Federick era muy joven cuando aprendió a conducir. Su padre lo presionaba mucho para que lo hiciera, aún cuando él no era muy bueno para enseñar. Su paciencia era nula y le daba golpes en la cabeza cuando se equivocaba.
-¡Eres un tonto, un niño tonto!- bramaba furioso el señor Young cuando el auto se apagaba porque Federick no aceleraba.
Él había perdido la confianza en sí mismo, causando más molestia en su padre, que estaba cada día más cansado, tanto por el desgaste con su hijo como por el cáncer en el estomago que aún no sabía que tenía. Sólo pensaba que los años le estaban pasando factura y era consciente de que no iba a ser joven toda la vida, así que se había decidido a enseñarle a Federick (como su único hijo) a conducir, para que él fuera el siguiente chófer del joven Abel Phoenix. Para el hombre, continuar trabajando dentro de esa familia era de suma importancia y se encargaría de introyéctar eso en su descendiente. El hombre murió sólo dos años después, pero tranquilamente, sabiendo que Federick Young estaba justo dónde él quería.
-Debes ser fuerte, no sólo de manera física, sino mentalmente. Eso es más importante.- le había dicho un día antes de su muerte.- Mente abierta Federick, mente abierta. Y fuerte, de lo contrario, ellos te comerán vivo.
Las palabras de su padre se habían quedado tan grabadas en su cabeza, que aún después de años seguían presentes. Como lo estaban en el momento que enfrentó a Phoenix, pidiendo su permiso para cortejar a su amante. Una situación muy extraña para cualquier persona, pero no para él.
Habían tres personas en el cuarto de cocina, tres diferentes emociones, y una sola respuesta.
Morgan miraba a Federick aterrada y negaba lentamente, suplicándole silenciosamente que se retractara y pidiera disculpas. Pero él le sonreía de lado como diciéndole: "-Tranquila, ya era hora".
Abel, por su parte, estaba tan sereno como sólo él podía. Lo primero que trataba de entender era en qué momento había pasado. Había estado fuera cinco días y fueron suficientes para que Morgan y Federick comenzaran una relación. Después se dio cuenta de lo traicionado que se sentía de su chófer, a quién había dejado con la única tarea de vigilar y cuidar a Morgan. Y en vez de eso, la estaba cortejando. Abel miró a Morgan y se enderezó para intimidar.-¿Eso es verdad?- le preguntó
Morgan miró detrás de él y se encogió de hombros al ver a Federick. Sus nervios se fueron poco a poco al caer en cuenta que no era asunto suyo, ella no sabía de las intenciones de Federick, no hasta ese momento. Así que decidió ser honesta.
-No sabía que esas fueran las intenciones, así que no sé que decír.- habló sin un sólo temblor en su voz
Abel asintió y volvió la vista a Federick. Éste no se sintió mal por la respuesta de Morgan, porque sabía que era cierto. No había sido muy sincero respecto a sus intenciones, planeaba hablar con ella hasta que Abel la hiciera a un lado, pero ya lo había hecho y era demasiado tarde para retractarse.
-¿Se han estado viendo mientras yo no estaba aquí?- le preguntó a Federick, enfrentándolo directamente.
-Si, señor.- contestó
-¡No es así!- Morgan levantó la voz.- Si salimos, pero nunca hubo otras intenciones...
-¿Te parece que no las hubo?- Abel la interrumpió, mostrando su molestia.
-Al menos, no de mi lado, señor.- se enderezó, mirándolo fijamente.- Me estoy enterando justo ahora y al parecer, su permiso es más importante que el mío, ¿No es así?- miró a Federick
Sin poder evitarlo, habían caído en un juego de egos. Mirándose fijamente y luchando por mantenerse rectos para parecer imponentes. Abel contra Federick, jefe contra empleado. Por la posesión de una joven, que al parecer no quería estár en el medio. Para ella, esa situación era incómoda e innecesaria. Deseaba que Abel dijera que no y listo, pero él parecía estarlo pensando. Ella no quería estár con Federick, estaba demasiado ensimismada con Abel como para fíjar su atención en alguien más.
Pero era demasiado cobarde como para aceptarlo. Al igual que él.
En la cabeza de Abel la palabra "No" resonaba con una fuerza inminente, pero en seguida pensaba en sus consecuencias. De negarse, tendría que aceptar a Morgan de otra manera, y eso sólo podría significar una conversación extensa con el consejo. Pero de aceptar, tendría que soltarla a ella, de todas las maneras. Por alguna razón, la última idea no le agradó.-No tengo una respuesta para tí, no hoy.- se dirigió hacia Federick y después salió de la cocina.
Morgan trató de detener a Federick cuando lo persiguió, pero él la esquivó y salió detrás de él.
-Tengo todo el tiempo del mundo, señor.- llamó su atención.- Quiero casarme con Morgan y esperaré lo que sea necesario esperar.
Abel se dio la vuelta para encararlo y no pudo soportar la presión de su cuerpo, por lo que terminó por golpearlo con fuerza en el rostro. ¿Quién demonios se creía Federick Young para hablarle de esa manera a un Phoenix?
Morgan se inclinó para auxiliar a Federick y Abel se alejó un poco, sorprendido por su arranque. Ninguno se dio cuenta que Arlo estaba mirándolos, completamente atónito. Se acercó rápidamente, al notar que su hermano volvería a atacar.-¡Abel!- lo detuvo.- ¿Crees que estás en un callejón lleno de gente sin educación mientras apuestas dinero?, ¡Compórtate ahora!
-No te atrevas a hablarme nunca más de esa manera Young, no olvides que estás aquí por tu padre.- escupió Abel con sorna.
-Y por mí.- lo defendió Arlo.- Quiero que te calmes y mantengas la cordura, no olvides que los D'Nally están durmiendo en el segundo piso.
Abel tuvo que alejarse para calmar su respiración y dejar de sentir esas enormes ganas de lanzarle otro golpe a Federick. Morgan veía asombrada todo lo que estaba pasando, y se sintió muy terrible al sentirse halagada. ¡Era una pelea vulgar! La regañaba su subconsciente.
Arlo estaba furioso con Abel por tratar de esa manera a Federick, había escuchado sus intenciones para con la joven Wright y no le veía nada de malo. Pensaba que sólo se trataba del ego herido de su hermano al verse obligado a dar una fecha final para su relación pasional con Morgan. Arlo dudaba que el mayor estuviera interesado en ella de una manera no sexual y lo probaría.-Federick siempre ha mostrado ser un hombre ejemplar y ha trabajado para nosotros durante años, así que yo no le veo el problema a lo que supongo, fue una petición.- miró a Federick y a Morgan, que estaban casi juntos.- Según tenemos entendido, aquí no hay una relación formal. ¿O me equivoco?
Abel ya se había dado cuenta de las intenciones de su hermano y eso lo frustró de sobre manera. Arlo estaba apunto de decir en voz alta lo que él ya había pensado. Al parecer, su hermano estaba de parte de Federick. Morgan comenzó a hacerse pequeña en su sitio y miró directamente al hombre que la hacía soñar despierta, esperando por su respuesta. Ella ahora estaba segura que iría a cualquier sitio con él si se lo pidiera. Sólo tenía que decirlo, una sola afirmación y ella sería suya. Pero Abel pensó demasiado las cosas, hasta el punto de convencerse que sólo se trataba de una chica más.
-Puedes pedír su mano las veces que quieras.- susurró sin mirarla y después se dio la media vuelta.
Arlo aplaudió y le estrechó la mano a Federick.
-Bueno, vayan con calma y cualquier cosa cuentan con mi apoyo.- se despidió con una enorme sonrisa y siguió el camino de su hermano.
Federick trató de llamar la atención de Morgan, pero ella no pudo más que cerrar los ojos con fuerza para tratar de despertar de esa pesadilla llena de enfrentamientos incómodos, sorpresas y un corazón roto.
ESTÁS LEYENDO
El Placer De Morír En Tus Brazos.
RomanceMorgan Wright llegó a la mansión Phoenix creyendo que había llegado al paraíso mismo, sin saber que se convertiría en la obsesión del hombre que jamás creyó poder poseer. Cuyo deseo desmedido los llevará a los bordes del bien y el mal. Él, un hombr...