Capítulo 15

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Federick tenía a Morgan envuelta en su saco para que no sintiera frío. La tenía sentada sobre sus piernas y le sujetaba la cintura con sus brazos fuertes. Si su madre, Uvania, estuviera ahí, le habría recordado lo zorra que era y lo estúpida, por dejar ir al hombre de dinero. Así era esa mujer de cabello negro y facciones endurecidas.
Morgan seguía estando seria y comenzaba a sentirse arrepentida de lo que había hecho, se sentía terrible al estar en los brazos de alguien al que ella había maldecido la noche anterior. Pero ya estaba hecho, y ahora no le quedaba más que hacerle frente.

-No le diré nada a Thea, no hasta el día que estés segura.- le prometió Federick.

Morgan le acarició el cabello y suspiró profundamente. El olor a menta y pino fresco de Federick le agradó bastante. Era relajante, pero no le tomó por sorpresa. Siempre había sido así su olor.
No quería pensar en Thea, ni en nada, ya estaba bastante cansada y lo único que quería era volver a su habitación para dormir.
Se levantó con cuidado y Federick hizo lo mismo. Morgan le devolvió su saco y comenzaron a caminar lejos de la fuente, sin decír nada. Él trató de sujetarle la mano, pero ella prefirió abrazar su brazo derecho como solía hacerlo antes, en forma amistad.

-¿Te sigues quedando en la casa grande?- le preguntó, confundido.

-Sí, Thea me ha dicho que tiene una pequeña plaga en la habitación disponible de su cabaña, pero prometió arreglarlo pronto.- le explicó.

Volvíeron a quedarse en silencio y continuaron con su caminata. Iban despacio, disfrutando del aire fresco, ni notaron a Moscú, que los observaba a distancia, sentada en su pequeño sofá frente a su cabaña. Para ella, toda esa situación no era más que una falsedad. Conocía a Abel Phoenix desde hace años, y sabía que él no era de compartir. Preferiría enviar lejos a Federick antes que darle paso libre para estár con Wright. Sin embargo, la anciana supo en seguida que en eso, el consejo estaba entrometido. Sólo esperaba pacientemente por averiguar de que se trataba. Mientras tanto, observaba a los jóvenes caminar hacia la casa grande.

-Te veré mañana.- se despidió Federick, antes de entrar a la cocina.- Debo apoyar a Xavi con la vigilancia.

Morgan asintió y le dio un pequeño abrazo antes de entrar. En cuanto puso un pie dentro de la cocina, con la luz tan clara, pudo ver el pequeño razguño que tenía en su pierna derecha y un poco de pasto sobre su vestido.

-¿Por qué demonios vienes así?- Thea la observó incrédula.- ¿Dónde estabas? Te desapareciste por horas...

Se quedó callada al darse cuenta de todo. Su hermana estaba sucia y tenía unas cuántas flores moradas entre el cabello, Jacarandas. Eso quería decir que estuvo cerca de la fuente.

-¿Estuviste con Federick?- le preguntó, molesta.- ¡Responde!

Morgan se puso muy nerviosa y negó lentamente, pero ya estaba entregada. No pensó encontrarse a Thea en la cocina, ya era un poco tarde para que estuviera ahí. Sin embargo, ella estaba frente a Morgan, mirándola como si hubiera cometido un gran error. Eso la enfureció.

-Si Abel se entera...

-No vuelvas a preguntarme de nuevo sobre Federick o lo que he hecho con él. Jamás.- le advirtió Morgan sin siquiera detenerse a ver su reacción.

Entró a la casa y caminó rápidamente por los pasillos hasta llegar a las escaleras, se aseguró de no encontrarse con ningún trabajador y subió corriendo mientras intentaba quitarse unas hojas del cabello. Toda ella era un desastre.

-Al parecer las vueltas nocturnas han comenzado a ser un poco salvajes, ¿No es así?- Abel estaba recargado sobre el marco de su puerta, mirándola de arriba a bajo.

El Placer De Morír En Tus Brazos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora