Capítulo 86

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   POV ANASTASIA

Hay tres personas con uniforme esperándonos. Dos chicas y un hombre.

—Stephan. Baighley. Natalia— les nombra Christian a la vez que se acerca, con Ted en sus brazos y yo tras él.

Al acercarse Christian le tiende una mano para que se acerque y con una sonrisa de orgullo continua.

—Les presento a mi bella prometida y madre de mi hijo. Anastasia.

—Bienvenida a bordo, señora Grey—  me saluda el piloto a la vez que con una amable sonrisa me saludan la sobrecargo y la primer oficial.

¡Señora Grey! Seré señora Grey, por qué no creo que Christian me permita seguir usando el apellido Steele.

— Y este jovencito es Theodore Grey, mi primogénito— añade Christian orgulloso.

— Bienvenido joven Grey— añade el piloto amable.

— Anastasia Steele— tiendo mi mano para saludarlo y él lo coge de inmediato

—Ellos son la tripulación de mi jet. Cualquier cosa que necesites puedes pedirla sin ningún problema, ¿de acuerdo?

— Gracias.

Vaya, tendré tres personas más a mi disposición.

—Estamos para servirles. Abordemos. Tiempo estimado de trayecto: cinco horas, quince minutos.

—Muy amable, Stephan. ¿El clima...? Mi preciosa Ana se pone nerviosa con las turbulencias y al parecer los aterrizajes y despegues le revuelven el estómago.

¿Turbulencias?¿Habrá turbulencias?

—Dejelo todo en nuestras manos, señor. El clima es perfecto para volar y el viaje será más que placentero.

—Lo aprecio mucho. Pues ¡A bordo!

Christian me toma de la espalda y así voy hacia el jet, al entrar veo que está equipado con muy buen gusto y los acabados son de lujo. Me lleva de la mano a uno de los asientos y ha de ser mucho mi asombro que no puedo reaccionar. Pero no es por el jet... Joder. Ya me he subido a aviones, un jet es casi lo mismo.

¡Tiene un jet!

No nada más el helicóptero... ¡Tiene un maldito Gulfstream!

¿Yo que tengo?

Deudas de un crédito que no he podido saldar, un viejo escarabajo y... ¡Yo no tengo nada!

¡Por Dios!

Hasta donde llega su riqueza.

Nada más aporto la probabilidad de darle a Christian una familia... Y eso sí no se aburre de mí. No tengo nada y me imagino que en estos momentos se ha de estar gestando un banquete a costa mía en Bellevue y sus alrededores...

Todo el circulo social de Grace ha de soltar por su avariciosa, banal y materialista boca ha de estar soltando sapos y culebras de mí, de la pobre y arribista que embargó al soltero más deseado de Seattle y del estado de Washington con un bastardo.

¿Qué voy a hacer?

Salgo de mis pensamientos al escuchar a Ted chillar emocionado en el momento en el que Christian lo sienta junto a la ventana, le acomoda el cinturón de seguridad y el jet se pone en marcha hacia la pista para despegar.

Christian se sienta a mi lado y me toma de la mano para darme tranquilidad y me sonríe tímidamente.

— ¿Todo bien?—

— Si.

— ¿Segura?— Insiste.

Pongo los ojos en blanco.

— ¿Has puesto los ojos en blanco señorita Steele?

Mmm, creo que me ha dicho que no le gusta que le pongan los ojos en blanco.

— Tal vez—

— Tengo algunas cosas en mente que me gustaría hacerle en el dormitorio.

Abro los ojos como platos. ¿Está hablando enserio?

— Y todas tienen que ver contigo— añade con tono seductor.

¡¿Éste hombre no se cansa de follar?!

No me quejo, pero; ¿Está hablando de follar aquí... En el jet?

Todo pensamiento erótico queda olvidado al darme cuenta que el jet empieza moverse.

¡Joder! Creo que vomitare.

En cuanto ya estamos en el aire, Natalia, la amable sobrecargo sale de la cabina y con una gentil sonrisa nos ofrece alimentos y bebidas.

Yo de los nervios siento un nudo en el estómago y para no parecer grosera le acepto un emparedado de pollo y un botellín de jugo.

Después de comer, Ted está impaciente por ver todo lo que tiene el jet y yo no quiero moverme del asiento. Christian me mira inquieto pero por no incomodar a Taylor, que viene con nosotros en la cabina me mira y me hace saber que tendremos una conversación nada más lleguemos a Savannah.

—Ted, quédate quieto, pequeño— le digo tratando de parecer tranquila.

—¡Quiero jugar, mamá!— chilla emocionado.

—Pequeño, estamos en un avión. No puedes jugar aquí.

—¿Trajiste algunos juguetes para Teddy?— interviene Christian.

—En seguida traigo el bolso de Ted, señor— se adelanta Taylor y va hacia el fondo de la cabina y tras unos minutos vuelve con la maleta de Teddy que armé por si se ofrece algo durante el camino.

Christian recibe la maleta y busca en ella hasta encontrar el helicóptero que le obsequió en su cumpleaños, un avión de tela y un camión.

Ted se emociona y de inmediato le pide a Christian que lo tome en brazos, ambos con una enorme sonrisa se tumban en el suelo del jet y comienzan a jugar y hacer ruidos chistosos frente a Jason y a mí.

—¡Yo quiero el avión papi!

—Si, pequeño. ¿Me prestas tu helicóptero?

—¡Sí!

Me olvido de mis nervios, y observo embelesada a mi hijo y a su padre divertirse.

Ellos continúan jugando hasta que Natalia sale de nuevo de la cabina y nos avisa que debemos volver a nuestros asientos porque ya estamos por llegar al a Atlanta.

¿Tan rápido ha pasado el tiempo?

— vamos a repostar combustible en Atlanta— me dice Christian mientras Natalia no deja de mirar a mi novio.

Siento un picor en mi cuero cabelludo.

Christian le gusta las mujeres de cabello castaño y Natalia tiene el cabello castaño ¿Habrán tenido algo?

— Puede retirarse Natalia— le dice Christian a Natalia

Ella le sonríe a mi casi marido y se da la vuelta para ir a la cabina.

— Estás rara — murmura Christian

— Estoy nerviosa. Muy pronto veré a mi madre y no sé cómo reaccionará al verme— digo una verdad a media.

No te diré que siento celos.

— Tu no te preocupes, yo no te dejaré sola.

— Gracias—

    ***

El jet aterriza en Savannah y ahora sí estoy nerviosa. Muy pronto Carla y yo nos volveremos a ver.

— Iremos al hotel, y luego a casa de tu madre ¿Estás de acuerdo con eso?

— Si. Necesito un descanso.

Necesito pensar que le diré a mi madre.



El hogar de GreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora