Había tenido la idea en mi cabeza durante toda la cena. No sabía que pensar ni como actuar.
Me limité a cenar en silencio con mi amiga, hasta que su energía cortó el sigilo.
– ¿En quién pensas?- Preguntó y yo levanté mi mirada del plato. Alcé una ceja para hacer una mueca. – ¿En Nacho o en Tomi ?- Dijo con su boca llena y yo reí.
Me miró expectante así que no tuve más remedio que responder:
–En Tomi
–Bien ahí- Gritó e hizo un gesto con sus manos.-Igual está todo bien, ¿no?
–Si, supongo- Le dije y me encogí de hombros. La verdad es que no tenía mucha idea, pero lo extrañaba bastante.
– ¿Vos, en qué andas?- Pregunté esperando algunos detalles pero solo se limitó a decirme más de lo que ya sabía.
–Nada, estoy empezando a hablar de nuevo con Lucas y vamos a ver...- Respondió y continuamos la cena en silencio.
Lo cierto es que nos dábamos nuestra propia libertad al vivir juntas, contrariamente a lo que creímos que iba a ser. Tener una habitación para cada una ayudaba bastante, aunque cada dos por tres dormíamos juntas.
Sol viajaba algunos fines de semana al pueblo y yo, antes de quedarme sola, optaba por pasar unos días en mi casa, con mi familia.
Sonreí en la cama al pensar que mañana pasaría el día ahí, en mi lugar. Escuché a Sol gritar desde la cocina y me asomé para ver que pasaba.
– ¿Qué te pasa, loca?
– ¿Pensaste que estaba durmiendo?- Preguntó cuando apareció en el living con dos bolsas en una mano, y una pequeña torta con una vela en la otra.
Largué una sonrisa y ella se me abalanzó. Fijé mi mirada en el reloj de pared y sí, evidentemente eran las 12.
–Toma- Me dijo separándose de mí y estirando las bolsas. –Para que te pongas mañana
Negué con mi cabeza. Tenía una costumbre desde que éramos chicas, de anticiparme los regalos. De solo pensarlo me reí.
–Sí, sí. Seguro te estas acordando de cuando te pregunte si te habían gustado los rollers- Dijo graciosa y yo asistí eufórica.
–Bueno che, Lucas había entrado antes y creí que te había dado el regalo- Me explicó encogiéndose de hombros.
Acto seguido tomó su nariz con dos dedos y respiro. Lucas.
–No voy a decir que quiero a mi novio- Grito abanicándose, yo solo la miraba. –Voy a decir que voy a traer los colchones acá así miramos una peli- Propuso y yo asistí.
Se fue rápido, estaba bastante loca.
Me senté en el sillón a abrir las bolsas. Un vestido negro con unos detalles transparentes, y unos zapatos hermosos, altos y cómodos, como me gustaban a mí.
Antes de poder ir a agradecerle, escuché que estaba hablando por teléfono. Me acerqué cautelosa y la vibración de mi celular interrumpió. Lo tomé rápidamente sin prestarle mucha atención.
Whatsapp. Tomás."Ojalá te hagas más tiempo para mi y vuelvas a darme pelota, te extraño mucho. Feliz cumpleaños, bombona".
Sonreí como una estúpida. Justo antes de empezar a escribir, sonó el timbre. Mire a Sol sorprendida y ella me mostró todos sus dientes, feliz como nunca.
Abrí la puerta y lo primero que vi fue un peluche enorme.Volví a mirar extrañada a Sol y era ella ahora la sorprendida. Su felicidad se había ido y entendía casi tan poco como yo hasta que Ignacio apareció.
–Feliz cumple- Me dijo intentado hacerme reaccionar. Me abrazó rápidamente y vi que Sol negaba con su cabeza y marcaba un número en su celular desesperada, ¿qué le pasaba?
No estaba entendiendo nada, 1) ¿Por qué Ignacio había venido a las doce, como si fuésemos novios? 2) ¿Por qué Sol intentaba arreglar algo por celular? 3) ¿Por qué nadie me había dado un chocolate todavía?
–Hey, gracias. Que hermoso- Dije intentando expresar ternura. Me gustaban los peluches pero ese era realmente grande y estaba pensando en dónde meterlo.
Lo levanté del piso para dejarlo en el sillón. Antes de que pudiera darme vuelta vi como mi amiga se tomaba la cara con las manos. Y sí, ahora era Tomás el que estaba en la puerta.
–Ay, que pelotudo- Dijo antes de decir siquiera hola al ver el peluche enorme sentado en el sillón. Nacho lo fulminó con la mirada y Sol camino sin ningún sentido intentando contener su risa.
–Vos... voy a hacer de cuenta que no existís- Expresó señalando a Ignacio con el dedo.
–Vos...- Dijo y señalo a Sol. –Sos la garca, traidora numero uno.
Esta negó con la cabeza tapándose con sus manos. Me miró y mi mundo cambió.
–Y vos...vení conmigo