Morgan estaba tan sumida en sus pensamientos que no pudo ver a Phoenix en la puerta. Sólo lo notó cuando él carraspeó, llamando su atención. Al verlo, se quedó paralizada y su cuerpo volvió a temblar como sólo le sucedía con él. Habían pasado cinco días, pero al verlo, parado frente a ella, sentía que había pasado mucho más tiempo. La sensación caliente de su vientre creció y la consumía lentamente. Al igual que en él. Sólo con verla su respiración se agitó. Estaba deseando volver a casa para poder verla. Y sabía que había válido la pena.
-Señor Phoenix.- lo saludó educada.
-Señorita Wright.- su voz salió fuerte y melodiosa.- No suelo venir aquí, pero supuse que era muy temprano para que estuvieras en tu habitación.
Morgan asintió, y le sonrío de manera involuntaria. Estaba emocionada por tenerlo cerca, porque había vuelto.
-Si, yo... cené con mis hermanas y...
-¿Thea está por aquí? Tengo hambre.- caminó hasta la mesa de la cocina y dejó una caja grande, color roja.
Morgan observó intrigada la caja, pero no preguntó nada, naturalmente.
-Fue a dejar té. A los señores D'Nally.- contestó, mirándolo como si fuera un ser extraño. Federick dijo que él nunca entraba a la cocina.
-Bueno, supongo que la esperaré.- se quitó la gabardina y la puso en el respaldo de una silla, para después sentarse.
-¿Va a comer aquí?- la voz de Morgan fue un graznido
Abel asintió sonriendo y se acomodó aún más en su silla. Era cierto que jamás había entrado a la cocina y mucho menos comido ahí, pero la situación le divertía mucho y quería probarlo. Había pasado horas con Rosie D'Nally y jamás sintió una pizca de emoción como la que experimentaba ahora.
Morgan pasó su peso de un pie a otro y trataba de pensar en qué hacer. Una idea fugaz le cruzó la mente y a pesar de parecerle una locura, se aferró a ella.-Yo preparé la cena esta noche y me salió deliciosa. Si quiere, puedo servirle un poco.- lo miró a los ojos y su vientre se contrajo cuando los de él brillaron con malicia.- Si gusta, claro.
-Perfecto.- se levantó de la silla y se dirigió al lavabo para lavarse las manos. Pasando a su lado y dejándola temblorosa.
Morgan se dispuso a sacar la cena y la puso a calentar. Todo bajo la mirada atenta de Abel.
Él miraba encantado a la chica, que no parecía dejar de moverse de un lado a otro. Le pasó un vaso de agua y le sirvió la cena con cuidado. Muy dentro de él deseaba un poco de vino, pero dudó que ella tuviera el conocimiento de cuál traer, así que lo dejó pasar.
Thea abrió la puerta y se regresó de inmediato cuando vio a Abel Phoenix sentado en la mesa de la cocina y a su hermana concentrada, sirviendo la comida. Decidió no interrumpir y salir por la otra puerta de servicio e irse a su cabaña. Ya mañana hablaría con ella.
Morgan puso el plato frentre a Abel y se sentó delante de él, para hacerle compañía. Su madre siempre le dijo que era de mala educación no acompañar a alguien que estuviera comiendo solo.
Cuando Abel probó la pasta, soltó un suspiro encantado y le hizo una seña de "Excelente".-Tengo un Don.- se regordeo, Morgan.
-Y vaya que si.- se mofó él.- He investigado lo que me has pedido.
El humor de Morgan pendía de un hilo al escucharlo. Si había investigado lo del colegio, quería decír que las cosas iban en serio.
-Pedí información, algunos folletos y todos los informes los tengo anotados en mi libreta, la dejé en mi habitación pero después te la muestro. Sólo debo decírte que su plan de estudios es demasiado bueno y que tu hermana no podrá tener mejor estudios que ahí.- se metió otro bocado y después bebió agua.- He pagado la primer mensualidad y la esperan dentro de dos dias, quieren que se acostumbre un par de dias antes de que comiencen el curso.
El corazón de Morgan se hizo pequeño al escucharlo. ¿Dos días? A Thea y a la misma Kiara les emocionaría la noticia, pero a ella la destrozaba. Cuando Abel notó que no decía nada la miró confundido. Ella sonrió para evitar preguntas.
-Maravilloso. Se los contaré mañana a primera hora.- fingió alegría.- Muchísimas gracias.
-No es nada.- empujó la caja roja hacia ella.-Es para tí.
Morgan alargó la mano y acarició toda la orilla del objeto sin atreverse a abrirlo. Comenzaba a sentírse agobiada por todo lo que Abel estaba haciendo por ella y sus hermanas, pero al mismo tiempo se sintió muy bien. Era una mezcla embriagante. Abrió la tapa de la caja y se tardó unos momentos en darse cuenta de lo que miraba. Parecía toda una ilusión.
Eran gargantillas, muchas. De diferentes tamaños y con diferentes dijes. Veinte en total. Observó cada figurita llena de euforia, pues jamás había visto algo tan precioso y además, era suyo. Él se lo había regalado.
Abel no pudo ocultar la satisfacción que le producía su reacción. Estaba seguro que le encantarían, pues le había visto su cadenita y había notado que era la única que utilizaba. Por lo que decidió comprarle muchas más para que pudiera variar un poco. Y ella parecía encantada, así que había estado perfecto.-¡Es un gran detalle, señor!- sus ojos brillaron.- Muchas gracias por todo.
Abel volteó su rostro un poco y Morgan se acercó para darle un beso en la mejilla. Los inicios de su barba le picaron un poco, pero le gustó.
-¿Lista para pasear por el jardín?
La joven cayó en su silla de nuevo y dejó la caja sobre la mesa cuando vió a Federick entrar a la cocina. Él no había visto a Phoenix, pero cuando lo hizo se quedó completamente helado. En su cabeza sólo podía repetírse lo que todos sabían. Ningún Phoenix entraba a la cocina. Jamás.
Abel bajó lentamente el tenedor y entrelazó los dedos de sus manos, para recargar su mentón. Los miraba fijamente a ambos. Primero a Morgan, después a Federick, esperando silenciosamente una explicación.-Señor.- saludó Federick educado.- No sabía que estaba aquí.- sin darse cuenta, su voz llevaba unas pequeñas gotas de reproche que no le pasaron desapercibidas a Morgan ni a Phoenix.
-Creo que puedo estár dónde me plazca.- contestó fríamente Abel.- Lo que no entiendo es qué haces tu aquí.
-Le ayudo a...
-Le pregunté a Federick, no a ti Morgan.- la interrumpió molesto.
La joven sentía la tensión en ambos y se estaba volviendo pequeña. Pedía interiormente que Federick tuviera una buena respuesta que no los expusiera tanto. Ella sabía que no estaba haciendo nada malo con Federick. Sin embargo, dentro de su cabeza algo le advertía que si estaba mal y que le traería problemas.
-¿Entonces?- Abel se levantó de su asiento y Morgan lo imitó.
Federick comenzaba a sentir el cosquilleo en sus manos al estar frente a Phoenix y miró a Morgan. Al notar la enorme caja que estaba sobre la mesa y ver lo que contenía, lo llenaron de coraje. Era injusto, aquel hombre era injusto para Federick. Siempre queriendo llenar de joyas a las mujeres para sujetarlas y no soltarlas hasta que le diera la gana. Abel Phoenix siempre ganaba, Federick no era nada a su comparación. Pero lo lucharía, se lo iba a complicar. Así que, respiró un par de veces y después habló fuerte y claro:
-La verdad señor, es que he tenido la intención de cortejar a Morgan, pero aún no le he pedido permiso a Thea para hacerlo. Claro que, usted siendo mi superior, también me veo en la responsabilidad de darle a conocer mis intenciones para con su protegida. Y prácticamente le hablo de una relación estable e incluso matrimonio.
Federick bajó un poco la cabeza en forma de respeto, pero sin perder la sonrisa.
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El Placer De Morír En Tus Brazos.
RomansaMorgan Wright llegó a la mansión Phoenix creyendo que había llegado al paraíso mismo, sin saber que se convertiría en la obsesión del hombre que jamás creyó poder poseer. Cuyo deseo desmedido los llevará a los bordes del bien y el mal. Él, un hombr...