Me levanté sola y el olor a Tomás me inundó. Sonreí como una estúpida, y, después de mirarme en el espejo, abrí la puerta de la habitación con un poco de vergüenza. Camine por un pasillo y lo vi en la cocina, de espaldas, en cuero. Sin hacer mucho ruido me acerqué a él, dejé un beso en la parte baja de su cuello y lo abracé. Estaba haciendo café.
–Hola linda- Dijo y tiro la cabeza para atrás para depositar un beso en mi mejilla.
– ¿Querés café?- Preguntó y rápidamente negué: me daba acidez a la mañana.
–Tengo que ir a trabajar al campo porque mi papa no está, pero te llevo al pueblo antes, ¿querés?
Y asentí, ¿de qué otra manera iba a volverme? Me duché rápido en su casa, y fui hasta su habitación para cambiarme mientras se bañaba él.
Cuando estuve lista, pasé al living para dejarlo un rato solo. Y, sorpresa...
–Buen día- Dijo refregándose los ojos.
–Hola- Exclamé un poco tímida.
– ¿Todo bien?- Preguntó y volví a asentir muriéndome de vergüenza.
– ¿Tenes vergüenza?
Bingo.
Se rió y vino hasta mí para sentarse a mi lado.
–No pasa nada, eso es lo bueno de llevarse pocos años entre hermanos.- Me explicó y yo la miré. –Algún día me va a pasar a mí, supongo.
Reí y abrí los ojos sorprendida.
–Espero que Tomás no mate a nadie- Dije y ella se rió también.
–No, eso dalo por hecho.
Y bajé la mirada.
–Soy Jimena, decime Jime
–Malena- Dije un poco seria y ella me miro confundida. –Decime Male- Continué dudosa y se rió.
– ¿Qué cuchichean ustedes dos?- Preguntó cuando cruzó la puerta. Me pare de un salto y lo abracé por el costado.
–Nada, ¿vamos?
El viaje en moto fue más horrible que el de la noche anterior, pero pasó más rápido. No hicimos mucho porque Tomi tenía que trabajar lo antes posible, así que con un beso ligero se despidió y me dejó en la puerta de la casa de Sol.
Entre sonriente y, apenas pasé por la puerta, ella bajó con el teléfono en la mano. ¿Por qué tenía esa cara?
–Amiga- Exclamé divertida, tenía tanto que contarle.
–Mmhh, ¿hablaste con Isa?
– ¿Eh?- Dije confundida.
–Me dijo que te estuvo llamando toda la noche-Respondió y rápidamente tomé mi celular.
Las llamadas entraban a medida que me movía dentro de la casa, poca señal en este pueblo de mano muerta.
– ¿Qué pasó, Sol?
Suspiró y cerró sus ojos. Mi corazón empezó a bombear cada vez más fuerte, no sabía muy bien que hacer. Se sentó en el sillón y me miró invitándome. Me senté a su lado y, cuando lo hice, tomó mis manos.
–Tus viejos tuvieron un accidente- Lo largó.
¿Cómo? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Cómo están? Todas las preguntas se borraron de la mente antes de poder empezar a maquinar.
–Pero tranquila, están bien- Dijo y largué un suspiro algo aliviada.
–Tu mamá solo tuvo unos pequeños traumatismos
Asistí en modo de atención y ella continuó.
–A tu viejo lo tienen que operar porque se rompió la rodilla, pero bueno...fue poco, aunque están los dos en observación
Y lo pensé: Sí, podía haber sido peor.
– ¿Mi hermana esta sola?
–Sí, para eso te llamaba. Me tomé el atrevimiento de sacarte pasaje lo más temprano que pude.
Sonreí, ¿dónde se conseguían amigas cómo estás? La abracé y subí rápidamente a hacer el bolso. El colectivo salía en un poco más que una hora.
Miles de cosas habían pasado por mi mente, pero en ese momento solo me preocupaba por mi familia.
.
La situación de estar esperando el colectivo en el medio de la ruta me hizo acordar por qué detestaba tanto a este pueblo, ¿qué tanto les costaba hacer una terminal de ómnibus?
Suspiré al recordar que, a pocos metros de ese lugar, había visto por primera vez a Tomás.
Tecleaba lo más rápido posible el teléfono pero no, no había caso. No daba tono, no llamaba. Lo más probable es que estuviese trabajando. Levanté la miraba del teléfono para mirar a mi amiga y ella me hizo una mueca.
–No te preocupes, lo va a entender
–Si, hubiese estado bueno aunque sea verlo por última vez
– ¿Estás segura que no querés que viaje con vos- Preguntó cuando vimos doblar el colectivo.
–No, amiga, tranquila
–Bueno. De todas formas me adelantaron el curso de ingreso en la facultad, así que en dos semanas estamos juntas en nuestro departamento.
Sonreímos juntas y, luego de un abrazo, subí al colectivo de un salto. Cerré los ojos para no pensar en el viaje, y así dejé atrás el verano, el aislamiento. Volví a casa, a los problemas, dejando atrás el pueblo al que tanto odiaba, pero que tantas cosas buenas me había dado.
❣️
9K AAAAAA DIOS TAN TODOS LOCOOOOOOOOS