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—¿Has pasado una buena tarde, el tiempo os ha acompañado?

Lisa se alzó en la cama, sentandose y apoyando su espalda en la gran almohada para girar su cabeza hacia él, el cuál se encontraba accediendo a los aposentos.
Su cara relucía cansancio, bastante había  discutido esa tarde en  la cámara.

Al parecer, se había alzado un "líder" que comentaba los errores de la monarquía absoluta y que sería mejor implantar una monarquía parlamentaria.

Tonterias.

El estado, según su abuelo, era él.

—Digamos que hemos tenido roces, y no hemos llegado a un acuerdo...—comentó, quitandose la ropa con la que no dormiría, quedando en un traje blanco y suspiró, agarrando las sábanas y metiendose en la cama.

—Ya verás como conseguis llegar a algo...— comentó la chica, llevando un trozo de pastelito en forma de caramelo que se encontraba en su pequeña mesita.

—Eso espero. ¿Qué tal tu tarde?

—Aburrida...— susurró, echandose hacia atrás. — Tu hermana y yo volvimos a visitar a tu abuelo, está peor, todos sabemos como acabará esto.

—Sí, lo sabemos, pero no estoy listo para ser rey, Lisa.

Ambos realizaron el mismo gesto de desagrado, pensando en que pronto todo cambiaría y que ninguno estaba listo para ello.
Ambos eran demasiado jóvenes para reinar.

—Tranquilo, mejorarás con el tiempo, estoy segura de ello. — una sonrisa se instaló en sus labios y se colocó de lado, mirandolo ahora.

—Eres demasiado optimista, Lalisa, pero a la vez es bueno...

Ahora ambos apoyaban sus cabezas sobre el gran almohadón, observandose. Tenía razón, con el tiempo aprendería y no sería tan dificil. ¿Verdad?
Sin embargo no sería tan fácil, ni con el tiempo ni con la práctica, pues Jungkook no estaba hecho para reinar y Lisa no tenía la capacidad de estructurarse.

—Siento haberos dejado de lado las últimas semanas, no han sido las mejores. — insistió una vez más el azabache, colocando su mano entre ambos y Lisa negó, restandole importancia. Él le había prestado más atención esas semanas que en su propio país natal. Que en su propia casa.

—No habeis de por qué disculparos, al fin y al cabo todo cobra un precio.

—Touchè.

Jungkook sonrió. Por un momento pudo imaginarse jugando una partida de ajedrez junto a ella, en la cuál estaba clarisimo que no ganaría y la chica le metería una paliza.
Parecía incluso más espabilada que él, más abierta a ideas ilustradas y no entendía por qué se le trataba como a un objeto de compañía, cuando en realidad podía hacerle feliz.

—¿Lalisa?—la chica abrió ligeramente sus ojos, alcanzando su mirada. — Me haces feliz.

Tras una leve sonrisa sus labios volvieron a juntarse, recibiendo un cálido gesto por parte femenina, la cuál extendió sus manos por sus mejillas, cerrando sus ojos tras volver a juntar sus labios.

Una fuerte tentación llegó al corazón de la rubia, la cuál volvió a recuperar las esperanzas, de tanto ser ella feliz como de ver a su madre feliz, de poder cumplir los deseos del rey y de provocar un serio gesto en la cara de Madame Kim Jisoo.
Entonces ambos se separaron y fracturaron sus labios, abriendo un espacio enorme entre ellos.
Y todo volvió a entintarse para la rubia.

Sus manos se dispersaron y bajaron hasta las suyas, agarrandolas.
Por un momento sus labios habían sido unidos y las manos ajenas bajaron por su espalda, haciendola bajar sus defensas, pero en cuanto esos pensamientos se hicieron presentes el azabache fracturó el encuentro.
No estaba listo para nada que implicara el amor, sin embargo, besarla le traía confianza sobre que algún día podría hacerlo, que algún día a parte de saber que ama, podrá demostrarlo.
Pero hasta el momento, era una carta escrita en un papel traspasable, el cuál todo el mundo podía comprobar desde cualquier lado sin ser discreto.
Y es que Jungkook se estaba enamorando de Lalisa.

+16|| 𝗠𝗔𝗥𝗜𝗘 𝗔𝗡𝗧𝗢𝗜𝗡𝗘𝗧𝗧𝗘 <<마리 앙투아네트>> [LISKOOK] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora