Joseph ha estado actuando un poco territorial, desde que comenzó el trámite de divorcio con Susan, piensa que lo nuestro puede llegar a ser algo más, aunque no está por completo descartado, simplemente no le veo futuro alguno, solo el gozo del buen sexo, además que su repentino divorcio no pinta nada bien para él, económicamente hablando.
Después de "estar limpios" de nuestro pequeño crimen escolar ambos hemos decidido comenzar de cero y aunque seguimos frecuentando nuestros encuentros sexuales, no sabemos nada más de nuestras vidas. Por mí es mejor de esa manera, aunque en ocasiones en necesario hablar con alguien y evidentemente la perra traidora de Daina no entra aquí, curiosamente no sé nada de ella y no creo que sigamos siendo amigas en las redes sociales.
Entro en mi laptop y comienzo a revisar mi perfil social, efectivamente ni siquiera me aparece, puede haberme bloqueado o quizá borro por completo su cuenta, ambas al final nos traicionamos pero en ocasiones es así o ella o yo y definitivamente no iba a perder la oportunidad que tengo.
Me agrada vivir en Nueva York, no es como que vaya con una gabardina y tacones altos corriendo por la ciudad con un café en mi mano, pero es bastante entretenido, los lugares, los bares y los hoteles. Como no quiero volver a pasar por lo mismo, pido una plantilla de profesores, prácticamente busco a uno por uno, en redes sociales y me asombra encontrar a tres en Tinder, al parecer los que no encuentran a su pareja ideal, miro sus perfiles y quizá las razones son obvias, aunque no con Marcus, con él las cosas son un poco diferentes, parece atlético, intelectual, con una buena vida, pero como sea, ahora sé a quién no aceptarle una copa si lo encuentro por mera casualidad antes de entrar a la universidad.
Conduzco hasta llegar a la universidad, el tráfico es horrible en algunas secciones, pero por fin puedo llegar y ver la que próximamente será mi oficina.
— Señorita. – dice Joseph detrás de mí, volteo, sonrió y me muerdo el labio.
— Profesor. – lo saludo cordialmente, por si en algún momento alguien nos observa.
— ¿Cómo estas, que tal Nueva York? – pregunta con interés.
— Bien. – libero un suspiro y caminamos mientras charlamos. – La verdad es que el tráfico es horrible, afortunadamente no estoy tan lejos de aquí, solo quise conocer un poco más.
— ¿Curiosa? – pregunta en un tono seductor.
— Siempre. – susurro y sonríe. – ¿Y usted?
— Amber... nos conocemos de tiempo, es momento de tutearnos delante de la gente.
— Quizá no por ahora, recuerda, desde cero. – puntualizo, asiente y continua:
— Bien igual, lugares bastante interesantes.
— ¿En serio? – pregunto.
— Si, como los baños del bar. – miro a nuestro alrededor y trato de disimular la sonrisa que se refleja en mi rostro.
— Buenas tardes profesores. – dice un hombre de complexión robusta, cabello y ojos claros.
— Buenas tardes. – respondemos al unísono, lo miro con curiosidad y trato de recordar su nombre, pero se adelanta y dice:
— Robert Phillips.
— Mucho gusto, Amber Jinks. – nos estrechamos la mano y por alguna razón su tacto resulta un poco repulsivo e incluso dura más de lo que debería.
— Joseph Bennett. – responde mi ahora colega y presiona con fuerza su mano.
— Vamos un poco tarde profesor Phillips, pero ha sido un gusto. – comento y tratamos de seguir caminando, pero me bloquea el paso.
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ENCUENTROS
RomanceSecuela de "El placer de la tentación" Después de la demanda a la que se enfrentaron el profesor Bennett y su alumna Amber acusados por confraternizar, la academia estudiantil al igual que el Juez los declara inocentes pero aún al terminar su relaci...