La apuesta

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Apenas conocemos a Kerstin nos ha robado el corazón, los abogados de Derek y una mujer que al parecer se hace cargo de un albergue entrego a la pequeña con su padre, una vez claro las pruebas fueron positivas, al verla no hay duda, sus ojos son tan similares a los de él, apenas siento la calidez de su pequeño cuerpo siento que la quiero.

— Los padres de la señorita Hayley Bermont metieron una petición para poder convivir con la menor.

— ¿Después de lo que le hicieron a su propia hija? – pregunta Derek con cierta molestia.

— Es decisión suya si acepta o no. – explica la mujer.

— No, por supuesto que no.

— Eso se llevara en un pequeño juicio, usted puede exponer sus razones, pero al final usted es el padre de la pequeña, además de la petición firmada por la señorita Bermont. – nos mira por un momento, está sumida en un profundo sueño, solo puedo sentir su respirar. – También por parte de la asociación que protegió a Kerstin Müller aseguraremos que está bien atendida de su parte, quizá tenga dos o más visitas sorpresa para verificarlo.

— Claro.

— El papeleo lo tienen sus abogados, es todo por mi parte, que tengan una buena tarde.

— Gracias. – responde Derek. – La acompaño. – Derek y aquella mujer se dirigen a la puerta, los abogados esperan y yo continúo cargando a la pequeña.

— Pasemos al despacho. – dice, me mira y sonríe. – ¿Puedes cuidarla un momento? – pregunta y asiento.

Camino hasta su nueva habitación, miro el alrededor y todo es tan increíble, la luz entra en todas partes y el color es magnífico, la acuesto en la cuna y la contemplo por un momento, acaricio su rostro y ella parece estar fascinada.

— ¿Te diviertes? – pregunta Derek, sonrió y vuelvo a mirarla.

— Es tan pequeña. – digo, me abraza por atrás y me da un beso en el cuello.

— Creo que es lo mejor que no quería que me pasara.

— Lo imagino. – comento. – ¿Ya se fueron tus abogados?

— Así es, solo me querían decir algunas cosas, como alergias, documentos y muchas cosas, algo que nos ahorró Hayley es el registro de Kerstin.

— ¿Por?

— La registro a mi nombre.

— ¿Puedes creer que ya la tengas aquí contigo? – pregunto, me emociono de solo volver a verla.

— Honestamente no... pero sería mejor que sus abuelos la conocieran, me refiero a mis padres.

— Lo sé ¿Por qué no los invitas? – pregunto y libera un suspiro.

— Creo que ambos sabemos que ellos no te están viendo con buenos ojos.

— Eso no me importa, esto es importante para ti y créeme que en cuanto la vean, van a babear por ella.

— ¿Realmente lo crees?

— Puedo apostarte lo que quieras.

— ¿Lo que yo quiera? – pregunta en un tono bastante sugerente.

— Dios Derek, estamos en la habitación de tu hija. – digo y libero una ligera carcajada.

— Podemos ir a la habitación a debatir esto de la apuesta.

Prendemos la bocina que conecta con la habitación de Derek, de esa manera podremos escucharla, salimos y cerramos la habitación, Derek me toma de la mano mientras caminamos a la habitación.

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