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Baekhyun suspiró mirando por la ventana de su sala, tocándose con inquietud la pierna. Las heridas en esta picaban demasiado, pero el doctor le dijo que por nada del mundo rascara por dentro de su yeso, así que no podía hacer mucho al respecto.

Eran pasadas las tres de la tarde y no había rastro de su maestro de lenguaje. Su madre estaba durmiendo debido a que la medicación le causaba somnolencia y su padre estaba trabajando como era habitual.

Estaba aburrido, más que todo decepcionado. Tuvo la esperanza de ver a su maestro el día anterior, como le había prometido, pero este nunca apareció, rompiendo todas sus ilusiones de pasar una tarde con él. Se había encargado de limpiar su casa en vano, incluso había pensado que tal vez el sujeto tuvo trabajo extra en la escuela o no pudo llegar porque se le pinchó una rueda, sin embargo, ese vacío en el pecho no aminoró con las excusas que creó en su mente.

— Baekhyun, ¿Qué estás haciendo?— La voz de su madre lo sobresaltó, sacándolo de sus pensamientos abruptamente.

— Oh, nada importante— Musitó, levantándose de la silla y caminando hasta la mujer. Rodeó su rostro con sus manos y le sonrió— ¿Cómo te sientes?

— Cansada— Respondió, sentándose en el sillón frente a la televisión. El menor miró la ventana tras él con anhelo, pero decidió sentarse junto a su progenitora— No sé cuanto tiempo pueda seguir soportando esto.

— Puedes hacerlo, mamá, me tienes a mí aquí, apoyándote— Murmuró hacia la mujer. Esta suspiró, peinando su cabello hacia atrás y recostandose contra su hombro.

— Lo sé... Gracias— Dijo, acariciando la rodilla de su hijo— Lamento mucho esto— Señaló el yeso que lo protegía, sintiendo escalofríos— No era mi intención-

— No tienes por qué disculparte, mamá— Interrumpió, acariciando su cabello— Sé que en ese momento no eras tú.

— Ya no quiero que me controlen— Baekhyun sintió su pecho latir fuertemente y apretó los ojos— Siempre me hacen hacerles daño, lo mejor sería si me apartara de su lado-

— No— Negó al instante, abrazando a la mujer— No puedes dejarnos de esa manera. Somos tu familia— Musitó— Y estamos aquí para ti, no estás sola.

— Lo sé, pero es tan difícil...— Admitió, acariciando las manos del menor. Ni siquiera recordaba la última vez que su hijo había podido rodearla por completo con sus brazos— Has crecido tanto, Baekkie.

— Tú has adelgazado demasiado, mamá— Regañó levemente— ¿Todavía no tienes hambre?

— No, solo quiero dormir. Desperté para tomarme la pastilla.

La mayor se levantó, restregando sus ojos y agachándose para dejar un beso en su frente. Luego de desordenarle el cabello, se dirigió a la cocina a cumplir con su tratamiento. El chico la observó, levantando las piernas en el sofá y abrazandolas contra su pecho.

La vio marcharse hasta su cuarto con un vaso de agua en la mano, como un alma que no encuentra alivio. La escuchó cerrar la puerta de su habitación y escondió su cara en sus rodillas, reprimiendo las lágrimas con fuerza. Se mantuvo así, en silencio por un largo rato mientras pensaba, hasta que el timbre de la casa lo sobresaltó.

Con cuidado, caminó hasta la entrada, abriendo la puerta y sorprendiendose al ver al hombre alto en quién pensaba momentos antes, justo allí, de pie y con una mirada amable que le robó el aliento de la impresión.

— Sr. P-Park...— Tartamudeó.

— ¿Siempre acostumbras a abrir la puerta tan rápido y sin revisar quién es antes?

Sr. Park [ChanBaek]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora