—La reina necesita aire, por favor.
Toda la gente comenzó a moverse, algunos alcanzaron las ventanas para abrirlas como pudieron, proporcionando aire a Lisa en cuanto pudieron. Aquella madrugada Lisa había comenzado a sentirlo y entonces ambos lo supieron.
Ya habían pasado nueve meses y ambos seguían igual, ambos se querían y se habían confiado todas las cosas que necesitaban. Pero ahora iban a poder compartir su felicidad con otra persona.—Atrás, vamos— ordenó Jungkook, dando un paso adelante y las aproximadas veinte personas en la sala caminaron hacia atrás.
Lisa encogió su cuerpo tanto como pudo y agarró las manos de las chicas de las que ya no se acordaba del nombre para apretarlas fuertemente, sintiendo como su interior se rompía. Su presente se basaba em agonizar y en tratar de aguantar despierta para poder dar a luz.
Un momento después un grito salió de su boca lo más alto que pudo y sus ojos se cerraron, dejando caer su cabeza hacia atrás y sus piernas se contrajeron hacia su tronco. No iba a aguantarlo más. Pero en su interior, solo rezaba porque fuera un niño, uno precioso y sano, uno que fuera el futuro rey de Francia.—Majestad, un poco más, ya casi está, necesito que haga todo el esfuerzo posible. — alentó la nodriza, sujetando su mano y con la otra depositando un mojado trapo en su cabeza, haciendo que Lisa respirara hondo por primera vez en las nueve horas de parto y dejó su cabeza sobre la almohada, soltando leves gemidos.
—Ahora, majestad, vamos— la nodriza movió la mano de Lisa ligeramente y la chica cogió todas sus fuerzas para tratar de empujar lo mayor posible. Su interior entero dolía demasiado y ni siquiera podía concentrarse en dar a luz a su hijo con toda esa gente mirandola, judgandola, probablemente luego empezarían con el rumor de que no sabía ni dar a luz a su porpio hijo.
Pero cuando se quiso dar cuenta, el llanto que tanto esperaban se dejó oir en toda la sala y Jungkook y Lisa respiraron tranquilos al mismo tiempo.
Segundos después Lisa acabó desmayandose por falta de aire y entonces todos comenzaron a moverse. Jungkook comenzó a avanzar y llegó hasta donde la nodriza sujetaba al bebé para observarla unos segundos.—Es una niña, Majestad. —informó la chica, bajando la cabeza y moviendo al bebé en sus brazos.
Algo dentro de Jungkook se rompió en ese instante. A él le daba igual que fuera niña o niño, pues lo querría igual, per el pueblo y la ley no. Rápidamente se giró y ahora su vista se dirigía a Lisa, la cuál yacía tendida en la cama y sin casi pensarlo terminó agachandose y sujetando su mano, tratando de saber cómo se encontraba.
—Lisa, Lisa — murmuró, buscando su pulso y cuando lo encontró se liberó, volviendo a su mano y girando la cabeza a la corte, la cuál los observaba fijamente, con el llanto del bebé de fondo.
—Es una niña— informó ahora el rey, levantandose ante todos y colocandose justo en el medio. —Me gustaría pedirles amablemente que dejen la sala, por favor.— ordenó suavemente, volviendo a darse la vuelta, pero pars entonces, Lisa ya había abierto los ojos.
—Lisa, estais bien, estais aqui — Jungkook volvió a agacharse a su lado y sonrió.
—Es...un niño...—murmuró dandose la vuelta para observarle. Tenía que ser un niño.
—Es una niña— negó Jungkook, cogiendo su mano. —Una niña preciosa y sana.
Lisa suspiró, cerrando por un momento sus ojos y sonriendo segundos después, apretando sus manos.—Jeon Eunb...— murmuró Lisa feliz, dandose otra vez la vuelta.
—Jeon Eunb —repitió ahora Jungkook, agitando su mano.
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—Shhhhhhhhhhh— tranquilizó Lisa, acercandose hasta el sofá donde se encontraba echada la niña y la observó unos minutos, cogiendola en brazos y acercó su cara a la suya. Era una niña rubia y con los ojos verdes azulados, unos tan preciosos que hipnotizaban. —Mi querida Maria Eunb — susurró Lisa sonriente— no eres lo que todos esperaban, ¿a que no? —su dedo se acercó a su pequeña mano— pero no por eso eres menos importante para mi.
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+16|| 𝗠𝗔𝗥𝗜𝗘 𝗔𝗡𝗧𝗢𝗜𝗡𝗘𝗧𝗧𝗘 <<마리 앙투아네트>> [LISKOOK] ✔️
FanfictionEl rey ha muerto, viva Jungkook XVI. La mano de Lisa encontró la de Jungkook en un arrebato de confusión y se reflejó en su cara, observando a todas las personas que aunque una vez se arrodillaban ante ellos, más tarde serían sus condenantes. •Comp...