veinte

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Seguí su mirada y me encontré con el cielo. Wow. Que maravilla. Tenía una especie de debilidad por el cielo pero jamás lo había visto así, tan negro y...grande. Al no haber edificios ni nada que en la ciudad obstruya mi vista, se veía más grande y claro que nunca.

No había visto nunca nada así. Estaba muy despejado y no había ninguna nube. Infinidades de estrellas se reflejaban en mi rostro y me sorprendí al darme cuenta de cuantas había.

Algunas brillaban más que otras y rápidamente visualicé algunas constelaciones: las tres marías, la cruz del sur.

Bajé la mirada cuando escuche el ruido del encendedor. Lo único que faltaba para hacerlo ver más hermoso con ese buzo y ese pantalón, era un cigarrillo en la boca.

El bajó su mirada para mirarme e intenté ocultar mi respiración.

–No lo hagas.

Clavé mis ojos mientras él volvía a mirar al cielo y le daba una pitada al cigarro.

– ¿Qué cosa?

–No me pidas que deje de fumar- Me dijo riendo, divertido.

Entrecerré mis ojos. No iba a hacerlo, era un vicio demasiado sexy y el ya estaba bastante grande para saber que hacer y que no, ¿no? Disimulé un poco.

–No creo que me hagas mucho caso

–Buen punto- Me miró y me sonrió.

Sí, confirmado: me encantaba. Negué con mi cabeza para sacarme del shock y tomé mi cámara.

Capturé un par de fotos mientras el se sentaba en el borde de la ruta. ¿Quién iba a pasar por allí? Nadie.
Se me hacía imposible no mirarlo cada pocos segundos. Realmente estaba hermoso y el cigarrillo entrando y saliendo de su boca era...wow.

– ¿Qué pasa?- Me preguntó y me acerqué a él.

–Estas...lindo- Le dije sin muchas vueltas y el sonrió.

– ¿Te gusta? Te dije que íbamos a ver las estrellas

Me reí.

–Pensé que estabas bromeando- Negué con mi cabeza divertida. –Esto es increíble

–Lo es, ¿no? Es inmenso- Me dijo levantando su mirada y yo no podía sacar la mía de su rostro. Me miró. –¿Y la otra parte de tu remera?

Me miré extrañada. Supongo que se refería a la mitad que le faltaba. La pollera tiro alto disimulaba lo corto que era el top y solo se veían unos centímetros de mi torso por arriba de mi ombligo.

–No empieces

–No voy a decir nada, mi corazón está contento por como se ven tus piernas con esa pollera- Me dijo y le hice una mueca.

–No me digas pajero- Me leyó el pensamiento y me reí. –Vení

Golpeó el asfalto pretendiendo que me sentara a su lado. Ni loca lo hacía, estaba en el medio del campo pero era una chica de ciudad y estaba con pollera. Diuh. Negué con mi cabeza lo más rápido que pude.

–No, vení vos

El bufó y apagó su cigarrillo contra la ruta. Lo arrojó hacia un lado y se paro.

Se me acercó y sin dejarme respirar, tomó mi nuca y unió nuestros labios.

Era increíble el gusto de su boca junto al del cigarrillo. Cada vez que se movía su perfume salía de su cuerpo como si recién se hubiese puesto.
Cuando se dio cuenta que no iba a despegarme de él, pasó sus manos hacia mis caderas y las tomó por los costados con fuerza. Yo pasé mis manos por encima de sus brazos y abracé su nuca para después acariciar su pelo.

Movió sus manos hasta mi cintura y esta vez las unió en mi espalda para pegarme más a su cuerpo.

Estuvimos besándonos por unos segundos más y cuando amagué a separarme, me pegó a sus labios otra vez. Sentí su sonrisa en la mitad del beso y se me estremeció la piel. Mierda, jamás me había sentido así.

cambios | c.r.oDonde viven las historias. Descúbrelo ahora