Probablemente llevarían dos días de viaje, eso sin contar que no habían dormido en absoluto.
Lalisa ni siquiera había soltado la mano de Jungkook desde que los metieron en el carruaje, este era algo más frio y menos acomodado que el suyo, pero por lo menos no los habían llevado en carreta.
Ellos dos en un mismo banco, agarrando sus manos y los dos niños sentados en el otro, echados, durmiendo. Por lo menos ellos conciliaban el sueño.Jungkook giró su mirada, estaba cansado de ver el paisaje, no era lo que él quería, él deseaba la libertad, poder vivir una vida tranquila junto a Lisa, sin tener que prometer que nadie le quitaría la vida, pero ya ni siquiera sabía si podía hacer eso.
Su esperanza se esfumó en el momento en que sus pies fueron puestos dentro de aquel carruaje que les devolvería a París.
Ahora más que nunca se sentía frustrado, inútil y sabía que el que debería de haber muerto habría tenido que ser él, y no su abuelo. Él no sabía reinar, si bien tardó años en poder establecer su matrimonio con Lisa, ¿se habría notado tanto siendo rey?—Jungkook, estamos en París. — los susurros de Lisa sobre su hombro le hicieron perder la noción de su propia cabeza, y se giró para verla.
—Lo siento mucho, Lili. La palabra de un rey al fin y al cabo no sirve para mucho.
—No digas eso, Kook, trataste de hacerme, hacernos felices cuanto pudiste, pero estoy segura de que esté donde esté nuestro señor tiene fe en que esto es lo que debe pasar, y si él indica mi destino yo no soy quien para impedirselo.
Sus palabras llegaron a los oidos de Jungkook como palabras tristes, hundidas y sonaba a una despedida, pero no permitiría que les separaran otra vez. Por encima de su cadáver.
—Mamá— Lisa giró su cabeza para coger la mano de Jungkook y se movió ligeramente para agacharse a su lado.
—Cariño, qué te pasa.
—¿Somos felices ya? ¿Podemos sonreir?
El corazón de Lisa dejó de bombear sangre por un momento, haciendo que su respiración fuera cortada y llevó su mano suavemente hasta el leve flequillo del niño para pasar su mano, despeinandolo y se aferró a él, soltando la mano de Jungkook, para agarrar la cabeza de su hijo.
—Puedes sonreir siempre que quieras, Jungkookie, imaginate que estas jugando con papá, ¿vale?, y si algún día ya no puedes jugar más con él, entonces imaginate que juegas conmigo, que jugamos a pillarnos y que siempre saldré para estar a tu lado. — El carruaje paró bruscamente segundos después. Sus manos se movieron freneticamente por el pelo del niño y besos recorrieron mil veces su coronilla. —Mamá te quiere— sus susurros se convirtieron en repetitivos cuando los pasos se acercaban hasta la puerta y Eunb se sentó en las piernas de su padre, siendole arrebatada por la propia Lisa, la cuál se aferró a ella de forma frenética. No quería alejarse de ellos, pero sabía que lo harían.
—Lisa tranquila— la voz de Jungkook hizo un eco en su cabeza.
—Pero te quiero, mami, no te vas a ir, ¿no?
—Siempre voy a estar contigo, cariño, siempre, y contigo también, porque el señor es bueno, si tienes fe, el te concederá el perdón, él nos quiere y nos protege, el nos cuida...— sus manos vagaron por la pierna de Jungkook hasta que su mano la agarró, tirando de ella hacia arriba, aunque el castaño no podía evitar que se le cortara la respiración. Lisa llegó a sus brazos segundos después, empujando su cara contra su hombro y apretó todo lo fuerte posible.
La puerta se abrió segundos después, a gritos los oficiales desplegaron armas y dos soldados bajaron a los niños para ordenarles que salieran, pero Lisa no se podía mover.
—Lisa, sal. —susurró Jungkook, tratando de que levantara la cabeza.
—Hagale caso, señorita, no me gustaría tener que hacer los honores. — la voz sonó gruesa y fuerte, mientras que Lisa se había olvidado de todo el francés que sabía, había comenzado a hablar y pensar en alemán casi sin darse cuenta.
Pero poco después fue bajada por el propio castaño y ambos caminaron unos pasos hasta quedar fente a todos los militares.Ni siquiera había visto irse a sus hijos, debían de estar muertos de miedo, no conocían a esas personas y eran solo unos crios, ella tenía la culpa de todo.
Cuando el general comenzó a hablar Lisa ni siquiera podía entenderle, su mano unida a la de Jungkook daba a entender que no podría aguantar de pie ni dos segundos si no era con él a su lado.
¿Pero y si le apartaban de su lado?Cuando sentía esa calidez junto a él ni siquiera había pensado en lo valiosa que era, sino que se dedicó a jugar, a demostrarle que no todo se centraba en las caricias sino en los gestos bonitos. Pero cuando menos se lo esperaba sus manos fueron separadas y entonces comenzó a gritar. Su garganta dolía y la muchedumbre solamente observaba, como un matrimonio era destrozado por llevar sangre de reyes, como el castaño desaparecía a su izquierda y ella era arrastrada hacia la derecha, sin siquiera tocar sus labios por última vez sintió que se volvería loca. La distancia acabaría por envejecerla como nunca antes y se sentiría indefensa sin él. Pero la soledad era algo con lo que debería aprender a vivir desde ese mismo instante, pero todo era legal hasta que las llaves cerraron la única puerta por la que podía acceder a su vida.
En aquel momento se dió cuenta de que después de gritar, ser arrastrada y encerrada, Dios había elegido su destino y el de Jungkook.
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+16|| 𝗠𝗔𝗥𝗜𝗘 𝗔𝗡𝗧𝗢𝗜𝗡𝗘𝗧𝗧𝗘 <<마리 앙투아네트>> [LISKOOK] ✔️
FanfictionEl rey ha muerto, viva Jungkook XVI. La mano de Lisa encontró la de Jungkook en un arrebato de confusión y se reflejó en su cara, observando a todas las personas que aunque una vez se arrodillaban ante ellos, más tarde serían sus condenantes. •Comp...