En algún sitio, la joven de cabello castaño había leído la frase; "Cuando es por la familia, el mayor de los egoísmos es utílizar la palabra NO". Y la odiaba. La odiaba por la intensidad tan abrumadora que la hacía sentír desde que tenía uso de razón.
Ése día sería especíal, así que se había puesto su vestido nuevo, cortesía de su esposo. Era corto hasta las rodillas, color verde y con unas ondas muy llamativas sobre los hombros delgados y pálidos. Al terminar de arreglar su cabello en su clásica coleta alta y rodeada por una delgada trenza, sintió una verdadera pena. Acarició su delantal blanco y suspiró resignada. Su vestido había quedado opacado casi por completo.-Hermosa.- susurró el chico curpulento al verla entrar a la cocina.
Y eso fue sufíciente para ella.
Le dio un corto beso en los labios y le sirvió un café cargado y sin azúcar, sólo como su hombre lo tomaba. Sin dejar de charlar con él, dispuso de las tres chicas que la apoyaban en la cocina y comenzaron a preparar el desayuno para la familia Phoenix. Como siempre, justo a las ocho en punto el desayuno estaba listo y servido en el comedor grande.
La señora Theresa le guiñó un ojo en forma de aprobación. La anciana era de pocas palabras, pero de muchas acciones.
《Una chica capaz de domar a un León》había susurrado, completamente satisfecha a la primera semana de conocerla.-¡Buen día!- saludó el señor Arlo, con su impecable traje y perfectamente duchado.- La señora no bajará a desayunar, será mejor que pregúnten si está interesada en que lo suban a la habitación.- Les sonrío, amable.
Theresa, mejor conocida como "Moscú", debido a una pequeña travesía cuando era joven. Le dio una mirada a Khloe, y la peliroja salió en busca de la señora Erin.
-El gran Phoenix no vendrá tampoco. Pero a él no le interesa el desayuno, así que... ¡Sirvan!- aplaudió, lleno de ánimo. Muy común en él.
Y las jovénes, se acercaron justo a eso. A servírle.
-Thea, me enteré que tus hermanas llegarán hoy. ¿Eso es verdad?- el señor Arlo tomó agua y después se pasó la servilleta por los labios.
Thea se quedó callada unos momentos y asintió, educada. Seguía sintiéndose avergonzada por eso. Incluso después de que el gran Señor Phoenix le había asegurado que no había problema.
"Cuando es por la familia..."
Alejó de un golpe seco aquella frase.
-Me alegro, en verdad.- levantó su tenedor con fruta y se la llevó a la boca.
La chica sonrió e inclinó la cabeza. Se alejó poco a poco y se metió a la cocina apurada. Su esposo ya se había ido, así que levantó los platos de la mesita y los llevó al fregadero. Se quitó el delantal, que seguía impecable a pesar de todo lo cocinado y salió por la puerta trasera, dirigiéndose a la inmensa reja color plata. Ahí se encontraba Xavi, platicando con las dos pequeñas. Thea tomó un buen bocado de aire y se acercó con paso seguro. Las niñas sonrieron contentas al verla, y ella no pudo evitar hacer lo mismo. Eran ellas, sus pequeñas hermanas a las que no veía desde hace más de cinco años.
-¡Thea!- chilló la menor.
Xavi las dejó pasar y en seguida el momento se resumió a llanto, abrazo de tres y preguntas atropelladas.
-¿Vives en este palacio?- la menor de cabello corto observaba la casa con asombro.- Mamá jamás dijo que vivías aquí.
-No vivo en la casa grande, hay unas cabañitas para los trabajadores, pero igual las van a adorar.- le aseguró cuando notó como cambió la mirada de su hermanita.
Su mirada pasó de Kiara a su hermana Morgan. La jovencita de cabello miel y piel trigueña. Sus ojos estaban húmedos por las lágrimas, pero parecían asustados y nerviosos. Thea no pudo sentirse más en casa. Esas eran sus hermanas. Una preguntaba lo que la otra simplemente no se atrevía.
Morgan era así; callada, pero sólo al comienzo. La chica de casi dos decadas se encontraba muy sorprendida por el hermoso sitio que sería su hogar por un tiempo, o ese era el plan, antes de que todo pasara. Porque para aquel momento, justo al dar un paso dentro de la hacienda. Fue el timbre de comienzo a algo inevitable y desastroso.Thea presentó a sus hermanas con todos los trabajadores y pidió respeto en el caso de los hombres, sabiendo que era inútil. Troy, estuvo más que emocionado por conocer a las hermanas del amor de su vida. Todo estaba saliendo más que bien. Incluso al punto de que Thea estaba bajando la guardia. Las llevó a su cabaña y Morgan fue la más felíz de explorar el sitio. Era acogedor y hermoso. Dos habitaciones, un baño con regadera, una mesita, un sofá grande y televisión.
-Comemos siempre en la cocina de la casa.- les explicó cuando preguntaron por la comida.
A Morgan no le molestaba en lo absoluto compartir la habitación con Kiara. Era mejor que seis personas en una casa de dos metros por dos metros. De hecho, se sintió demasiado afortunada de que su padre haya decidido que eran un estorbo y mandarlas con su hermana la bastarda, como él llamaba a Tia.
No daré molestias, se repitió mil veces. No quería tener que soportar volver a aquel basurero con su pequeña hermana. Ese sitio era perfecto para crecer. No importaba si tenía que limpiarle el trasero a la familia entera.-Dejen sus cosas y vamos a la cocina, les prepararé de desayunar.- les ordenó.
Morgan y Kiara lanzaron sus únicas dos bolsas sobre el piso de aquella reducida habitación y observaron todo.
Kiara comenzó a saltar sobre una cama y Morgan decidió que se la dejaría. Acarició el pequeño mueble de madera que estaba de su nuevo lado de la habitación y cuando no pudo soportar la presión fue y tomó a su frágil hermana de los hombros.-Ya sabes lo que prometimos. Por favor no te metas en problemas, no hables con nadie y finge que no existes, no quiero que Thea tenga problemas con los Señores Phoenix. ¿Entendido?- sus ojos cafés miraron a la niña con intensidad.
-¿No quieres que respire menos, de casualidad?- kiara le dio un golpe en la frente.
Morgan la soltó y puso los ojos en blanco. Sabía que sería difícil con su hermana.
Salieron detrás de Thea y cuando entraron a la cocina un olor delicioso las envolvió. Llevaban dos días sin probar bocado y justo en ese momento su cordura estaba por los suelos. Comida, querían comida. Thea notó la cara desesperada de cada una y sintió unas inmensas ganas de llorar. Ella conocía esa sensación, más de lo que se atrevería a reconocer.
Las obligó a lavarse las manos y después les puso enfrente un inmenso plato de estofado. Un estofado que duró lo mismo que su noche de bodas con Troy.-Thea, el señor Phoenix ha bajado y pide desayuno.- entró Moscú con su porte lleno de seguridad.
Su mirada se volvió cálida al ver a las niñas. Thea las presentó y Moscú quedó más que encantada con las dos, claro que sintió más ternura con Kiara, pero sintió una terrible conexión con Morgan. Le pareció preciosa y muy inteligente.
Thea sirvió el desayuno y lo puso en una charola para llevarlo a la mesa grande.-¿El señor Phoenix es un viejo?
Morgan sintió como se desmoronaba de golpe al escuchar la pregunta de Kiara. Moscú sonrió tratando de aligerar la tensión de la joven.
-Oh, no. Es joven, no demasiado pero si lo suficiente.- le guiño un ojo.- Pero tranquila pequeña Kiara, tal vez pronto lo conozcan.
Los ojos de Moscú brillaron de forma extraña, como si de manera inconsciente quisieran advertír de algo. Claro que en ese momento, Morgan sólo podía esforzarse por imaginar a aquel hombre. Joven, no demasiado pero si lo suficiente.
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El Placer De Morír En Tus Brazos.
RomanceMorgan Wright llegó a la mansión Phoenix creyendo que había llegado al paraíso mismo, sin saber que se convertiría en la obsesión del hombre que jamás creyó poder poseer. Cuyo deseo desmedido los llevará a los bordes del bien y el mal. Él, un hombr...