Sol se dio vuelta y le guiñó un ojo.
Yo hice una mueca y él sonrió.
–¿Qué pasa?- Pregunté desinteresada.
–Amor
Y dibujó un corazón en el aire. Yo reí.
–Olvidé cambiar el contacto- Me encogí de hombros y el se acercó.
–Y...¿ya lo cambiaste?
–Para ser sincera, no
–Y...¿podes hacerlo ahora? ¿Ya?
Largué una carcajada y saqué el teléfono de mi bolsillo.
El se puso atrás mio para ver lo que hacía, y tenerlo tan cerca me provocó un escalofríos.
Seleccioné el contacto y rápidamente borré. Tecleé "Nacho" y el bufó.
–¿Y que te parece si directamente lo borras?
–Basta, tonto- Le dije divertida y me corrió rápidamente un mechón de la cara.
–¿Qué quería, Nacho?
–Yo lo llamé- Exclamé sin darle importancia y el hizo una mueca. -Supuse que era hora de hablar, el tiempo lo cura todo, ¿no?
–Eso creo- Me dijo confundido. –Entonces...
–No voy a volver con el, Tomi
Y largó un suspiro exagerado y yo sonreí.
–Solo que me parece que estaría bueno quedar bien, después de todo éramos amigos
–Bueno, si eso te hace bien...
¿Qué tan lindo era?
–Solo quiero que no te lastimes otra vez
–No voy a hacerlo, dijiste que nadie saldría herido, ¿no?
Y ahora sonrió él.
Dejó un rápido beso sobre mis labios y fuimos al muelle para unirnos con los chicos.
Abril y Mauro chapoteaban en el arroyo inmundo y Sol los miraba desde arriba. Tomás se unió a los chicos rápidamente tirándose de bomba, y yo me senté junto a mi amiga a mirarlos mientras me quedaba en bikini.
–Siempre creí que era más chico- Me dijo señalando el tatuaje de mi cadera.
–Sí, a veces lo veo más grande- Reí y miré a Tomás.
–¿Y?- Cuestionó
–¿"Y" Nacho o "y" Tomás?
–Ambos.
–Ignacio me pidió perdón cinco veces en diez segundos y le dije que cuando llegara a la ciudad hablaríamos. Sin rencores
–Bien...
–Y Tomás nada, todo aclarado supongo
–Entonces bien- Y largó una carcajada.
Tomás apareció arriba del muelle de un solo movimiento. Quede un poco embobada cuando se acercó a nosotras.
–¿Perdón?- Me preguntó mirándome.
–¿Perdón qué?
–¿Y la malla?
–Ay, no molestes- Le dijo Sol y yo me miré.
La bikini que traía era la más chica de todas las que tenía, pero le resté importancia sabiendo que estaba con los chicos.
–Esto te va a salir caro- Dijo y se acercó para levantarme en brazos.
–Tomás, ni se te ocurra- Le grite mientras pataleaba.
–Que lástima, ya se me ocurrió- Se rió y aunque estaba desesperada porque no me tire, sentir sus manos en mi piel me puso la piel de gallina.
De un segundo al otro caímos. Y sí. No tenía pensado meter un dedo en ese arroyo, y ahora estaba bajo el agua, empapada, con Tomás sosteniéndome por la cintura como si me fuese a ahogar.
