Capítulo 5: Amar - Temer - Partir

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En "El arte de la guerra", un libro escrito por Sun Tzu en el siglo v a.C, ya se hablaba de la persuasión como un poder asociado a la estrategia para cumplir los objetivos propuestos.

Persuadir: Conseguir con razones y argumentos que una persona actúe o piense de un modo determinado, incluso cuando inicialmente no se pensara ni se quisiera actuar de ese modo.

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Natalie y Peter descansan en la piscina de la casa de Punta del este, porque es evidente que una de las tantas artes que maneja Natalie, es la persuasión.

Después de discutir durante largo rato sobre el viaje a Punta y las fiestas de fin de año, recurrió a lo que usualmente recurre para doblegar la voluntad de Peter. LA CULPA

Entonces en esta ocasión, los motivos que volvió a exponer por vez número mil, son que necesitaba contención y apoyo de su parte, frente a la reciente noticia de la negativa de embarazo. "Que no la dejara sola", "Que lo necesita", "Que es su compañero", "Su esposo" y bla, bla, bla.

No nos estaría quedando claro el concepto de "compañero" que maneja. Pero en fin. Ella cumplió su capricho una vez más.

Es 30 de diciembre y Peter mira a un punto fijo en la piscina mientras repasa en su cabeza cada uno de los gestos de Lali para con su padre.

Varias veces lamentó el haberse ido sin siquiera decirle Gracias por esa dedicación que le dió a Ricardo, y que a juzgar por todo lo que traía en su bolso, venía planeando desde hacía un tiempo.

Pero Peter es como le suele decir Chino, "Un pibe al que le tarda en subir el agua al tanque". Y entonces a veces se encuentra reaccionado tarde, a destiempo y cuando el otro no lo espera o no lo asocia a un hecho ocurrido con anterioridad.

Le hubiese gustado decirle muchas cosas, tal vez abrazarla en señal de gratitud, reconocerle esa paciencia infinita y su buen humor a pesar de las circunstancias, su calma y serenidad, su nivel de detalle para elegir cada cosa que llevó a la clínica y también ofrecerle cualquier cosa que ella quisiera, a cambio de que le vuelva a hacer sentir alguna otra vez, esas mismas cosas que le despertó esa mañana.

- Gordo, vienen a almorzar Guillermina y Alfon, si querés andá cambiándote porque están por llegar-

Peter la mira interponiendo su mano entre el sol y sus ojos verdes – No me voy a cambiar, porque no voy a almorzar acá, voy a salir con Germán- Natalie se queda algo descolocada, pero mientras ella pueda cholulear con sus amigas Milipilis, poco le importa de lo que él haga.

Pero ni siquiera sabe si el tal Germán está en Punta del Este, sólo se quiere ir lejos, lo más lejos posible, para no compartir espacio con esas féminas.

Recoge su toalla del cerco de la piscina y se seca el pelo enérgicamente, luego la enrosca por su cintura, aunque las gotas de agua le siguen cayendo por el torso y la espalda. (Y déjenme que esta sea la escena porno de la novela. Todo vuestro. Póngalo entre dos pancitos y degusten hasta empacharse ¡imagínenlo!)

Peter todavía no cayó en que está ahí, cuando lo único que quería era estar en Buenos Aires con su hermana y su sobrino. Pero ya está acostumbrado a la inercia de su vida, que se parece bastante a una obra de teatro en la que se siente un actor al que otro guiona, sin espacio para improvisar nada.

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En Buenos Aires la historia es diferente. Celeste está tomando un fernet en bikini y short de jeans sentada en el patio, con los pies metidos en la piletita de Antón, enfrente está Agustín con otro fernet agitando el cubilete con los dados, esperando a Lali que se está dando un manguerazo porque el calor del mediodía es intenso. La radio musicaliza y todos disfrutan de ese relax en el anteúltimo día del año.

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