veinticuatro

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No sabía bien que había pasado después. Cuando abrí los ojos tuve un flashback y me vi besándome con Tomás en el pasillo de la cabaña de los chicos. Cerré los ojos para volver a aclarar mi mente y me senté.

Estaba en la cama de Tomás, con él dormido al lado.
Hice una cara extraña y mi cabeza estaba por explotar. El parecía muy dormido y borracho hasta que intente levantarme.

Su mano me tomó del brazo y caí sobre él. Me dio un beso rápido en los labios y su aliento de alcohol casi me desmaya. Hice un poco de fuerza para salirme pero el volvió a besarme, y no puede hacer otra cosa más que besarlo también.

Sus manos pasaron a mi cintura y me apretó a su cuerpo. Estaba borracho como nunca, y probablemente no se acordaría de nada de lo que estaba haciendo.

Quise soltarme nuevamente, esta vez con un poco más de fuerza, y él volvió a pegarme a su cuerpo. Sus manos bajaron de mi cintura unos minutos, y cuando las subió, sentí como pasaban por debajo de mi top.

Aunque la situación me gustaba y me producía una sensación única, no me gustaba el hecho de que haya gente que en cualquier momento pudiese entrar a la habitación. Sacando que él estaba casi inconsciente, ¿no?

–Tomi...- Le dije, pero fue en vano.

El intentaba bajar el cierre de mi top con algo de dificultad mientras me besaba. Me separé de sus labios para mirarlo a los ojos.

–Tomás, por favor- Prácticamente le rogué, y fue ahí donde vi que sus ojos se abrían y cerraban rápidamente. Como si se hubiera despertado de un momento al otro.

Se movió por la cama y yo quedé acostada boca abajo. Se sentó en el borde y miró un punto fijo.

Nos quedamos en silencio unos segundos hasta que él se levanto. Giro su cuerpo para mirarme y le pegó a la pared con el puño cerrado. Maldijo en voz alta y levanto su vista hacia mí nuevamente.

–Perdón- Dijo, y salió de la habitación dejándome bastante confundida.

Me puse mis zapatos y salí en busca de él. Apenas lo hice vi a Sol y H en el mismo pasillo en el cual, algún momento, habíamos estado nosotros.

Sol estaba algo borracha pero Homer parecía tan inconsciente como Tomás. Le levanté el pulgar a mi amiga, y antes de salir sentí que me llamaron. Giré a mirarlos.

–Si ves a los chicos, deciles que duerman por ahí- Me dijo Lucas y me reí, su lengua se trababa mucho y tuve que hacer un esfuerzo para entenderle.

–Necesito pasar un poco de tiempo...ya sabes, con mi novia- Hizo una seña con su mano y yo asistí.

Salí de la cabaña y una resolana me sorprendió. Ya estaba por amanecer y tuve que cerrar un poco mis ojos para visualizar algo.

Había un poco de gente aún, pero estaban casi todos alrededor de sus autos, esperando para irse.

Busqué a Tomás durante unos 20 minutos. ¿Por qué se había puesto así? No me había molestado lo que había hecho. No estaba consciente de lo que hacía, pero de todas maneras no estábamos haciendo nada malo. No me sentí cómoda en ese momento y sólo quise irme, pero nada más. No me había enojado. Para ser precisa, todo lo contrario, lo único que quería era besarlo después de recordar lo lindo que estaba con esa camisa.

Mi búsqueda no tuvo mucho éxito así que me dirigí al muelle para ver el amanecer. Quise ir a buscar la cámara a la cabaña, pero mis pies no daban más.

Saqué mis zapatos y me senté en el borde de la madera. Sentí mis pies colgando y sonreí al saber que jamás metería un dedo en ese arroyo.

El sol empezó a salir y yo levanté mi mirada. Fue en ese mismo momento en el que sentí sus brazos sobre mi cuello.

Sus piernas pasaban por adelante de mi cuerpo y me abrazaba con fuerza y delicadeza a la vez.

Me dí vuelta para mirarlo y vi sus ojos cristalinos, ¿estaba llorando? No estaba mentalmente preparada para verlo llorar. Fue ahí cuando intenté zafarme para poder verlo mejor. Me dí vuelta con todo mi cuerpo y el se sentó frente a mí.

–Eu- Dije y toqué su mejilla –No hiciste nada malo.

El solo negó y bajo su cabeza para esconderla entre sus brazos. Me acerqué más a él e hice que me mirara. Le deje un beso en sus labios y sonrió.

–Sos tan linda.

Ahora sonreí yo.

–No me lo voy a perdonar nunca

Y sí, me llegó al corazón. Lo abracé como pude y le dije.

–No seas tonto, no te castigues por pavadas

¿Qué tan valioso era eso? Y, ¿qué tan difícil era encontrar un chico así en la ciudad? Nadie probablemente se pondría mal por una situación como esa.

–Tomi- Lo llamé y el me miró con sus ojos mojados. –Te quiero.

cambios | c.r.oDonde viven las historias. Descúbrelo ahora