Definitivamente tengo que volverme fotógrafa de paisajes y no de modelos. Desde que me bajé del yate no he podido hacer otra cosa que tomar miles de fotos al horizonte, la línea de la playa, el hotel rústico más hermoso que he visto, a un cangrejo que parece haber tomado un curso de modelaje, a la barrera de palmeras que baila al ritmo del viento... En fin, aquí me dan ganas de tomarle foto a todo, menos a mis ex.
Desde que llegamos a Isla Marina no he dejado ni por un segundo de sentirme la fotógrafa novata más afortunada del mundo. Es que ni siquiera me he graduado y ya me están pagando una buena cantidad de dinero por estar en un lugar paradisíaco dedicándome a lo que amo.
A partir de este momento, tendré un book que le interesará a cualquier agencia, revista o cliente, y eso es lo único que me importa. Sé que compartir dos semanas con mis exnovios y todos sus rollos, sin tener a dónde huir en caso de que algo salga mal porque estamos literalmente en medio del mar, pierde toda su relevancia ante el resultado final.
La llegada al hotel es algo caótica. Estoy tan entretenida con mi cámara que no noto que ya todo el mundo desembarcó y se dirigen al hotel. A lo lejos veo a Óliver prestándome atención y sosteniendo mi maleta. Camino en su dirección.
—Estabas tan concentrada en fotografiar todo que me imaginé que no tendrías cabeza para tu maleta. Tu amiga me dijo cuál era —dice con una gran sonrisa. La pone en mi hombro y continúa—: Iré a registrarme en el hotel. ¿Nos vemos después?
Asiento y le agradezco por el detalle tan caballeroso. Óliver sale hacia el hotel trotando despacio, me quedo mirándolo y no puedo evitar sentir un dejá-vù.
Adrián, Mau y Sebastián llegarán dentro de un par de días pues debieron dejar arreglados algunos asuntos de su trabajo. El resto se ve muy emocionado y contento de darse el lujo de recibir un generoso pago y al mismo tiempo disfrutar algo que se parece mucho a unas vacaciones.
—¡Scar! ¡Scar! —Laura corre hacía mí, emocionada—. ¡Divino este hotel! ¿Verdad?
—¡Sí! —respondo emocionada y alegre.
—¡Bueno, gente! —grita Jack—. Por favor pregunten en el lobby por su cuarto asignado, y nos vemos en una hora en el restaurante. ¡Bye, bye!
Ante las palabras del director, todos comenzamos a caminar hacia el mostrador, que parece no estar preparado para la llegada de tanta gente al mismo tiempo. Héctor se une a nosotras, ofreciéndose a llevar el equipaje de mi amiga. El entusiasmo flota en el ambiente y lo podemos notar especialmente en el tono de voz de Juliana, quien se acerca a nosotros de sopetón.
—¿No les parece una maravilla esta isla? —Laura y yo asentimos al tiempo, mientras la mujer se acomoda en medio de nosotras y pasa sus brazos por nuestros hombros—. ¡Es romantiquísima!
—Debe ser... Si uno viene con la persona adecuada —digo con un tono poco amable.
Noto la mirada lasciva que se dedican Héctor y Laura. Creo que su atracción y cariño es tan fuerte que me temo que este viaje lo pasaré haciendo de violinista.
—Ay, pero qué dices, mujer. ¡Si vienes acompañada de doce hombresotes! —comenta Juliana, regresándome a la conversación.
Suelta una carcajada que acompañamos con incómodas risas, y luego sale corriendo detrás de alguien, probablemente a decirle otras imprudencias.
—Once —aclara Héctor—, porque yo ya estoy comprometido.
—¡Amor! —exclama Laura coquetamente. Este par me va a matar de un coma diabético, ¿será posible morir de cursilería?— Sí son doce. ¿O no, Scar?
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Doce estúpidos meses
ChickLit¿Y si toda tu carrera dependiera de que tus guapos exnovios posaran para tu calendario? *HISTORIA DESTACADA DE FEBRERO 2021 POR EL PERFIL OFICIAL DE HUMOR* Scarlett sueña con convertirse en fotógrafa, y no dejará que nada ni nadie se interponga en s...