Capítulo 49

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Casie era una joven con una belleza desbordante. Cabello castaño claro, ojos miel y piel fría. Nacida en una familia de buen dinero pero poco respeto por el sexo femenino. Por eso mismo, Casie no poseía el más mínimo gramo de amor propio. No era consciente de lo bella y lo inteligente que era realmente. Su vida era un vacío interminable. No tenía amigos, no estudiaba porque su padre había decidido convertirla en una auténtica ama de casa, para que al conseguir a quién desposarla, no hubiera vuelta atrás. Sin embargo, no fue necesario. Porque cuando Casie conoció a Tate Wright se sintió como en un sueño. Era un hombre condenadamente atractivo y con un porte elegante que hacía temblar a cualquier mujer. Casie cayó como una moneda ante él y Tate la recogió con falsa adoración.
Ella sería perfecta para alguien de su tipo. Y así fue.

-¿Qué estás haciendo?- Morgan miró a Casie como sí estuviera desquiciada.- Deja esas tazas. Ahora.- le ordenó.

-Morgan, por favor...- la voz temblorosa de Casie terminó por volver loca a Morgan.

-¿Quién demonios te crees?- enfrentó a su tío.- Casie vale muchísimo más que esto. Más que tú. Te prohíbo que la sigas tratando como basura, porque no lo voy a permitir.- golpeó la mesa con ambas manos y Hannah pegó un brinco.

-Morgan...- Casie se acercó, intentando detenerla.

-¡Vete a dormir y no te atrevas a abrirle la puerta a Tate o me enteraré!- le señaló la puerta, advirtiendo con la mirada que si no se hacía lo que decía, lo pagarían.

Casie parpadeó, conmocionada. Morgan se obligó a calmarse un poco y repitió sus palabras con tono más suave, logrando que Casie saliera de la cocina sin decír nada más.

-No deberías meterme en asuntos que no son tuyos. Tienes un hijo y un marido a quienes puedes arruinarles la vida. Déjame en paz...

-Quiero que se vayan.- miró a los amantes con una arrogancia desbordante.- Los dos. Mañana a primera hora.

Hannah se hizo pequeña y Tate se levantó de su asiento como una fiera. ¿Quién se creía Morgan Wright para mandar sobre él y aún peor, para intentar echarlo de aquel lugar? ¡Ella no era nadie!

-Tú no mandas sobre mí. Yo le sirvo al señor Arlo Phoenix, no a la zorra de su hermano.- miró a Morgan como si fuera una ramera.- No me voy a ir de aquí hasta que él me lo pida y no va a ser pronto.

-¿Ese es lo único a lo que te aferras?- Morgan ladeó la cabeza, mirándolo con lástima.- Siempre tan mediocre...

Tate se lanzó sobre ella y con sólo dos pasos ya la tenía sujetada del cuello mientras Hannah suplicaba que se detuviera. Ese hombre lleno de ira se estaba metiendo en un hueco del que no podría salir y Morgan lo sabía, por eso lo estaba permitiendo. Porque eras un conpleto ignorante sí por un momento pensabas en que ibas un paso delante de esa preciosa joven.

-Tú no va a decirme qué debo o no hacer.- hizo más presión.

Morgan acumuló toda su fuerza en su puño derecho y con algo de esfuerzo, logró darle un golpe duro en la garganta. Tate la soltó enseguida pero no fue capaz de hacer el más mínimo sonido. Esa garganta estaba seca.

-Si mañana veo a alguno aquí...- jadeó furiosa.- Van a arrepentirse.- los amenazó.

Hannah sujetó a Tate, que comenzó a recuperarse y estaba dispuesto a volver a atacar.

-¡Eres una maldita bastarda!- grazno Tate, fuera de sí.

Morgan tomó el jarrón de cristal que estaba sobre la mesa y se lo lanzó sin medir consecuencias. Hannah logró dar un paso hacia atrás y esquivar el peligroso golpe, pero Tate no. El jarrón se quebró sobre su pecho y algunos pequeños fragmentos se impregnaron en su barbilla y cuello. El resto cayó ruidosamente al suelo.

El Placer De Morír En Tus Brazos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora