Capítulo 25: Permiso para amar

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Una semana antes: sábado en Buenos Aires

Natalie sale de la que hasta hoy fué su casa, acaba de hablar con Peter sobre su divorcio y en apenas 3 horas juntó varios de sus objetos personales y ropa y salió del departamento con una tensa calma.

En el viaje de ascensor las lágrimas empiezan a deslizarse por detrás de los carísimos lentes Gucci mientras aprieta los dientes con rabia y arrastra la valija Louis Vuitton por el palier.

En la puerta la espera su amiga Delfina, con el auto en marcha y también con lentes.

Natalie sube la valija en el asiento trasero y en cuanto se sienta delante, se abraza con su amiga, que la contiene y consuela unos segundos antes de arrancar hacia su casa. 5 minutos más tarde, están ambas en la sala del lujoso piso sobre Avenida Libertador, Delfina tomando un té, observando detenidamente a su amiga y Natalie caminando en círculos alrededor del sofá y la mesa ratona de cristal, con cigarrillo en mano, llorando y mordiéndose las uñas.

- Hijo de mil puta... ¡es un hijo de mil puta! ¡ES UN CRETINO!... ¿Podés creer que ni siquiera se inmutó?... le dije que le ponía los cuernos hace 1 año... y ni siquiera se le movió un pelo... ¡HIJO DE PUTA!... pero este vá a saber quién soy yo... ¡lo vá a saber!... ¡COMO QUE ME LLAMO NATALIA MERCEDES PEREZ!

-Tranquila amiga... sos hermosa, copada... podés encontrar mil tipos mejores que el amargado de tu marido... toda esta mala vibra te hace mal...

- Mal... ¡¿MAL?!...mal lo vá a pasar este malnacido cuando tenga que pedirme perdón de rodillas...- Y sigue caminando, llorando con el rímel corrido con la cara como un payaso diabólico y el cigarrillo consumiéndose en sus dedos.

- ¿Qué vas a hacer Natalie... me asustás ami?

- Lo voy a despellejar... te puedo asegurar que no vá a tener un segundo de paz... y en cuanto me entere quien es la zorra con la que anda... le voy a hacer la vida imposible...

- ¿No te parece mejor dejarlo y empezar tu vida con otra persona? Sacále todo lo que puedas con el divorcio y hacé tu vida... ¡olvidate de él Natalie!

- ¡JA!... ¿olvidarme?... Já... te puedo asegurar que de acá hasta que me muera... voy a vivir para hacerle la vida puta... ¡Me vá a pagar por todo este tiempo de humillación y de abandono! – Y repite susurrando desquiciada mientras camina en círculos llorando – No voy a parar Juan Pedro... no voy a parar hasta que llores pidiéndome perdón...

Natalie montó la escena de la reacción madura y calma, con el único propósito de vigilar de cerca a su marido, ganarse su confianza y poder sacarle en principio todo el dinero que pueda.

El amor también tiene una contracara. Es esa a la que confundimos sin pensar y sólo es, amor propio.

Natalie no ama, no sabe nada sobre amar a otros. Su dolor no radica en perder a Peter, porque lo ama. Su dolor se genera a partir del no ser correspondida. No puede explicarse cómo alguien puede rechazar estar con ella, con su belleza, su nivel, su glamour... su divismo, su increíble forma de ser.

Se ama tanto a ella misma, que no puede creer que él no la ame. Su narcisismo es más grande que lo que tiene para dar.

Nunca le interesó Peter como persona... por sus valores, por su humanidad, o su esencia. Lo que le interesa es como se vé ella, cuando está con él. Lo que representan socialmente, el respeto que les tienen en los círculos que frecuentan, la vida que puede hacer mientras está a su lado. Por eso nunca lo soltó, por eso quería un hijo suyo. Porque en realidad, su obsesión vá mucho más allá del amor por el otro. Natalie no sabe nada acerca del amor.

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