La mansión Phoenix parecía tener un pacto con la naturaleza, o eso es lo que las personas que vivian cerca murmuraban. Porque la luz del sol hacía resplandecer absolutamente cada hueco de aquel lugar, luciendo majestuoso. Y cuando comenzaba a oscurecer, parecía que una manta los cubría en forma de protección. Lo que ellos no sabían era que en realidad no era así, la naturaleza causaba algo que a la mansión Phoenix no le sentara nada bien y eso eran las tormentas. Detrás de la mansión, había un enorme río que subía su nivel de manera alarmante siempre que llovía demasiado. Siempre llevaba un poco de agua clara, pero cuando la tormenta llegaba, se volvía todo lo contrario. En el pasado, había cobrado la vida de tres trabajadores del huerto. Y ahora, después de años, amenazaba con volver a hacerlo. El cielo estaba repleto de nubes grises y el aire corría a bajas temperaturas. Por eso mismo, en cuanto Morgan salió del auto se abrazó a su gabardina con fuerza. Estaba muy nerviosa por volver, porque sabía que Thea estaba furiosa con ella o al menos así lo recordaba, pero la gran mayoría de su nerviosismo se debía al hecho de que Abel le había dicho que ahora sería su pareja oficial y que incluso, hablaría con Thea para aclarar todo.
La voz de Abel, ordenando que subieran todas sus cosas a su habitación la sacaron de sus pensamientos.-¿Estás lista?- Le preguntó antes de tomarla de la mano.
Ella asintió y le sujetó la mano con fuerza.
Arlo Phoenix vió el auto entrar y sintió una gran necesidad de correr hacia su hermano y sujetar su cuello con fuerza hasta que dejara de respirar o que llegara a suplicar unas malditas disculpas. Pero lo conocía y sabía que Abel jamás diría algo como eso, aunque su vida dependiera de ello. Así que volvió a poner su rostro impasible y se alejó del balcón lentamente, llamando a Tate para que lo acompañara a recibir a su hermano y a Morgan. El resto de los Wright habían llegado sólo dos semanas antes de que la pareja volviera de su viaje y había sido suficiente para que Tate Wright, se convirtiera en la mano derecha de Arlo Phoenix. Llevaba un traje azul marino con corbata, sus zapatos negros brillaban de lo impecables que estaban y su cabello no se movía en lo absoluto mientras bajaba las escaleras al lado de Phoenix. Por eso Morgan tardó en reconocerlo, pero sólo un instante. Su mano cayó a su lado al perder la fuerza y sus ojos se abrieron sorprendidos al darse cuenta de lo que estaba pasando. De manera casi instintiva miró hacia todos lados en busca de sus padres, de Casie o de su hermana. Pero no encontró a ningún otro.-¿Así vas a saludar a tu tío, Morgui?- Tate sonrió exageradamente y abrió los brazos en su dirección.- Todos estamos aquí, todos estamos quedándonos en las cabañas. Ahora estamos todos juntos...
Morgan lo detuvo con un gesto y se sujetó el estómago para evitar que devolviera todo lo que había comido horas antes. Miró a Abel, que parecía igual de confundido que ella y después vió a su menor, que sólo le sonreía amable. No sabía que era lo que sucedía, pero podía sentir una extraña sensación en la boca de su estómago. Quizás era por el hecho de que la figura de su tío sólo la hacía recordar el olor putrefacto de su antigüa casa, además de los malos recuerdos que volvían tomar fuerza en su cabeza. Todo la estaba poniendo muy mal.
-Thea...- susurró casi jadeante.- Voy a buscar a Thea...
Caminó tambaleante hasta la parte trasera de la casa y su cabeza dio más vueltas al encontrarse con su padre, Marco. Éste la observó de arriba a bajo y levantó la cejas con una burlona sorpresa. Ambos lucían completamente diferentes antes los ojos del otro, Morgan ahora parecía una mujer de dinero y Marco llevaba un traje elegante, que lo hacía lucir decente, pero sin dejar de ser desagradable en todos los aspectos.
Thea salió de su cabaña justo antes de que su padre pudiera decirle algo a Morgan. Se acercó corríendo y la sujeto del brazo para alejarla de él.-Thea...- la voz de Morgan fue un susurro agradecido.- ¿Qué está sucediendo?- Los observó a ambos.
-Lo que sucedió fue que ustedes, malditas bastardas, nos abandonaron y quedamos en la calle.- escupió el hombre con repudio.- Estamos aquí para que se hagan cargo de nosotros.
-¡Marco, Por favor!- Uvania se acercó lentamente, observando maravillada a Morgan.- Niña... Estás hermosa.
Morgan controló otra sacudida al ver a su madre y sujetó más fuerte de Thea. Toda su felicidad se esfumó completamente y su cabeza seguía dando vueltas. Para Morgan, su visita al consejo había sido nada comparado a la desagradable sensación de ver a su familia. La sensación era la misma para Thea.
-Tu madre está muy enferma, deben hacerse cargo de ella.- volvió a ordenar su padre.
-¡Cierra la boca!- gruñó Thea furiosa.
Marco soltó más humillantes palabras hacia Thea, que resonaban por todo el sitio hasta llegar a los oídos de Tate. Que se acercaba a paso elegante hasta a su familia. Había dejado a los Phoenix conversando intensamente acerca de lo que estaba sucediendo. Abel estaba furioso por las decisiones de Arlo, él sabía lo que los Wright habían hecho a Morgan y a sus hermanas. Para Abel, ellos no eran recibidos en su casa, pero eso ya había sucedido gracias a su hermano.
-Marco, ya te he dicho sobre tu vocabulario.- le advirtió Tate, con cansancio.- Y Uvania, por favor entra a la cabaña, si te enfermas vas a terminar de morir.
Morgan observó atentamente a su madre y vió las enormes ojeras que se asomaban debajo de sus ojos, la nariz roja, sus labios resecos y la fuerza que ponía para poder respirar. Su posición de ataque se vino abajo al verla así, después de todo, era su madre.
-Ven aquí.- Thea le dio una mirada llena de odio a todos y se alejó con Morgan.- Escúchame, por favor pide al señor Phoenix que no les permíta quedarse más. Ellos sólo están aquí por dinero y sobre todo ahora que saben que estás con el dueño de la casa, no querrán irse.
-Ella está enferma.- señaló a su madre.- No sé si pueda hacerlo.
Thea se enderezó furiosa y volvió a mirar a todos. Su mirada se tardó más en Tate y él sonrió victorioso, eso la enfureció más.
Morgan se sentía demasiado presionada y la cabeza le punzaba de manera alarmante.-Lo sé, pero no deben quedarse. Ellos van a arruinarte, sólo debes verlos para darte cuenta que sus intenciones no son buenas.- volvió a hablar, con más fuerza.- Pídele que los corra de aquí...
-Deja de presionarme o a la que le pediré que corra de aquí es a tí.- la voz de Morgan salió como una cuchilla filosa, cortando a Thea desde muy dentro.
Cuando volvió de momento de ira, ya era muy tarde. Thea estaba alejándose de ella, con los ojos llenos de furia y con el corazón destrozado. Si pensaba en arreglar las cosas con Morgan, ya lo había olvidado. La menor intentó detenerla, pero al ver que Thea estaba muy alterada, se detuvo.
Tate sonrió aún más y se acercó a Morgan, poniendo su mano en su hombro.-No te atrevas a presionarme.- le advirtió Morgan separándose de él.-¿Estás enferma?- le preguntó a su madre.
-Sus pulmones están fallando...- habló su padre.
-Le he preguntado a ella.- Morgan lo detuvo, altanera.
-¡Es tu padre!- Tate la abofeteó con fuerza en la mejilla.
Uvania sujetó a Morgan antes de que la joven cayera sobre el suelo con violencia. Tate siempre fue un agresivo, disfrazando sus ataques detrás de una falsa disciplina. Siempre había sido así, pero su error, fue hacerlo en una casa que no era la suya, contra la mujer equivocada y frente al hombre que mandaba en ese sitio.
-¡Vuelves a tocarla y te voy a volar la cabeza!- Abel empujó a Tate con tanta fuerza que cayó sobre el suelo con la violencia prometida hacia Morgan.
-¡Detente!- Arlo sujetó a su hermano con fuerza.- Eres un Phoenix, pero pareces un maldito callejero. ¡Compórtate de una vez!
-Pídelo y ellos saldrán de aquí ahora mismo.- Abel miró a Morgan furioso.- Sólo dilo.
Morgan se acarició la mejilla dolorida y su madre la sujetaba con fuerza de la cintura. Era una súplica física de la mujer que la trajo a la vida. Ella podía sentir la enfermedad de su madre con solo tenerla cerca, respiraba con mucha dificultad y sus jadeos se metieron a su cabeza. Observó a todos y sujetó a su Uvania, con mucha más intensidad al darse cuenta que el agarre que tenía en su cintura era porque ella misma estaba perdiendo sus fuerzas. Miró a Abel y trató de calmarlo antes de dar su respuesta, que sorprendió a todos.
-Pueden quedarse.- susurró
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El Placer De Morír En Tus Brazos.
RomanceMorgan Wright llegó a la mansión Phoenix creyendo que había llegado al paraíso mismo, sin saber que se convertiría en la obsesión del hombre que jamás creyó poder poseer. Cuyo deseo desmedido los llevará a los bordes del bien y el mal. Él, un hombr...