veintidos

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–Está lindo para caminar hasta el muelle, eh- Me dijo quejándose por la lluvia.

La verdad es que no llovía mucho, pero la lluvia débil molestaba bastante.

–Tampoco es para tanto, tonto

Mire hacia arriba y ubiqué un árbol cuya copa era extensa. Supuse que allí abajo el agua no mojaría tanto y me senté apoyándome en su tronco, haciendo que él se siente a mi lado.

– ¿Qué te pasa?

Y sí, maldije. ¿Cómo me conocía tanto en tan poco tiempo? ¿Es por qué soy muy transparente? ¿Por qué no puedo ocultar nada?

– ¿A que te referís?- Pregunté haciéndome la tonta y él se rió.

–No sé, es como si...cambiaras. Un día estamos todo el día juntos, y te acostas a dormir y sos otra persona

–Hey, no soy otra persona- Exclamé rápidamente.

–No, claro que no- Rió. –Pero te volves...vergonzosa

Me encogí de hombros.

–Me da un poco de vergüenza la situación- Le admití y me miró fijamente.

– ¿Cuál situación?

–La nuestra, tonto

No, no iba a explicarle todo.

– ¿Estar conmigo te da vergüenza?

Lo mire extrañada. ¿Cómo me iba a dar vergüenza estar con él?

–¿Qué estás diciendo?- Le dije rápidamente y el sonrió. –No me da vergüenza estar con vos. Ya no me molesta tampoco estar con vos adelante de los chicos. Es que...

No tuvo mejor idea que cortar mi respiración corriendo mis pelos de la cara. ¿Qué tipo de super poder tiene? ¿Eh? Mire su mano unos segundos y después la tomé, aún sobre mi cara.

–...Estuve toda mi vida de novia y no sé como comportarme con otra persona- Lo largué y cerré los ojos para tomar un suspiro. –Y espero que esto que me pasa se me vaya pronto porque disfruto mucho cuando estoy con vos.

Listo, ¿ya esta? ¿Ahora que hago? ¿Me puedo ir?

–Sos tan linda- Me dijo con su estúpida naturalidad y en ese momento lo odié por gustarme tanto.

–Supongo que...lo intentaste una vez y, ¿saliste herida?

Asentí.

–Y...¿No tenes ganas de volver a intentarlo?

Levanté mi vista y lo miré. ¿Cómo podía gustarme así?

–Una última vez, y te prometo que nadie va a salir herido

Confirmado: Lo quería para toda la vida.

No tuve más reacción que acercarme a sus labios y rozarlos con los míos, tan sutilmente como pude. La delicadeza no era lo mío, no me salía hacerlo como a él, pero se rió.

Comenzó a llover más rápido así que corrimos a la cabaña. Cuando estuvimos en la entrada, me tomó del brazo.

–Vamos a la mía.- Me dijo y yo lo miré. –Solo a bañarnos, tonta. Los chicos están durmiendo y vamos a hacer mucho lío.

Asentí y tomé del patio una bikini que estaba colgada, solo para no ingresar a la cabaña y despertar a los chicos.

Jamás pensé en entrar en el baño de los chicos, pero la verdad es que...pudo ser peor. Me dí una ducha rápida y salí envuelta en un toallon hasta la pieza. Escuché el televisor así que supuse que Tomás estaba en la cocina.

La habitación era igual a la nuestra: ventana, cama cucheta, y dos camas de una plaza. La diferencia era que estaban las cuatro ocupadas. Maldije al darme cuenta que la vista desde su habitación era más linda que la nuestra, y en cuento vi el reflejo en el vidrio y la madera de la cabaña transpirando humedad, maldije nuevamente por no tener mi cámara conmigo.

Me puse frente al espejo para peinar un poco mis pelos con las manos y me vestí con la bikini, aunque no había abrochado la parte de arriba.
Sentí sus pasos por el pasillo y apenas vi su cara supe que no sabía que estaba ahí. Antes de pedir disculpas, me miró por el espejo y se acercó hasta mí. Su cuerpo estaba a pocos centímetros del mío.

No nos estábamos tocando, pero sentía su calor.

Cuando sentí la yema de sus dedos en mi espalda, un cosquilleo recorrió mi cuerpo. Abrochó con la mayor delicadeza el corpiño de mi bikini que aún estaba desabrochado, aunque nada más que mi espalda se veía debido a que la tira del cuello si estaba en su lugar. Cerré mis ojos cuando sentí sus labios en la parte baja de mi cuello y sonreí. Largué un suspiro cuando lo vi irse.

Mis piernas aún temblaban y no sabía como ir hasta el comedor. Me di cuenta cual era su cama por el desorden y su olor. Me acerqué sonriendo y tomé una de las tantas remeras que había sobre ella. Cuando me la puse volví a sonreír, seguramente él no debía saber que olor tenía.

Camine a través del pasillo y lo ví, acostado en el sillón mirando televisión, como si nada hubiese pasado. Me miró y me sonrió, como un nene con juguete nuevo. No lo pensé mucho y me acosté a su lado. Él paso su brazo por mi cuello y yo hundí mi rostro en su pecho. Lo abracé por la cintura y solo bese su torso antes de quedarme dormida.

❣️
bueno perdón por no subir, es que posta me sentía mal y no tenía ánimos de nada
las amo, comenten xfa
ahí les va unos capítulos más ahre

cambios | c.r.oDonde viven las historias. Descúbrelo ahora