Soledad y Felicidad

1.2K 123 32
                                    


Apenas puedo mantenerme de pie, salgo corriendo a mi casa y tomo la maleta con cosas indispensables, ni siquiera cambio mi atuendo, voy sumergida en mis pensamientos, necesito llegar a casa de mis padres, mientras voy en camino compro el boleto de avión.

El tiempo pasa lento, como si no quisiera que llegara a mi destino, documento mi maleta y hago el check-in, en cuestión de minutos estamos abordando el avión y espero que el avión acelere, que vaya más a prisa. Es más de la media noche, me recargo en mi asiento y pido un vaso de agua, miro por la ventana y viene a mí el recuerdo de Matt queriendo venir, de sus recientes reacciones, todo está de cabeza, no puedo entender el tiempo en el que me encuentro.

Termino cerrando los ojos y como si hubiera sido cuestión de segundos la sobrecargo me la unos ligeros toqui dos en el hombro pidiéndome despertar ya que estamos por aterrizar. Se siente el movimiento del avión, una pequeña turbulencia y finalmente tocamos tierra.

Camino tan a prisa que parece que voy corriendo a recoger mi maleta, la banda dura una eternidad para ponerse en movimiento, miro mi maleta y voy por ella, salgo corriendo del aeropuerto para subirme al primer taxi que está enfrente.

Le doy la dirección de mis papás y pido que acelere, que todo sea lo más rápido posible y afortunadamente cumple mi petición, al llegar pago mi cuota y salgo directa a la puerta, toco con fuerza y veo a mi papá decaído.

— ¿En dónde está? – pregunto y él señala la escalera.

— En la habitación.

— ¿Llamaste una ambulancia? ¿Van a venir los doctores? ¿Por qué sigue aquí? – le hago tantas preguntas como circulan las palabras en mi cabeza y él me toma de los brazos.

— Cariño, ella ya no está. – sus palabras parecen un balde de agua fría, entramos a la casa y la fuerza de mis piernas ya no reacciona, me tiro en el pie de las escaleras y mi padre se une a mí para abrazarme.

En silencio mis lágrimas se hacen presentes, no puedo creer que apenas hace unas horas comentaba mis fotos y ahora ya no está.

— Voy a verla. – susurro.

— Te acompaño. – responde mi papá.

La veo acostada y parece estar dormida, tiene ese pijama que le regale un día de la madre, toco su rostro y siento el frío de su piel.

— ¿Ya llamaste a algún servicio funerario? – pregunto y niega. – Yo me hago cargo. – digo y asiente.

Tomo todas las fuerzas que necesito y respiro profundamente para no llorar, hago unas cuantas llamadas para hacerme cargo de lo que se necesita, aunque realmente no sé mucho.

Permanecemos de pie frente a la tumba mientras el padre despide a mi madre y comienza a descender, juntos tomamos un puño de tierra y aunque hay mucha gente presente pareciera como si no hubiera nadie, algunos son vecinos, amigos o conocidos de mis padres, llega un ramo de rosas con la dedicatoria de la familia de Daina, otras más incluso de algunos profesores de la universidad.

Me duele la cabeza y lo único que quiero es cerrar los ojos y creer que es un sueño.

Mi padre y yo tomamos un puño de tierra y lo arrojamos para despedirnos de mi madre.

— Clare Jinks fue una buena mujer, una buena hija, esposa, madre, compañera, amiga y es algo que debemos recordar, los funerales son el consuelo de los vivos, saber que ahora esa persona es inmortal en nuestros pensamientos, porque cada vez que cerremos los ojos o pensemos en ella, sabremos que sigue presente entre nosotros. – dice el padre, no puedo evitar llorar con sus palabras y se me hace un nudo en la garganta. – Así que descansa en paz Clare, tu familia y amigos te recordaremos.

ENCUENTROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora