cuarenta y ocho

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Entró sin decir una palabra y yo cerré la puerta suspirando. Cuando giré ya estaba sentado en el sillón, con su cabeza para arriba mirando el techo. Su cuerpo estaba relajado pero se notaba que él no.

Así que me acerqué un poco para intentar hablar.

–Tomi...- Dije y el me miró.

Acto seguido tomó mi mano y de un tirón me tiró sobre él. Me senté en el sillón con mis piernas aún sobre las suyas, y me limité a mirarlo. El aclaró su garganta y respiró.

No sabía exactamente que decir ni como empezar a hablar, así que solo me mantuve en silencio. Sus ojos vidriosos me estaban volviendo loca así que abrí la boca pero él enseguida me interrumpió.

–Me di cuenta que...- Empezó  y me miró. –Que es imposible

Trague fuerte y pregunté.

– ¿Qué cosa?

–Intentar que te olvides de él -Lo dijo sin muchas vueltas y yo cerré mis ojos.

–Tienen años juntos. Conversaciones juntos. Recuerdos, viajes, palabras claves- Continuó negando con la cabeza.

–No quiero olvidarlo- Le aclaré rápidamente y él me miró.

–Fue una relación que terminó mal pero no quiero borrar todos esos recuerdos...solo quiero pasar la página- Le conté sincera y el volvió a mirar el techo.

–No parece.

–No seas pendejo- Dije rápidamente y el me miró levantando una ceja.

–No pienses que estoy jugando a dos puntas o que quiero volver a estar con él porque no- Subí mi tono de voz intentando que entienda. –Quise hablar con el justamente para eso, para no perder todo lo que vivimos juntos pero me di cuenta que no está funcionando

–No se puede, Male

Me dijo muy sabio y yo asistí. Sol, él, ¿quién más me lo quería decir?

–Sí, sí. Ya lo sé- Dije irritada. –Me lo dijo Sol hoy, pero nada de lo que hice fue con mala intención.

No llores. No llores, estúpida.

Sentí su mano sobre mi mejilla y cerré los ojos para disfrutarlo.

–Mira- Me dijo y los abrí.

Se abrió la campera para sacar de abajo una foto. La foto. Nuestra foto, la que le había regalado en las cabañas. Le sonreí.

– ¿Te acordas que me dijiste que nadie iba a salir herido?- Le pregunté rápidamente y el asintió.

–Bueno, no lo caguemos- Le dije divertida y el largó una carcajada.

–Arruinaste todo, tonta- Me pegó en el hombro y lo miré aún riéndome.

Nos miramos un rato y me acerqué para besarlo. El subió sus manos desde mis piernas hasta mi cintura y yo pasé las mías por su cuello para mantenerlo cerca de mí.

Después de unos segundos me empujó y se paró.

–Si, si, ya estamos siendo muy tiernos

– ¿Y era yo la qué arruinaba todo?- Le pregunté desde el sillón mientras lo veía caminar hasta el balcón.

Llegó a la puerta de vidrio y la corrió de un movimiento. Salió tocándose los bolsillos y bufé cuando lo vi sacar sus cigarrillos.

–Ay no te hagas, que me debes haber visto fumar tres veces nada más- Me dijo y asistí sin que me viera. Tenía razón, ¿qué iba a reclamarle?

Fui en silencio hasta la habitación y tomé mi cámara rápidamente. Me senté en el sillón y, solo con la luz del televisor y el reflejo de la luna en el vidrio, lo fotografié apoyado en el balcón. Alejé mi vista de la cámara para mirar la foto y sonreír.

Y sí, lo confirme.

Estaba enamorada.

cambios | c.r.oDonde viven las historias. Descúbrelo ahora