La cita

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Una vez terminada la universidad Amber y yo decidimos volver a vernos, para recordar viejos tiempos. Honestamente es una mujer que excita a cualquiera, cada poro de su piel desprende feromonas sexuales capaces de volvernos animales, sus fieles servidores, sus esclavos con tal de obtener más de ella.

Verla nuevamente, inclinada de espaldas viendo hacia la barra me permite apreciar su bonito trasero, el cual anhelo azotar una y otra vez, bebe de su trago y miro como se lame los labios.

— Megan. – digo, en nuestro juego.

— Peter. – responde seductora, su voz es la mejor armonía.

— Un largo tiempo sin verte. – respondo, el barman me ofrece una bebida y la tomo.

— Solo un poco, pero siéntate, estás en tu... bar. – responde sin verme.

— Am...

— Shh... – dice, pone su dedo índice sobre mis labios y luego los acaricia. – Soy Megan y tú Peter. – baja la mirada y se muerde el labio inferior. – ¿Te gusta que te miren? – pregunta y lo miro confundido.

— ¿De qué hablas? – pregunto y se inclina, puedo ver el pezón de su pecho y siento como mi miembro se endurece.

— Tener sexo en un lugar público. – responde, sonríe y se muerde el labio.

— ¿Es en serio? – pregunto un poco sorprendido por el momento. Sonríe y asiente, se acomoda el cabello y me deja ver su cuello. Me levanto del asiento y me paro detrás de ella.

— ¿Qué haces? – pregunta un poco incomoda.

— ¿Te está molestando? – dice un sujeto creyéndose el héroe de la situación, Amber niega y se ríe.

— ¿Qué haces? Siéntate. – ordena.

— Pero creí...

— Te veo en cinco en el baño de hombres, al fondo. – susurra en mi oído.

Miro a la gente bailando y bebiendo, ignorando nuestro momento, miro el reloj y veo el tiempo, estoy ansioso porque pase el tiempo, pero solo continuo bebiendo el mismo trago, veo a todos lados y cuando por fin pasa el tiempo camino entre la gente, el baño de las mujeres tiene incluso fila afuera, mientras que el de los hombres parece completamente libre, camino decidido hasta el baño y toco, abre ligeramente la puerta, me jala con fuerza para entrar y me besa desesperadamente.

— Era literal lo de los cinco minutos, tardaste mucho. – dice mientras desabrocha mi pantalón.

Libera mi erección y lame la punta, gozo cada vez que su lengua pasea por mi miembro, vuelve a hacerlo y sonríe al ver que me excita, se escucha que la puerta se abre y me pide guardar silencio, vuelve a tomarme del cuello y vuelve a besarme.

— Ponte el condón. – susurra.

Me mira ponérmelo y se sube al estanque del sanitario, abre las piernas y me atrae hacia ella, conduce mi miembro hasta la entrada de su vagina y comienzo a moverme, no podemos gemir, así que silenciamos nuestro gemidos entre besos y presionamos los labios cuando sentimos que queremos gritar, sus piernas abrazan mi cintura y se mueve para buscar su placer, desabrocho su vestido y miro sus pechos, los chupo y siento como se erizan dentro de mi boca, echa su cabeza hacía atrás y continuamos moviéndonos, sus tacones en ocasiones tocan la pared de al lado, pero vuelve a enrollarse en mi cuerpo para continuar moviéndose, comienzo a sentir la fuerza y contracción en la parte baja de mi abdomen y siento como me voy a venir, abre las piernas y las cierra generando la mejor de las sensaciones, continuo entrando en ella, acaricio su clítoris y con un fuerte empellón ambos llegamos al clímax, abraza mi cuello y me besa, respiramos con dificultad, pero permanecemos ahí hasta recuperarnos, limpiamos nuestros fluidos y ella se acomoda el bonito pero corto vestido.

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