Me levanté rápidamente y empecé a gritar casi susurrando.
–¿Es un chiste? ¿Por qué la gente tiene relaciones acá?
El solo se reía.
–Ya te dije, nadie quiere que nadie se entere de nada
–Es lo más antihigiénico que vi en mi vida.
Camine hasta la moto como si lo estuviera esperando para irme. El me miró raro y yo a él. ¿Qué estaba haciendo?
Por suerte, el se levantó y caminó hasta mí.
–Sí, vamos
Asentí y antes de que pueda pasar una pierna por encima de la moto, sentí como sus brazos me corrieron hasta apoyarme en un tronco. No pude ni respirar. Pegó sus labios contra los míos y se abrazaron en lujuria.
Mierda, que bien besaba.
Rápidamente pasé mis manos a su cabeza para acariciar su pelo y pegar su cara más a la mía. Sentí su sonrisa en el medio del beso y apretó con sus manos mi cintura. Jamás sentí tanta posesión sobre mí. Sus caderas se movía para pegarse a las mías y, luego de unos minutos, tuvimos que soltarnos para respirar.
Se quedó mirándome un rato, me ponía nerviosa.
Caminó hasta la moto y yo lo seguí.
Pegué mis manos y lo abracé con un poco más de confianza que antes. De todas formas, me sentí incómoda. No lo conocía. Mi cabeza daba vueltas.
–¿A dónde vamos?- Pregunté con un hilo de voz.
No podía creer lo que había pasado. No estaba mentalmente preparada para recibir ese beso.
–Al boliche, ¿a dónde vamos a ir?- Me respondió girando su cabeza para mirarme y yo le hice un gesto para que mantenga su mirada en la calle. Se rió y no cruzamos palabra hasta entrar al boliche.
– ¿Cuánto hay que pagar?
Se rió.
–No voy a dejarte pagar
– ¿Es un chiste?- Me extrañe.
–De todas formas no es mucho- Me dijo y yo asentí.
Claro que no, con lo mediocre que era este pueblo, deberían pagarte para ir algún lado. Me encogí de hombros y entramos juntos, aunque tomando algo de distancia. Era una situación...rara.
Visualice a los chicos y el rápidamente los señalo.
Nos unimos al grupo y aunque nadie dijo una palabra, Sol me miraba cómplice. Después de pasar un rato bailando con todos, excepto con Tomás, claro, mi amiga me separó un poco para hablarme.–¿Qué onda?
-En casa te cuento, ¿podemos volver solas?- Le dije, bailando.
Asistió rápidamente y en cuanto volvimos con los demás le susurró algo a Lucas, como si le pidiera permiso. Sonreí y continué bailando con Alejo, que estaba bastante borracho.Después de unas horas estábamos caminando juntas por las calles de tierra. En verdad las odiaba, pero ¿qué tan placentero era poder volver caminando del boliche sin temor a que algo malo ocurra? Y con algo malo me refiero a que alguien me robe, o algún borracho me grite algo en la esquina. Por segunda vez, después de las motos sin seguro y los vidrios bajos, disfruté de la seguridad del pueblo.
–Mierda, que bueno está esto- Le dije sin pensarlo.
Sol rápidamente largó una carcajada y me miró.
–No puedo creerlo, Malena alagando al pueblo
Negué con mi cabeza tentada.
–¿Vas a contarme de Tomi?- Me dijo sin vueltas.
Aclaré mi garganta y la mire.
– ¿Qué querés saber?
– ¿Chaparon?
–Sí- Dije quitándole importancia y ella actuó de la misma manera.
– ¿Besa bien?
–Muy bien
–Me alegro
–También yo- Le dije, sincera. Muy sincera.
– ¿Entonces por qué tenes esa cara?