El sol ya estaba haciéndose presente ante la mansión Phoenix, dejando a la vista una maravillosa vibra de paz y amor, pero la realidad de esa casa era de otra manera. La mansión Phoenix no había pasado por una peor etapa que esa. Cada empleado estaba lleno de tensión por el día a día, los hermanos estaban en una silenciosa guerra despiadada y las parejas se encontraban fragmentadas. Todo era un desastre, y ellos lo estaban reinando.
Morgan miraba al hombre que estaba delante de ella con muchísima aprensión, suplicando por respuestas, pero no cualquier respuesta, sino una buena. Lamentablemente eso era lo único que él no podía darle.-¿Qué hacen con esas personas que trasladan?- le preguntó, después de un momento.
-No lo sé...
-¡Míentes!- Morgan lo interrumpió molesta.
-Ese negocio no es mío, es de Arlo y está asociado con otros más del consejo, pero quiero que estés enterada de que se trata de ilegales. Son libres en cuanto llegan al destino que querían.- Abel intentó mantener la calma.- Sé que eso no está bien, pero esas personas saben a lo que se enfrentan cuando pagan por el traslado.
-¿Y las personas que mueren en el camino?- su piel se eriza al recordar lo que vio en las bodegas.- Esas personas jamás llegaron a su destino, sólo pagaron por una muerte segura.
-¡Ese no es mi asunto, Morgan!- explotó.
-¡Pero eres cómplice!- lo señaló acusadora.
-He intentado parar a mi hermano, pero lo más que he logrado es que haya bajado hasta el cuarenta por ciento de lo pasado, eso es todo.- se pasó la mano por el rostro.- Morgan, no puedo mandar sobre mi hermano como podría hacerlo sobre cualquier otra persona. Arlo no es de juegos.
Los pensamientos de la joven se vieron infestados por casi el doble de personas que vio siendo acorraladas en la bodega. Para ella, todo eso era una atrocidad absoluta. Y el sólo pensar que en seis meses o menos, volvería a pasar algo como eso, le dio nauseas.
-¿Puedes hacer que toda una ciudad se quede paralizada porque tu estaras ahí y no puedes hacer tres llamadas para terminar con eso?- lo enfrentó, insegura.- Eres parte de eso, tanto si lo aceptas, como si no y yo no quiero estár con alguien que no hace nada para detenerlo aún cuando sólo debe chasquear los dedos para conseguirlo.- lo miro directamente a los ojos y salió de la habitación sin volver la vista.
Abel tuvo que sujetarse a la barda para no caer. Las venas de sus manos comenzaron a notarse más de lo normal cuando hizo mucha fuerza en su agarre. Sabía que Morgan iba a querer acciones inmediatas sobre el traslado de ilegales que Arlo manejaba desde años atrás, pero también sabía que no podría hacerlo. Porque eso era el único tratado de paz que quedaba entre ellos, y si Abel lo quebrantaba, iba a comenzar una verdadera guerra de poder.
Morgan caminó lentamente hasta la cocina y se detuvo justo en la entrada. Se pasó la mano por el cabello y después por todo su rostro, intentando parecer tranquila y llena de felicidad. Al entrar a la cocina, la primera en abrazarla con emoción fue Moscú, Morgan lo supo por su aroma a canela y manzana.
-Estoy tan feliz de verte.- Acarició el rostro de la anciana con cuidado y le dio un beso en la frente arrugada.
-Yo más y permiteme felicitarte por tu embarazo. Será un bebé muy amado por todos.- le sonrió y puso su mano sobre el vientre de Morgan.- ¿No deberías descansar un poco?, han sido demasiadas emociones para tí.- hizo referencia a su ataque de la noche anterior.
Morgan miró por toda la cocina y se alegró al ver que Thea no estaba por ahí.
-Estoy bien y más que fuerte.- le aseguró.
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El Placer De Morír En Tus Brazos.
RomanceMorgan Wright llegó a la mansión Phoenix creyendo que había llegado al paraíso mismo, sin saber que se convertiría en la obsesión del hombre que jamás creyó poder poseer. Cuyo deseo desmedido los llevará a los bordes del bien y el mal. Él, un hombr...