Como Elvis Presley

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Todo el personal parece haberse enterado de mi mala semana, quieren saber si me encuentro bien o necesito ir con mi familia, es lo que más quisiera pero tengo mucho trabajo por hacer.

Después de un rato sin poder concentrarme voy a la oficina de Joseph, no lo he visto prácticamente en todo el día, lo veo tan concentrado que decido retirarme.

— Entra. – ordena y obedezco.

Es un poco inevitable la sensación de calor y atracción que ambos sentimos cuando estamos a solas.

— Si no es buen momento... mejor platicamos al rato. – digo y niega.

— Ven. – susurra.

El sonido de su voz parece hipnotizarme, se pone detrás de mí y me pega en el librero mientras sus manos recorren mi cuerpo. "Quiero algo mejor para ti que solo ser la amante de tu profesor." Libero un gemido al sentir la palma de su mano sobre mi sexo, muerdo mi labio mientras me dejo poseer, pero las palabras de mi madre suenan en mi cabeza una y otra vez.

— Detente. – susurro con dificultad, sus dedos estimulan mi clítoris y necesito salir de ahí.

— ¿No lo deseas? – pregunta, mis caderas de inclinan hasta encontrar su erección, con un mano toma mi cabeza y la pega a la madera del mueble, mientras la otra continua estimulándome.

— Espera.

— Va a ser rápido nena. – introduce su miembro y se mueve con rapidez dentro de mí, mientras sus manos presionan mis pechos, quiero gritar, pero no puedo, muerdo mis labios para ahogar mis gritos y gemidos. – Aun no sabes que me vuelves loco.

— Si. – susurro al sentir placer. Con sus fuertes y rápidos movimientos llegamos al clímax, nuestra respiración es entrecortada y tratamos de recuperar el aliento.

Rodea su escritorio y se acomoda la ropa, yo hago lo mismo desde donde estoy y aliso mi cabello, tratando de llegar al final de esto, no puede volver a pasar.

— Joseph...Yo... no... no podemos seguir con esto. – digo y el libera un risa llena de ironía.

— No Amber. – responde.

— No te estoy preguntando, estoy terminando con esto. – digo firme.

— No puedes hacerme esto, deje a mi familia. – se levanta y con paso apresurado se lanza hacía mí, me acorrala en aquel librero. – Intente cogerme a Susan y lo único que venía a mi mente eras tú. – dice mientras hunde su nariz en mi cabello. – Tu olor, tu cuerpo. – toca uno de mis pechos y deciente hasta mi sexo. – Tu sabor, el sonido de tu voz al gemir mientras entro en ti.

— Yo no te lo pedí. – respondo, sonríe con ironía y da un golpe al lado de mi rosto, me sobresalto y se escucha la puerta. – Cuidado, casi se caen los libros. – digo al ver a Matt plantado en la puerta.

— Si, gracias. – sisea malhumorado.

— ¿Todo bien? Escuche un golpe, creí que algo había pasado.

— Nada, solo buscaba un libro que estaba arriba y los demás estaban por caer, pero los detuve. – respondo y sonríe.

— Ya...

— Gracias, profesor. – le digo a Joseph, Matt y yo salimos de su oficina, abrazo el libro con fuerza y me siento en mi lugar.

— ¿Segura que todo está bien? – pregunta con preocupación.

— Claro, ¿Por qué no había de estarlo? – pregunto.

— Porque hasta donde sé estudias imágenes, no historia griega. – dice mientras miro el libro, me quedo sin palabras y besa mi frente. – Estaré enfrente. – asiento, miro la pantalla de mi laptop y continuo trabajando, pongo un poco de música, una canción me lleva a otra y recuerdo la historia que he tenido con Joseph.

ENCUENTROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora