—¿Dormiremos allí?
—Necesitamos descansar— aseguró Jungkook. Ambos sabían que la persona que les llevaba hasta Austria era de fiar, tanto que le habían confiado su plan, o al menos el que Jungkook había hecho.
Nadie les reconocería vestidos de criados y menos de noche.—Mami, upa— Lisa bajó su mirada hasta el pequeño niño y sonrió, cogiendolo por los brazos para auparlo en sus piernas.
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Ambos se despertaron con el sonido de la puerta abriendose. No podían haber llegado tan pronto, ¿o sí?
Por un momento su cabeza le hizo imaginar que habían pasado la frontera, que estaban a salvl y que había cumplido su palabra con Lisa, pero Jungkook suspiró cuando vió que seguían justo al borde de la frontera.—¿Qué sucede? — el chico algo perdido llevó su mano hasta su cabeza y evitó contacto visual.
—Señor, hemos llegado al hospedaje. — anunció el joven.
Ambos se miraron y Lisa cogió la mano de su hija casi sin pensarselo dos veces. ¿Estaban seguros de que nadie les habia seguido? ¿Que nadie les habia reconocido? ¿Cómo podían haber sido tan tonto de contratar un hospedaje antes de haber pasado la frontera?
Jungkook agarró a su hijo pequeño y lo apretó contra su pecho, saliendo del carruaje primero, dejando paso a Lisa segundos después.Entonces todo se volvió oscuridad, sus rostros fueron espacios en blanco en medio de la noche y solamente las pequeñas luces del carruaje alumbraban sus rostros de espaldas.
Lalisa agarró a Eunb y giró la vista hacia Jungkook, el cual instantáneamente la miró a ella.
¿Por qué no podía avanzar?Entonces el castaño comenzó a caminar y ambos llegaron a dentro de la pequeña casa. No era su palacio pero era humilde y servía de paso, ya que no importaba que fueras rico o rey o pobre, la muerte acechaba a todo el mundo y era un ciclo que no se podía parar aunque fueras un dios.
—Buenas noches, jóvenes. ¿Qué puedo hacer por vosotros? — el señor, probablemente de unos cincuenta años levantó la vista para mirarles, frunciendo el ceño. Ambos portaban solo una maleta y los dos niños en sus cuellos, parecían perdidos pero no quería preguntar, no se metía en la vida de la gente, solamente se preocupaba de la suya.
Lisa lo miró atentamente, juntando su mirada con la suya por unos momentos. Se le paró el corazón cuando el señor frunció el ceño tras mirarla a los ojos y entonces Jungkook interrumpió.
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+16|| 𝗠𝗔𝗥𝗜𝗘 𝗔𝗡𝗧𝗢𝗜𝗡𝗘𝗧𝗧𝗘 <<마리 앙투아네트>> [LISKOOK] ✔️
FanfictionEl rey ha muerto, viva Jungkook XVI. La mano de Lisa encontró la de Jungkook en un arrebato de confusión y se reflejó en su cara, observando a todas las personas que aunque una vez se arrodillaban ante ellos, más tarde serían sus condenantes. •Comp...