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Las paredes del palacio eran enormes a sus ojos, doradas y blancas columnas se destacaban solamente en sus aposentos a los cuales acababan de entrar.
Unas pequeñas niñas que parecían muñecas de porcelana se limitaban a caminar después de ella y la más pequeña se agarró a su faldón llamando la atención de Lisa.

—Eh...hola...— sonrió  bajando su mirada a la niña y siguió caminando hasta llegar a la gran habitación en la que se encontraba la cama.

El techo esta vez era mucho más alto que el de la sala de sus aposentos, siendo incluso equivalente a tres pisos de altura.
La luz entraba por los grandes ventanales y sus ojos vagaban por toda la habitación, observando todos los minimos detalles.

—Vaya...

[...]

La música era realmente alta en la iglesia.
El vestido que Lisa llevaba era más largo que la alfombra que pisaba y casi podía verse desde otro continente.
La gente yacía a su alrededor esperando a que los pasos de la rubia se acortaran hasta el altar, observandola detenidamente.

La boda se había orgnizado astutamente para un día después de la llegada de la chica, ya que para el rey corría la prisa por casar a su único heredero varón.

Lisa aferró sus manos a su blanco vestido y caminó alzando su barbilla, pareciendo decidida a la vista de los demás y por fin, cuando creía que el camino nunca acabaría, llegó al altar.

—In nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti. Amen.

La sala se calló en el momento en el que el cura vendijo la llegada y Lisa se lo estiró en su sitio, mirando hacia el frente y le sonrió al cura.
A su lado se encontraba el chico, el cuál solo había sonreido una vez y mantenía la mirada fija en el mismo sitio que ella, esperando que aquella cosa terminara pronto. Era estresante ver a millones de personas que ni siqueira mantenían una relación afectiva con ellos presenciando su boda.

Sus cuerpos se volvieron y ahora sus ojos viajaron a los otros, encontrandose descaradamente y Lisa sonrió, alzando su mano para poder permitirle al azabache colocar el anillo en su dedo.

Ambos intercambiaron sus anillos y sus manos se unieron, volviendo a darse la vuelta para ver a la gente.
Cuando el rey comenzó a aplaudir todos le siguieron y Jungkook se inclinó ante la gente, tirando de la mano de Lisa para que hiciera lo mismo que él, pero el corset que llevaba no permitía que pudiera encorvar su espalda asique simplemente dobló sus rodillas hacia abajo para poder descender minimamente.

Sería poco decir que se estaba asfixiando.

Poco después de salir de esa increiblemente espectacular iglesia toda la gente desapreció para montar en sus carruajes y dirigirse a Versailles. El lugar donde se haría la fiesta.
Jungkook y Lisa fueron obligados a ir en el mismo carruaje, por lo cuál el silencio se prolongó, hasta que uno de los dos habló.

—Entonces...¿os gusta crear cerraduras como afición?

El silencio se rompió entre ellos cuando Lisa abrió la boca, tratando de romper el hielo.

—Sí

Lisa asintió y movió sus labios lentamente por el aburrimiento, llevando su mirada hacia el exterior.
Jungkook movió su cabeza llevandola hacia ella y observandola. Parecía mucho más joven que él y perdida. ¿Podrían salir adelante?
No lo sabía, pero sí sabía que podía corroborar que era hermosa como todos decían y que haría lo posible para hacerle la vida más fácil en Francia.

Justo cuando suspensamientos comenzabana  derivar el carruaje paró, anunciando su llegada a Versailles y la gente se colocó en fila. Jungkook giró su cabeza y se levantó del asiento para sentarse frente a Lisa, la cuál se giró hacia él, observandole.

—Escuchad, no le dediqueis una mirada a nadie, simplemente seguid el camino hasta la sala de la fiesta, yo estaré a vuestro lado.

—Todos me miraran.

—Pero vos no los mirareis a ellos. — solucionó él, tratando de sonreir y entonces la puerta se abrió, permitiendoles salir.

Lalisa comenzó a caminar al lado del chico con la cabeza alta y como antes había dicho, sin mirar a nadie, caminando entre todos.

[...]

Media hora después un circulo se abrió a su alrededor y sus manos se unieron ligeramente con un espacio de por medio, comenzando a bailar.
Dieron cuatro vueltas de izquierda a derecha y sus manos intercambiaron posiciones, buscando sus miradas hasta encontrarlas.

La música iba algo más rápido y cuando acabó el rey dió un paso adelante, provocando que todo el mundo se inclinara y ambos chicos se colocaran frente a él, reciviendo una copa por persona.

Todos atendieron y el rey levantó su copa con su mano derecha, haciendo que todo el mundo lo imitara.

—Por el delfín y la delfina de Francia. — todo el mundo siguió su gesto y esperó a que terminara sus palabras. —Y que nos vendigan con muchos hijos.

Todo el mundo en la sala elevó su copa una vez más y la llevaron hasta sus bocas, provocando que ambos chicos miraran a su alrededor.
Era poco decir que Lisa no se encontraba cómoda en ese momento en particular.

Desde que la fiesta había llegado a su fin la gente se había ido retirando y ellos se despidieron para llevar caminos separados. Aunque más tarde fueran a acabar juntos.

Lisa fue encaminada hacia sus aposentos por varias chicas, incluyendo a su camarera principal, la camarera primera y debía decir que nunca había visto a alguien tan elegante, su cabello caía en cascada por su espalda, ya que al contrario que muchas no llevaba peluca.  Y su vestido era espectacular. ¿Sería solo hoy?

—Ya está, alteza.

Casi sin darse cuenta, Lisa ya había sido desvestida y cambiada a un ligero y casi blanco transparente camisón.
Asintió y observó como por lo menso trece personas entraban en la habitación, observandola. Su pelo estaba suelto y yacía algo despeinado, provocando que ciertos rizos hinundaran su cara y algo confundida observó a su dama llegar hasta ella. Al otro lado, la puerta se abrió y la gente rápidamente se inclinó.
El azabache entró por la puerta casi en las mismas condiciones que ella, en un camisón blanco, pero este era algo más denso. El chico caminó hasta el otro lado de la cama y Lisa se sentó para meterse dentro, algo que el chico repitió tras ella.
Tras ser tapados las personas retrocedieron unos metros y ambos observaron atentamente al rey, el cuál se encontraba delante de ellos junto al mismo cura que les había casado anteriormente.

—Buenas noches y buena suerte.

Las manos de Lisa se juntaron bajo las mantas y observó a todo el mundo despedirse con una reverencia mientras que dos chicas en las que todavía no se había fijado se acercaron hasta la cama, cojiendo en sus manos las cortinas de aquella enorme cama.

Y entonces las cortinas se cerraron.

+16|| 𝗠𝗔𝗥𝗜𝗘 𝗔𝗡𝗧𝗢𝗜𝗡𝗘𝗧𝗧𝗘 <<마리 앙투아네트>> [LISKOOK] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora