Capítulo 18: Sincera "MENTE"

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Esta vez es atípica. No sólo porque Peter llega con aviso, también porque Celeste vá a recogerlo al aeropuerto. Eso es lo que tiene el avisar, que uno prepara al otro de algún modo para tu llegada.

Hay una frase que dice: "El que avisa, no es traidor", pero no estaría siendo el caso de Peter, que se siente el único traidor en el universo.

Qué curioso que lo haya empezado a sentir, sólo cuando supo que Celeste lo había descubierto ¿no?...

Antes, mientras pensaba en Lali, mientras se iba dejando llevar por lo que sentía por ella, en ningún momento se puso a reflexionar que estaba traicionando a su hermana, por el contrario. Pensó que ella les daría carta blanca para su amor, sin restricciones.

Piensa en que pudo motivar esa forma de actuar, casi perversa, y la única respuesta que se le ocurre, es que lo que sintió, fue tan avasallante, tan desmesurado, que le abarcó la mente por completo, como para pensar en algo más que no fuera en concretar sus emociones.

-¡Holaaaaa lindoooo! ¿Cómo estás? – Y el abrazo se prolonga un montón, aunque hace relativamente poco que se vieron. A Peter le cuesta más que otras veces sentirla, abrazarla, ser natural, sabiendo lo que los dos ahora saben, pero Celeste lo recibe como siempre, quizá más feliz todavía que otras veces, porque se está acostumbrando a eso de tener un vínculo cercano con su hermano.

- Holaa Cel... todo bien... ¿y acá?... a ver a este Budhita gordoooo – Y suelta a Celeste pronto para apretujar a su sobrino que está sentado en su huevito moviendo brazos y piernas, aparentemente feliz de verlo.

- ¿Tan poco equipaje?

- Es un viaje fugaz... me voy el domingo...

- ¡Pero si es viernes! ¿Por qué tan pronto?– Celeste se apena en una fracción de segundos, mientras mira como Peter come a besos a Antón, y se sonríe embobada.

- Me vá a alcanzar para comerlo a besos durante el finde...

El frío del sur en abril, presagia un invierno crudo. Peter lo siente inmediatamente, a diferencia de la humedad de Buenos Aires.

El cuarto de Antón está preparado con la cama nido para él, y su bosque encantado lo recibe cálido y misterioso junto a todas sus criaturas mágicas.

Son las 18:30 y parecen las 2 de la madrugada, el cielo está oscurísimo y Celeste saca una picada que preparó para su llegada. Antón se durmió en el viaje de regreso del aeropuerto, y Peter lo acostó vestido porque intuyen que se despertará para cenar más tarde.

Celeste se acerca a la mesita ratona de la sala, junto a la chimenea que cruje deliciosa para mitigar el frío exterior, con una bandeja repleta de quesos, salame y pan, con dos porrones de cerveza fríos.

Peter se relame – Los compré ayer en una casa de campo cuando volvía de Angostura, probá este salame... ¡es una delicia! – Y le monta una rodaja de embutido caserísimo sobre un pan que corona con un cuadradito de queso.

- Gracias... mmmm, cuanto mimo... no sé si lo merezco, ¡tiene buena pinta! – Celeste se sonríe apenas. Está delgada, pero con mejor semblante que cuando Peter la dejó la última vez en marzo.

- ¿Tu mujer?... ¿todavía seguís con ella? ¿No cuestiona estos viajes fugaces?

- Sí, sigo...y no, no los cuestiona, porque la semana que viene viaja a Nueva York de compras, así que transamos este acuerdo.

- Woww... ¿todavía acordás cosas con ese ser?

- Es mi mujer... se supone que tenemos que acordar cosas, estamos juntos en esto... ¿no? – Celeste lo mira mientras mastica un cuadradito de queso – Cuando uno supone algo, es porque no está seguro de ello... no sé... decime vos, intuyo que querés contarme algo... ¿está embarazada?

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