treinta y seis

3.9K 248 26
                                        

Acto seguido se paró y cuando estuvo cerca de mí, rozó mi nariz con la suya. La piel se me erizó al instante y quise cortar la poca distancia entre nuestras bocas. Él se hizo para atrás riéndose, sin despegar su cuerpo del mío. Mordí mi labio y sin pensarlo tomé su nuca para que no se me escape. Tomó con fuerza mi cintura, por ambos lados, y se pegó más a mí.

Nos besamos por unos segundos en el lugar hasta que perdí un poco el equilibrio, y él no tardó en caminar hacia el sillón donde estábamos sentados minutos antes. Caí aún besándolo, y apenas él se sentó, me guió hasta sus piernas.

Pasé las mías por alrededor de su cintura, y recordé el episodio del auto cuando volvíamos del campamento. Sonreí. Aproveché la situación de separar nuestros labios para besar por arriba su cuello.

Lo sentí respirar y me distancié solo unos centímetros para verlo cerrar sus ojos. Me apoderé de su cuello por otros segundos hasta que él me dejó.

Nos separó tomando mi mentón con la yema de sus dedos y me miró un rato. Besó la parte baja de mi pecho y de un solo movimiento sacó mi remera.

¿En qué momento había pasado? No lo sé.

Estaba sobre las piernas de Tomás, en corpiño, abrazando su cabeza mientras él me daba besos desesperados en todo mi torso.

Cerrando los ojos saqué su remera y toqué sus músculos lo más rápido que pude. Acarició con delicadeza mi vientre y mi cuerpo se desvaneció en sus manos. Me tiré un poco para atrás y él, antes de agarrarme, beso mi panza. Creía que nada iba a poder parar ese momento hasta que la puerta se abrió.

–Wow

Giré, miré y no. No. No, por favor. No puede ser.

La puerta se cerró y largué un suspiro. Su cara se transformó en ira y la mía en vergüenza. No tenía idea de quién era pero él sí, así que no tardé en avergonzarme aún más.

Tomás me alcanzó mi remera lo más rápido que pudo y mientras me la ponía, me paré. El se levantó estirando sus piernas. Su cara estaba largando furia por todos lados. Yo no sabía donde meterme. Dio vuelta su musculosa antes de besar mi frente. Siempre atento.

Abrió la puerta y me quedé ahí, paralizada. Sin saber que hacer. Tampoco hacia donde ir, no conocía la casa. Solo me limité a escuchar lo que pasaba en la puerta de la casa.

– ¿Qué mierda haces acá, Jimena?- Gritó.

–Es mi casa, ¿a dónde querés que vaya nene?

– ¿Por qué carajo no te fuiste con mamá?

–Tomás, ya no soy una nena, me quedé como te quedaste vos- Explicó.

Y sí, no tardé mucho en deducir que era su hermana. Miré al techo esperando que una mano aparezca del cielo y me transporte inmediatamente a otra dimensión. Estaba a punto de morir de la vergüenza.

Me senté en el sillón asqueroso ese, y mi cabeza se puso en blanco unos segundos. ¿Cómo podía provocar tantas sensaciones en mí? Mis pensamientos se cortaron cuando él se asomo por la puerta. Chequeó que todo estaba en su lugar, y luego la abrió, para darle paso a la famosa Jimena.

–Hola- Me dijo sonriente, ¿por qué actuaba como si nada habría pasado? La misma naturalidad que su hermano.

Antes de que pueda decir una palabra, abrió su boca otra vez.

–No te preocupes, son cosas que pasan- Dijo y se encogió de hombros.

-Si, sí. Todo muy lindo- Comentó Tomás y se acercó a sus hombros. – ¿Comiste?- Preguntó y ella asistió al instante.

–Perfecto, entonces te metes ahí y no salís ni para ir al baño, ¿se entendió?- Dijo llevándola hasta una habitación y antes de que ella pueda opinar, cerró la puerta de un golpe. Cuando apareció por la puerta, tomé mi rostro en mis manos y él no tardo en venir a abrazarme.

–Me quiero morir de la vergüenza

–Eu, ya esta, ya pasó

Confirmado: odiaba su naturalidad.

–Nos descuidamos, pensé que ella había viajado también- ¿Por qué estaba tan tranquilo? La hermana me había visto sobre él, en ropa interior mientras besaba mi panza. Agh.

–Dios- Dije un poco cansada de verlo tan sereno. –Me voy a ir caminando a ver si se me pasa la timidez- Intenté bromear.

–De ninguna manera, te quedas a dormir conmigo.

❣️
en serio estos dos tienen una yeta y son más vuelteros mamita querida

cambios | c.r.oDonde viven las historias. Descúbrelo ahora