Capítulo 28

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El cielo lanzó el primer trueno, advirtiendo que una tormenta estaba por llegar, pero no dio tiempo de hacer demasiado, puesto que casi al instante las primeras gotas de lluvia cayeron sobre el rostro de Thea, que caminaba despacio por el camino que llevaba a los establos. No entendía porque Tate había tomado ese rumbo, si se suponía que Troy había salido a buscar a su hermana y según la inocencia de Thea, ella había ido a la casa. La mayor de las Wright era consciente de que los Phoenix no eran personas que sudaban agua bendita, pero para ella, si no te metías en sus asuntos estabas salvado. Ella había sobrevivido a esa casa tan extraña con esa mentalidad, al igual que Troy. Pero esa noche le falló a ambos, eso lo supo Thea cuando vio a su esposo arrodillado frente a Jahír Fusco, mientras él le apuntaba con un arma.
Morgan había negado mil veces que Troy la había llevado al establo para que ella viera todo eso, tal como lo aseguraba el mismo Tate.

-¡Mentira!- chilló asustada.- Él no entiende de que hablan, ¡Diles!- miró a Troy.

-¡Los he visto salir juntos!- volvió a sentenciar Tate.- Y mira aquí, ha llegado Thea, ella también los ha visto.- aseguró el hombre, sujetando a Thea de los hombros con violencia.

Morgan negó repetidas veces en dirección de su hermana y Thea veía a Troy sin entender. La lluvia ya los estaba empapando pero ninguno se movía. Fusco, Guiordano y D'Nally, los tres integrantes del consejo se lanzaron contra Morgan como animales hambrientos, desesperados por hacerla pedazos. La habían apuntado con un arma, exigiendo que le contara como había llegado ahí si se suponía que todos estaban en la carpa. Pero fue un grave error, porque Abel no dudó ni un instante en pararse delante de ella, ordenando que no volvieran a acusarla de esa manera y que la escucharan. Pero Arlo y Tate ya habían sentenciado a Troy, deseando tener un culpable a quién castigar.

-¿Tu la has traído aquí, Sí o no?- volvió a preguntarle Guiordano.

Troy estaba temblando del miedo y de la confusión. No sabía de qué hablaban, pero por eso mismo, no sabía de qué y cómo defenderse. Estaba perdido. Thea intentó acercarse, pero Tate la empujó hacia atrás.

-Es un pervertido total, ¿Qué tal si estaba intentando abusar de Morgan? Capaz y así fue, no ha negado nada.- la acusación de Tate puso enferma a Thea.

-¡No es así!- gritó Morgan llorando.- Yo llegué aquí sola, estaba buscando a Abel y me perdí, pero eso es todo... ¡Fue un accidente!

-Los accidentes no existen.- ladeó la cabeza Arlo.- Tranquila Morgan, tu nerviosismo nos ha dado la respuesta que necesitamos, no debes intentar defender a Troy sólo por ser el esposo de tu hermana, ya ha demostrado que no lo merece.

Morgan estaba desesperada porque no sabía de que manera explicarles a todos que ella era la única culpable de lo que había sucedido. Ella había decidido caminar sola hasta el establo para poder ver todo lo que estaba pasando, y que Troy literalmente no tenía nada que ver. Pero ella no conocía la maldad de aquellos hombres, que sólo estaban diciendo cosas sin sentido para que acabaran con la vida de un inocente.
Abel sabía que Morgan decía la verdad, la conocía y sabía que debió tener la curiosidad a flor de piel, como para aventurarse a buscar respuestas, lo que le faltaba a su rompecabezas era "Quién" le había despertado esa curiosidad. No sospechaba demasiado de Troy, pero sabía que no podría ayudarlo si lo sentenciaba, no podía gastar ese cartucho con el consejo, pues tal vez lo necesitaría para Morgan, o incluso para él. Ya había hecho demasiadas cosas fuera de las reglas del consejo y sus palabras no servían de nada fuera de lo que incluía a  Morgan.

-Será la última vez que te lo pregunte.- Guiordano obligó a Troy a levantar la cabeza.- ¿Tú como sabías de lo que sucedía hoy y por qué trajiste a la mujer de Abel?

-No sé.- susurró el hombre sin más.

Morgan miró a Thea y ésta le articuló un Ayúdalo.

-¿Por qué parecen no escuchar a Morgan?, ella ha dicho que...

-¿Quieres que la atención se vaya directo a ella?- Fusco le dio una mirada a Abel, que lo dejó callado.

-Troy, me has decepcionado hijo.- Tate se limpió el rostro con fingida pesadez.

Morgan se dirigió a Abel y comenzó a pedirle desesperadamente que detuviera esa masacre mental en contra de su cuñado. Abel le susurró lo que ya había pensado antes.

-Por favor.- suplicó Thea.- No sé que está sucediendo, pero lo que sea, les pido que disculpen a mi esposo. No fue su intención...

-Si lo hice.- la voz de Troy fue su propia sentencia.

Todo se quedó en silencio de pronto, con la lluvia y los truenos de fondo. Troy se había cansado de las suplicas de Thea y de Morgan, se sentía humillado y ya no quería que ellas se humillaran más. Supuso que el verdadero culpable era Federick, pero para él, ese joven conductor era como su hermano y no se creía capaz de culparlo, no ante esa bola de serpientes. Se había confundido y de cierta manera fue su culpa que los descubrieran, así que tomó su responsabilidad. Y a pesar de que le hubiera encantado despedirse o haber visto por última vez a su hermosa esposa, todo pasó muy rápido. Y el disparo que le atravesó la cabeza fue acompañado del más fuerte trueno.

-¡No!- el grito desgarrador de Thea sobresalió entre el ruido.

Morgan se cubrió el rostro con ambas manos, sollozando desconsolamente mientras escuchaba los gritos de su hermana, que ya estaba sobre el cuerpo inerte de su esposo. Todos se alejaron poco a poco, dejando ese asunto a un lado y sintiendo que ya habían hecho lo que debían.
La culpa volvió a consumir a Morgan hasta hacerla curvarse. Se acercó a Thea, en un intento de ayudarla, pero lo que recibió fue un empujón furioso.

-¡Eres como ellos!- le recriminó con el rostro desfigurado por el shock.- ¡Lárgate!

Morgan sujetó en el aire la esclava de oro que Thea le lanzó en la cara mientras la maldecía.

-¡No fue mi intención!- se disculpó, con el arrepentimiento al máximo. Volvió a acercarse y Thea le golpeó las manos cuando las acercó a Troy.

-¡No lo toques!- se desgarró la garganta.- ¡Eres veneno... ! ¡No lo toques!

La joven se sentía destrozada al ver a su hermana tan mal, y aún peor al ver al increíble Troy sobre el césped, sin vida. Debió quedarse sentada sobre su puto asiento, ¿No es así? Pero ya lo había hecho.
Abel intentó acercarse a ella, pero Morgan lo rechazó y se alejó casi corriendo. El agua estaba asfixíandola, su pecho le dolía y su cuerpo estaba fallando. Se tropezó frente a los estanques y se alejó cuando Abel trató de ayudarla.

-¿Quién hace esas cosas?- lo señaló furiosa.- ¡Esto está mal! Lo que ustedes hacen está muy mal. ¡Malditos enfermos!

-¡Ellos lo hacen por voluntad y saben a lo que se arriesgan!- se defendió Abel.

-¡Lo mataron!- chilló ella, mirándolo aterrada.- ¡Los vi!

-¿Fuí yo?, ¿Acaso me viste a mí hacerlo?

-¡Estabas ahí y es lo mismo!- le gritó llorando.

Morgan lo había hecho, estaba dentro de los Phoenix, había conocido una de las muchas ventanas de la familia y ahora había sobrevivido a costa de una vida inocente. Eso la estaba por volver loca.

-Morgan, debes permitirme que te explique.- se acercó a ella, pero Morgan se alejó de nuevo.

-¡No te acerques!- le suplicó.- No lo hagas...

Los gritos de Thea seguían resonando en la distancia y se habían filtrado a su cabeza, como un recuerdo amargo que no saldría jamás. Al igual que la música fuerte que seguía en la carpa. Las risas, el llanto, la tormenta y el disparo. Todo se había llevado otro gran pedazo de esa Morgan ingenua. Y le dolía, era un desmembramiento en carne viva. Como pudo, Morgan siguió su camino hasta la casa grande, pasando derecho sin siquiera ver dentro de la carpa. Y no pudo esperar hasta llegar a la habitación, porque cuando llegó ya estaba casi desnuda. Era como si esa costosa ropa la asfixiara. Se abrazó a la almohada como Thea se aferraba al cuerpo de Troy y ambas lloraban desconsoladas en la distancia, sintiéndo esa última parte de su unión ser destruida. Morgan ya no era parte de Thea, y Thea ya no era parte de Morgan. La sangre no era lo suficientemente fuerte como para unir, y eso estaban muy pronto de averiguarlo.

-¡Ahhh!- gritaron al aire, una vez más. Sintiendo ese dolor.

El Placer De Morír En Tus Brazos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora