Mis padres nunca me prepararon para recibir malas noticias, pero no los culpo por eso. La vida fue la culpable. Ni un familiar fallecido, ningún amigo que se fuera para siempre y perdiéramos contacto, ni siquiera la ruptura con cualquiera de mis trece ex fue tan dolorosa como esto.
Oír a mí madre llorar desconsolada al otro lado de la línea, definitivamente es algo que no esperaba. No sé qué decirle, porque lo que acabo de escuchar tampoco lo puedo entender. Ni en un millón de años me llegué a imaginar que mi papá le pediría el divorcio a mi mamá.
Ni ella ni yo podemos creer que la historia se repita después de veintidós años. Toda una vida.
Le digo que venga a quedarse unos días en mi apartamento, mientras las aguas se calman un poco. Será raro tenerla bajo el mismo techo otra vez, pero si le diera la espalda siento que el karma haría algo terrible como... no sé, tener que volver a ver a mis ex para tomarles fotos nuevamente.
Unas cuantas horas después de la llamada, mi madre aparece con un par de enormes maletas frente a mi puerta. Lo primero que hago al verla es abrazarla, se ve como si le hubieran dicho que le quedaban veinticuatro horas de vida. Le pido que se siente en el comedor, entro las maletas, las dejo en el pasillo y me siento frente a ella.
—Es que... No lo puedo creer, mamá. Ni siquiera sabía que tenían problemas. ¿Desde cuándo han tenido problemas? —pregunto cuando le acerco una taza de chocolate que, espero, la calme un poco.
—¡Yo tampoco sabía que teníamos problemas! Para mí el único problema que alguna vez tuve con tu papá era que se comiera mi mondongo. Odia el mondongo. ¿Será por eso que dejó de quererme?
—Ay, mamá. Pues es que con el mondongo cualquiera se desenamora.
Trato de hacerla reír pero ella no entiende el chiste, o está tan triste que ni el elenco completo de Saturday Night Live la haría reír.
—¿Por qué pasa esto ahora, Silvita? ¿Con quién voy a pasar ahora el resto de mis días? ¿Quién me va a cuidar cuando esté anciana y ya no pueda ni reírme sin mojar los calzones? Prométeme que no me llevarás a un ancianato...
—¡Mamá! ¿Cómo se te ocurre que voy a dejarte tirada en un ancianato? Jamás lo haría...
«Demonios, nunca había pensado en la vejez de mi mamá y la responsabilidad exclusiva de su cuidado en caso de que mi papá no estuviera ya con ella». La idea me asusta un poquito, pero no es tiempo de pensar en eso.
—Llevaba unos meses comportándose extraño. ¿Te acuerdas que te lo dije? Debí haberme puesto las pilas... Hubiera encargado ese columpio sexual que me ofrecieron en Wish —dice dando un pequeño golpe sobre la mesa.
—¡Mamá! —¡Trauma, trauma, trauma! ¡Puaj! Mejor cambio el tema—. Recuerdo que algo me dijiste sobre una bicicleta rara... Pero eso ¿qué tiene que ver?
No dice nada más y deja caer su cabeza sobre la mesa. Solloza fuerte mientras mis propios ojos liberan algunas lágrimas. Le acaricio la espalda, trato que no se sienta tan sola. Lo bueno de tener tantos ex, es que tengo experiencia en rupturas. Sé muy bien cómo se siente y lo que hay que decirle.
Oh, por Dios, ¿a quién quiero engañar? Ni yo sé reaccionar bien ante estas situaciones. Y tengo dos vecinos que lo pueden testificar. Sin importar cuánta experiencia tengas en rupturas, siempre duele como si fuera la primera vez.
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Doce estúpidos meses
ChickLit¿Y si toda tu carrera dependiera de que tus guapos exnovios posaran para tu calendario? *HISTORIA DESTACADA DE FEBRERO 2021 POR EL PERFIL OFICIAL DE HUMOR* Scarlett sueña con convertirse en fotógrafa, y no dejará que nada ni nadie se interponga en s...