Pasando tiempo en pareja

205 33 1
                                    

Alrededor de las tres de la mañana el sueño de María se vio interrumpido por unos ruidos provenientes de la otra habitación, al principio no lograba distinguir con claridad de qué se trataba pero cuando despertó por completo calló en cuenta de que eran una especie de quejidos emitidos por alguien, parecía como si esa persona estuviese luchando contra otra y gritando pero sin poder abrir la boca. Estaba atenta escuchando cuando de pronto un fuerte alarido la hizo estremecer y levantarse de la cama de golpe; al parecer era Alejandro teniendo una pesadilla muy fuerte. Sintió que el corazón quería salírsele por la garganta cuando escuchó que una puerta se abría, después unos pasos pesados avanzaron con rapidez por la sala y por la ranura de debajo de su puerta logró ver que había encendido las luces, ella no sabía qué hacer pues por un momento pensó que el colombiano estaba en peligro pues se escuchaba bastante agitado. El miedo la orilló a tomar la peor de las decisiones; sin pensarlo más salió de la habitación y en un segundo tenía frente a ella al mercenario apuntándole con una pistola, temblando, con el rostro enrojecido, mirada amenazante y empapado en sudor.

— ¡Soy yo, soy María! —gritó aterrorizada.

— ¡¿Quién?! —la cuestionó sin bajar el arma.

— ¡Soy María, Alejandro! ¡No me mates, por favor! —suplicó al borde del llanto.

Al escuchar su nombre el mercenario poco a poco volvió a la realidad dejando atrás el tiroteo con el que acababa de soñar, cuando reaccionó se percató del arma entre sus manos que apuntaba en dirección a la joven a punto de colapsar por el miedo que eso le estaba provocando. Con lentitud y aún temblando la bajó apuntando hacia el piso, su cuerpo se fue relajando gradualmente haciéndolo bajar la guardia y experimentar mucho cansancio.

— Regresa a tu habitación —murmuró jadeante.

Ella obedeció al instante y cerró la puerta con seguro una vez más, cuando se aseguró de que el mercenario apagó las luces y volvió a su habitación para subir a la cama, lo que acababa de experimentar era fuerte para ella y lo único que pudo hacer fue llorar en silencio intentando calmarse. Luego de eso no pudo conciliar el sueño otra vez pues temía dos cosas; tener pesadillas con lo que acababa de ocurrir o que Alejandro regresara y esta vez sí le disparara, cuando sonó el despertador de su celular se levantó como pudo y se preparó para iniciar el día. Mientras terminaba de recogerse el cabello en un moño bajo el colombiano ya estaba en la sala esperándola, tenía todo listo en la camioneta y cuando pasaba lista mentalmente de las cosas que llevaba con la sensación de que olvidaba algo la chica salió de su habitación en unos jeans, tenis y una playera mientras que él estaba muy bien equipado con indumentaria táctica, la miró de pies a cabeza y se dio cuenta de qué era lo que había olvidado.

— Le diré a Max que te consiga la ropa adecuada para los adiestramientos, vámonos —le dijo con firmeza y encaminándose hacia la puerta.

— ¿Y no vamos a desayunar? —lo cuestionó aún con sueño.

— Debiste apresurarte si querías comer algo, te dije que iríamos al campo de tiro no a una pasarela —la reprendió levemente al verla con un poco de maquillaje— pero tampoco quiero que te desmayes, te doy dos minutos para que te prepares algo y lo comas en el camino.

Mientras él se dirigía a la camioneta ella corrió a la cocina, se preparó un sándwich con lo que encontró y luego salió inmediatamente para abordar el vehículo junto a Alejandro. Mientras recorrían la autopista escoltados por la Suburban negra de los hombres del contratista María comía en silencio y el mercenario no tenía muchos ánimos de conversar luego de la mala noche, kilómetros antes de llegar a la capital desviaron la ruta entrando a un camino de terracería que los llevó hasta su destino. Llegaron al campo de tiro y los dos bajaron del Jeep seguidos por los escoltas, los primeros rayos de luz iluminaban tenuemente el lugar cuando el colombiano le extendió unos lentes de seguridad un arma corta a la chica y ella solo la miraba.

Una Segunda Oportunidad (Editada y extendida) +18 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora