Capítulo 43

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Thea estaba inclinada sobre la barra de la cocina con la mirada perdida, como siempre. Pero esa vez era diferente, porque a pesar de creer que Morgan ya no signíficaba nada para ella, aún podía sentirla. Su pecho le dolía y su cabeza palpitaba, advirtiendo que algo muy malo estaba por suceder. Había visto como Abel salió de la casa, gritando mientras daba ordenes desesperado. Después subió a su auto y se fue, seguido por muchos más. ¿Esa no era suficiente advertencia? Para Arlo, no la era, en definitiva. Sólo observó paciente a su hermano mientras salía de la casa como un remolino, bebiendo directo de la botella.

-Ojalá no sea nada sobre Morgan.- había suplicado Khloe en voz alta.

-Esa ramera sabe cuidarse sola.- Tate minimizó la situación.- ¿No es así, Thea?- miró a su sobrina.

Ella despegó su vista de la pared y le dio una mirada de desprecio. Detestaba a ese hombre al límite.

-Khloe, no me siento bien. Voy a retirarme.- dio aviso a la chica y salió de la cocina lentamente.

Su corazón dio un vuelco aterrado cuando escuchó los pasos detrás de ella, pero no se animó a encararlo. Hasta que él habló.

-¡Estoy harto de tus groserías!- gritó Tate, furioso.

Thea caminó más rápido hacia su cabaña, pero Tate la empujó contra el muro de la suya y presionó su cabeza hacia la dura madera para inmovilizarla. Thea estaba apunto de un colapso.

-Si continuas faltando a mi autoridad vas a obligarme a hacerte daño y estoy seguro que eso es lo último que te hace falta para terminar en un cuarto con cuatro muros blancos.- le susurró al oído y metió una de sus piernas entre las de ella.- Estás agotando la inexistente paciencia que me queda.

Los sollozos aterrados de Thea se estaban quedando atascados en su garganta y podía sentír como si le estuvieran prendiendo fuego por dentro. Era horrible.

-Eres muy inteligente, mi querida Thea, sé que podrás con esto.- la presionó contra su cuerpo con una estocada de fuerza y cuando se alejó de golpe, Thea cayó a sus pies.- Volveré en cinco minutos y más vale que ya te hayas ido.

Tate Wright se alejó con ese porte elegante que había tenido toda su vida, comonun Don. Y Thea Wright se hizo pequeña en su lugar, como lo había toda su vida en esa casa maldita donde creció, como una maldición. Los gritos se quedaron estancados una vez más en su delgada garganta, haciendo eco en la de su pequeña hermana.

-¡Ah!- Morgan se sujetó con fuerza de la pequeña mesita que había en el pasillo y se mordió el labio cuando otro grito amenazó con salir.

Una tenue luz apareció delante de ella y se fue acercando cada vez más rápido. Eran Moscú y Uvania. Llevaban una veladora que habían encontrado en un cajón de la cocina.

-Brennan.- fue lo único que pudo graznar Morgan.

-Se han escuchado ruidos afuera y ella ha ido a verificar con el guardia que todo esté bien.- le explicó Uvania, mirando a su hija de arriba a bajo.- Morgan... tu estás...

La joven gimió con dolor cuando ese horrible tirón la atravesó de pronto, tomándolas por sorpresa.

-¡Dios mío!, voy a llamar a Federick. Hay que ir al hospital.- Moscú hizo ademán de irse, pero Morgan la sujetó del brazo.

-Se fue al faro.- susurró antes de volver a doblarse.- Abel me ha dicho del sotáno...

Moscú la miró sin comprender. Ella no conocía esa casa como Brennan y desconocía todo lo que estaba sucediendo.

-Por favor...- Morgan suplicó asustada. Las palabras de Abel seguían en su cabeza y se maldijo por no soportar el dolor.

Uvania y Moscú la sujetaron con fuerza e intentaron llevarla al sofá, pero ella insistía en el sótano. Se escucharon ruidos en la cocina y de pronto, cada puerta de esa casa fue abierta de golpe, causando un ruido ensordecedor. El frío se filtró por toda la casa y se podía escuchar como sí lanzaran dardos por el aire. Oh, la bella magía de los silenciadores. Sólo debías mirar fuera para poder distinguir los cuerpos pálidos de los guardias. Podías oler el metálico de la sangre y percibir el silencio de sus corazones. Esa noche sería inolvidable.

El Placer De Morír En Tus Brazos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora