Varios brazos tratan de quitarme de encima de Axel, porque yo no puedo levantarme por mí misma. Su copa ya ha caído al suelo. En un afán de hacérsela beber, se la tiré y lo hice caer a él también a la arena.
Cuando al fin logran levantarnos, alguien me hala hacia atrás. Me hace tropezar, pero no me deja caer.
—¿Qué pasó? ¿Estás bien? —Óliver se ve bastante preocupado.
—Sabía que era un juego estúpido.
Óliver toma mi mano y comenzamos a caminar.
—Es mejor que vayamos a dar una vuelta un rato. No quiero que alguno de tus ex termine asesinado. No es que me caigan bien, pero te irías a la cárcel y me caen mejor las mujeres que no han estado presas.
No sé si intenta hacerme reír, pero no lo logra. Aún estoy alterada y con la sangre recorriendo mis venas a mayor velocidad. Lo peor, es que ya ni me acuerdo por qué me enojé.
Volteo a ver hacia donde estábamos hace unos momentos, y veo a Juliana bailando con Lucas, a unos cuantos sentados en la arena bebiendo, pero el grupo es bastante reducido.
—Sí, es mejor caminar —afirmo y lo tomo del brazo para que aceleremos el paso.
Después de unos minutos, tropezamos con un tronco grande en el que suavemente rompen las olas. Óliver se sienta y me hala del brazo para que me siente a su lado.
El mar alcanza a mojar nuestros pies, e instintivamente los levanto asustada.
—¿Qué pasa?
—Me dan miedo los tiburones —digo algo nerviosa.
—No creo que los...
—¡Aggghhhh! ¡Algo me rozó! ¡Un tiburón! —Me levanto de un solo brinco y salgo a correr.
Óliver sale detrás de mí, pero tengo tan mala suerte cuando estoy ebria, que mis pies se enredan, caigo en la arena y ni tiempo tengo de poner las manos para proteger mi cara.
Tengo arena en la boca, la nariz, los ojos, y hasta el escote.
—¡Por Dios, Scarlett! ¿Estás bien?
Toso para tratar de escupir hasta el último granito de arena.
—Dios ¡¿por qué me hiciste tan torpe?! —grito mirando al cielo.
Óliver suelta una risa animada.
—A ver, no exageremos, que cualquiera que haya jugado tantas rondas de "Yo nunca, nunca" estaría ya tirado en el suelo, con un coma etílico.
Me extiende la mano y me ayuda a levantarme. Pasa sus manos por mi cara, dando pequeños toquecitos para quitar los rastros de arena. Lentamente va bajando por mi cuello, hasta llegar al pecho. Un escalofrío recorre mi espalda. El pulso se me acelera. Sí, tengo que aceptarlo, siento una gran atracción por Óliver. Quiero besarlo, él sigue acariciando mi pecho pero antes de llegar a tener contacto con mi escote, se detiene en seco.
—Creo que esa parte te la puedes limpiar tú —dice, algo nervioso.
No puedo evitar dejar escapar una sonrisa pícara, y procedo a limpiar mi pecho tal como él lo sugirió.
¿Será que nunca se atreverá a tocarme? ¿Será que no le gusto y por eso no lo ha hecho? Me cuesta creer que un tipo como él tenga problemas para seducir mujeres. Aunque, bueno, recordando el juego, tal vez me faltan quince centímetros de algo que a él le gusta más que un par de tetas.
—Creo que lo mejor sería ir a dormir ya, o mañana no vamos a poder ni levantarnos y hay que ganarse la papita. —Su tono vuelve a la normalidad, aunque sigue arrastrando un poco las palabras.
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Doce estúpidos meses
ChickLit¿Y si toda tu carrera dependiera de que tus guapos exnovios posaran para tu calendario? *HISTORIA DESTACADA DE FEBRERO 2021 POR EL PERFIL OFICIAL DE HUMOR* Scarlett sueña con convertirse en fotógrafa, y no dejará que nada ni nadie se interponga en s...